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Luchino Visconti

  • Italia
  • ·
  • 69 años (02-11-1906 - 17-03-1976)
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Director (de cine, ópera, teatro y ballet) y guionista italiano, nacido en Milán (Italia) el 2 de noviembre de 1906 y fallecido en Roma el 17 de marzo de 1976.
Nacido en el seno de una familia aristocrática, sus primeras aficiones fueron el teatro, la ópera y los estudios de música. Tras cumplir el servicio militar en el cuerpo de caballería, se dedicó a la cría y entrenamiento de purasangres. Visconti frecuentó los círculos parisinos más selectos, lo que le permitió conocer a Jean Renoir, quien supuso decisivo para afianzar su deseo de entrar plenamente en el cine. Después de rodar en 1934 su primera película, en 35 mm y hoy perdida, Visconti participó en el rodaje de Une partie de campagne (1936) como ayudante de Jean Renoir.
A partir de 1940 Visconti comenzó a escribir en la revista Cinema, foro de intelectuales antifascistas, que muy pronto sufriría la acometida de la censura. Tras haber trabajado con Renoir de nuevo en Tosca (1942), dirigió su primer largometraje, Ossessione, basada en la novela El cartero siempre llama dos veces, cuyo autor, James M. Cain, no aprobó. Tampoco recibió la aceptación de la censura, hasta el punto de que el negativo fue destruido por el régimen fascista, aunque el director pudo guardar una copia. En 1947 se sumó a la inauguración del neorrealismo italiano con La terra trema, basada en la novela de Giovanni Verga I Malavoglia y rodada en escenarios naturales con actores no profesionales, y por la que Visconti, que narra la historia junto con Antonio Pietrangeli y Antonio Arcidiacono, fue nominado al León de Oro en el Festival de Venecia.
A partir de Bellissima (1951), una descarnada historia sobre la pobreza y el triunfo protagonizada por Anna Magnani, ganadora de la Cinta de Plata a la mejor actriz, concedida por el Sindicato Nacional Italiano de Periodistas Cinematográficos, Visconti fue incorporando el romanticismo a sus historias; Senso (1954) fue el punto de partida, pero pronto aparecieron otros títulos, como Rocco y sus hermanos (1960), mutilada sin piedad por la censura. A partir de la novela de Giovanni Testori, Visconti consiguió en esta película aunar la tendencia neorrealista con el espectáculo, sin temor a que el exceso empañara ninguna de las escenas. Represión sexual, celos entre hermanos, violación e incluso asesinato son los ingredientes de una historia dura y convincente, protagonizada por Alain Delon y Annie Girardot.
Visconti tardó dos años en terminar El gatopardo (1963), que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes. En ella el director italiano supo desarrollar un profundo análisis político, una de las características fundamentales de toda su filmografía: el personaje de don Fabrizzio, interpretado por Burt Lancaster, debe asumir el fin de la aristocracia y renunciar a sus privilegios de clase ante el nuevo empuje de la burguesía. Por otra parte, la pareja formada por Tancredi Salina (Alain Delon) y Angélica, la hija de un nuevo burgués interpretada por Claudia Cardinale, representa la única pareja feliz de toda la filmografía del director, como símbolo final del triunfo de la belleza y la juventud renovadas. Con El gatopardo Visconti persiguió la perfección en la puesta en escena, gracias al cuidado exhaustivo de cada detalle y a una producción y fotografía espléndidas, en este sentido algunas de sus películas pueden considerarse un completo tratado de estética; se dice que incluso exigió que los armarios estuvieran llenos de ropa aunque permanecieran cerrados durante las escenas. La película sirvió también para iniciar a Burt Lancaster en el cine europeo; después trabajaría con Bertolucci y Louis Malle.
Igual que se había ocupado de la evolución italiana, Visconti acometió el análisis de la evolución alemana a través de tres títulos: La caída de los dioses (1969), Muerte en Venecia (1971) y Luis II de Baviera, el rey loco (1973). En La caída de los dioses, que le valió el Oscar al mejor guión, exploró el auge del nazismo. Basada ligeramente en la familia Krupp, magnates del acero en el periodo anterior a la Segunda Guerra Mundial, el presupuesto de la película se terminó a la mitad de su rodaje, pero Visconti les mostró lo que llevaba rodado a los productores Alfred Levy y Ever Haggiag, y éstos proporcionaron el resto del dinero para poder terminarla. El lapso de tiempo duró varios meses, durante los cuales el protagonista, Dirk Bogarde, se embarcó en otras dos películas: Justine (1969) y Oh, What a Lovely War! (1969). La película supuso el debut del actor austriaco Helmut Berger, uno de los fetiches de Visconti.
Después llegó Muerte en Venecia, basada en la novela de Thomas Mann, en donde la decadencia impregnaba el último amor platónico de un homosexual, interpretado también por Dirk Bogarde. El diseño de vestuario fue nominado al Oscar, y la fotografía dirección artística, banda sonora y diseño de vestuario ganaron el premio BAFTA de la Academia Británica. Completa la trilogía, Luis II de Baviera, el rey loco, que de nuevo relataba el declive de la sociedad europea. Para este último, Visconti se apoyó en la figura imprescindible de Helmut Berger, que interpretaba al rey en un recorrido de cuatro horas.
Al terminar el rodaje de Luis II de Baviera, el rey loco, Visconti sufrió un derrame cerebral que le dejó en parte paralizado. A pesar de estar en esas condiciones pudo dirigir dos películas más, pero con la ayuda de sus colaboradores: Confidencias (1974) y El inocente (1975). La primera, con la inestimable ayuda de Burt Lancaster, Helmut Berger y Silvana Mangano, obtuvo el David de Donatello a la mejor película; y la segunda, basada en la novela de Gabriele d'Annunzio, con Laura Antonelli y Giancarlo Giannini como protagonistas, llevó a cabo un excelente estudio de personajes y repaso social. Poco antes de que la película fuera estrenada, Visconti murió en Roma, a los 70 años de edad, luego de una hermosa carrera pero lamentablemente demasiado temprano, pues aún aspiraba a presentar su versión de La montaña mágica de Thomas Mann y volver, como irremediablemente, a Marcel Proust para presentar otra versión de En busca del tiempo perdido, pero ya no de toda la obra, sino algo así como retratos fundamentales de algunos personajes importantes del ciclo novelístico y con este punto de partida desarrollarlos.
La vida del director estuvo siempre marcada por la contradicción. De fascista a marxista, de mujeriego a homosexual, de neorrealista a romántico. Estos vaivenes, pasiones y odios se reflejaron a lo largo de su filmografía hasta el punto de que su propia carrera es su mejor biografía

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