Eduardo, un importante ejecutivo, vive su condición homosexual haciendo uso de toda la capacidad de corrupción que le otorga su privilegiada posición económica. Cierto día conoce a Miguel, un atractivo joven de quien se enamora y con quien trata infructuosamente de establecer una relación íntima. Pero Miguel sólo se aprovecha de la pasión de Eduardo para conseguir algo de dinero y algún lujoso regalo sin ofrecer nada a cambio. Sus encantos los reserva para Rosa, una insatisfecha mujer casada que siente debilidad por los adolescentes, y una novia de su edad a la que pasea con la moto que le ha regalado Eduardo. Éste, sólo puede esperar algún gesto amable de su adorado Miguel y seguir pagando a chulos profesionales para aplacar su deseo sexual.
Pese a no incluir ninguna escena de sexo este filme recibió la consideración de película “S” (que podía herir la sensibilidad). Eran los primeros años de la transición y aún sin censura, directores polémicos para el Gobierno como Eloy de la Iglesia no recibían aún la bendición de la libertad de expresión.