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Especial Asghar Farhadi. A propósito de separaciones, pasados y viajes

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El reciente estreno de la película Todos lo saben, de producción además española, con Javier Bardem y Penélope Cruz nos ofrece una inmejorable ocasión para acercarnos al cine del director y guionista iraní Asghar Farhadi, a través de una apasionante retrospectiva de uno de los autores más interesantes y fascinantes del panorama internacional, que a pesar de su corta filmografía nos ha dejado ya auténticas joyas que han sido aplaudidas por público y crítica y que suponen en líneas generales un mundo muy particular al que apetece siempre asomarse.

Tras sus primeros estudios cinematográficos en Teherán, y algunos trabajos en el teatro, Asghar Farhadi se fue haciendo un hueco con paso lento pero firme en el cine, comenzando con la serie de televisión “Historia de una ciudad”, para más tarde entregarse al largometraje e ir perfeccionando estilo y profundizando en temas.

Aunque su gran consagración vino con Nader y Simin, una separación, su película anterior (A Propósito de Elly) es muy notable, y sus trabajos posteriores igualmente brillantes, reconocidos internacionalmente con numerosos premios.


El cine de Irán en general nos ha ido dejando auténticas perlas a lo largo de la historia con directores de la importancia de Mohsen Makhmalbaf, Amir Naderi, Jafar Panahi, Samira Makhmalbaf, Bahman Ghobadi y sobre todo el recientemente fallecido Abbas Kiarostami, quizás el más grande de todos. Asghar Farhadi ocupa sin lugar a dudas un lugar destacado en ese selecto grupo y puede que sea el cineasta que internacionalmente mejor ha sabido conjugar tradición con modernidad y adecuar su mensaje sin perder un ápice de esencia ni de coherencia. Como componente de manera natural de lo que se dio por llamar La Nueva Ola del cine iraní, ocupa un papel esencial en la post-revolución de esa primera Nueva Ola.

Farhadi apuesta por un cine abiertamente social donde la política tiene su importancia y la denuncia está milimétricamente calculada para apuntar directamente donde quiere. Su trabajo formal, sin ser especialmente destacado, es importante, siempre con encuadres correctos y siempre con un impulso narrativo adecuado. Del mismo modo, en su cine se aprecia un gran trabajo con actores. Unos actores siempre muy bien seleccionados, que brillan con luz propia en todas sus películas y que imprimen un aire de autenticidad a la historia importantísimo. La naturalidad es un sello de autor al que nunca renuncia.

Sus historias, siempre escritas por él, comienzan sobre hechos cotidianos, una reunión de amigos o familiares, una separación, un reencuentro, etc pero derivan en dramas complicados e incluso en tragedias lo que le permite a Farhadi manejar con destreza el suspense de la historia y sorprender al espectador. La amistad y la familia son ejes irrenunciables, a los que acude para modelarla, presentarla en su vertiente más íntima y lograr que nos acerquemos a ella con los datos suficientes para valorarla y asumir el rol de espectador inquieto y testigo incómodo de situaciones dolorosas.


Así mismo, y aunque los adultos manejan las historias, los niños (y en general la infancia y la adolescencia) tienen un papel fundamental, como testigos mudos, inocentes pero curiosos y con ganas de conocer el mundo de los adultos desde su propia visión del mundo, intercediendo incluso en decisiones y logrando un equilibrio perfecto entre la inocencia de la infancia y la complejidad de la madurez. En cierto modo se presentan en muchas ocasiones como víctimas del mundo de los adultos, y de los problemas que no han sabido resolver.

Un cine fascinante que emociona, permite la reflexión, ahoga y sobre todo se disfruta como pocos, y nos abre una multitud de ventanas a mundos insólitos por conocer, a una humanidad reconocible, y en general a un cine auténtico y brillante.

PELICULAS



LOS COMIENZOS




En las tres primeras películas Farhadi ya deja clara cuál va a ser su intención e interés en el mundo cinematográfico, tras haber trabajado en el teatro y haber rodado algunos cortometrajes. Dancing in the Dust , Beautiful City y Fireworks Wednesday son tres película desarrolladas entre los años 2003 y 2006 y suponen un prólogo perfecto a una carrera cinematográfica que posteriormente sería sobresaliente hasta la fecha.

En sus inicios ya cuenta las historias con verdadera pasión, y en Dancing in the Dust plantea abiertamente el problema de una separación desde un punto de vista de crítica social hacia una cierta forma de vida.

Un comienzo prometedor que se verá confirmado con Beautiful City , un drama juvenil donde aparece el asesinato, y se pone en tela de juicio el posible perdón, con las correspondientes las complejidades del sistema judicial islámico de Irán, el machismo que conlleva y las consecuencias. Una película de gran impacto dramático que se desarrolla lenta pero adecuadamente.

Por último, en estos primeros comienzos nos encontramos con Fireworks Wednesday película que triunfaría en el Festival de Chicago con el Hugo de Oro, y que trata sobre las relaciones de pareja, las luchas de clases (algo que siempre encontraremos en su cine). Va perfeccionando su técnica, aparentemente sencilla pero siempre eficaz a la hora de retratar a los personajes y se va a asomando poco a poco a la maestría a la hora de narrar situaciones personales, conflictos de pareja y disputas sociales.

Farhadi había llamado ya a las puertas del gran cine, y a partir de este momento, no dejaría de hacerlo nunca.


A Propósito de Elly


Esta cuarta película supuso el primer gran éxito internacional de Asghar Farhadi y no es de extrañar. Se trata de una magnífica película que amplía su campo narrativo y explora los sentimientos y las emociones con gran acierto.

Tras un comienzo bastante metafórico sobre la propia libertad, la película nos presenta a un grupo de amigos que han organizado un fin de semana juntos en un ambiente muy fraternal y distendido. Todo resulta jovial e incluso a hay un ligero acercamiento a la comedia en este inicio de película. El encuentro tiene además el interés –también en ambiente de comedia- de intentar juntar a Elly y Ahmad que están aparentemente ambos sin compromiso.

Aunque la convivencia parece excelente, en seguida podemos comprobar que algo le pasa a Elly, no termina de estar suficientemente cómoda, y aunque se siente atraída por Ahmad, algo la frena, algo la inquieta hasta el punto de que tras la primera noche tiene el deseo de marcharse y no seguir en esa “fiesta”.
En el punto fundamental de la película, dejan a Elly al cuidado de los niños, y uno de ellos está a punto de ahogarse ante la ausencia de Elly. A partir de este momento nos encontramos ante otra –apasionante- película. Elly ha desaparecido, y todo indica que ha podido ahogarse intentando salvar al niño. Lo que había sido una convivencia fraternal comienza a vislumbrar grandes fisuras, y los reproches, las incógnitas y los misterios transforman la historia en un trágico cuento de proporciones muy dramáticas.

El momento previo al que Elly aparentemente desaparece está narrado con gran brillantez. Farhadi es consciente de la importancia del momento, y con movimientos rápidos de cámara consigue crear un clima de tensión por un lado y liberación por otro. Elly parece aparentemente feliz, hace volar una sencilla cometa y su rostro se ilumina. Pero, Elly corre peligro…

La desesperación se apodera del grupo y nuevamente Farhadi vuelve a tirar de maestría para lograr que tensión, enfrentamientos, drama y consternación se muevan en un mismo sentido y se prolonguen sin apenas respiro. Se crea la duda, ¿se ha ahogado o se ha marchado? Ante la duda no queda más remedio que acudir a sus familiares, y en este punto Farhadi se recrea en otra situación anómala pero de gran calado social. El que parece ser su hermano, es en realidad su pareja y el enfrentamiento con el grupo está servido. El drama y el conflicto están sobre la mesa, y realmente no sabemos hacia donde se va a dirigir el desenlace final que apunta a trágico.

Farhadi en ese momento ya ha posicionado todas las bases, la película que comenzó siendo una amable comedia, se ha convertido en un vertiginoso drama, una intriga desesperante y una gran carga de denuncia social en cuanto a las relaciones personales y la violencia machista. Los juicios paralelos y la relatividad moral también cobran su importancia y se presentan como temas de profundo debate. Del mismo modo las clases sociales, y la manera de enfrentarse a sí mismas se ponen también de relieve, teniendo siempre en cuenta las diferencias culturales existentes entre un país como Irán y Occidente en general. Y en esto adquiere gran importancia el personaje de Elly, la manera en que tienen de tratarla desde un comienzo casi indiferente, pero amable por las apariencias exhibidas hasta un momento final claramente inquisitorio en función del problema que ha creado, un juicio moral en el que Elly no tiene derecho a la defensa. Elly termina siendo un auténtico misterio. No sólo por la incógnita de su situación actual sino por las motivaciones de su situación personal, la relación con su novio y su familia, y las razones por las que ha acudido a la reunión de amigos para conocer a Ahmad.

Todo es un fascinante misterio que admite multitud de interpretaciones.


Como va a ser habitual en el cine de Farhadi, el plano interpretativo es sobresaliente, los actores (que repetirán posteriormente algunos en otras películas) realizan un magnífico trabajo en todos sus planos interpretativos y consiguen que todo sea convincente y profundamente real, algo nada sencillo dado el extraordinario guión del propio Farhadi y de Azad Jafarian. Una historia que se fue creando a partir de escenas imaginadas, como la de un hombre solo, al atardecer, con la ropa empapada y esperando a que saquen del mar el cadáver de una mujer y desarrollando el guión a partir de consecuencias o de situaciones problemáticas.

El verdadero eje central de toda la película es el personaje de Sepideh, y en ella encontraremos las claves más importantes del mensaje de Farhadi. Un trabajo brillante de interpretación a cargo de Golshifteh Farahani (años más tarde la encontraremos en Red de Mentiras de Ridley Scott y en el cine de Jim Jarmusch, y su obra maestra Paterson) permitirá que el personaje transite por diversos planos dramáticos, siendo el más importante el arrepentimiento. Un personaje que supone el contrapunto al de Elly. Dos reflejos de mujer e incluso de sociedad claramente contrapuestos y de interesante análisis social.
Con este duelo de personajes, Farhadi también se permite la licencia de exponer al mundo la situación (casi siempre distorsionada en Occidente) de la mujer iraní, y la liberación que está experimentando en todos los ámbitos de la sociedad. Farhani ejerce en este sentido como perfecto embajador de una sociedad poco conocida.

Los estudios previos de teatro de Farhadi quedan muy en evidencia en esta película de situaciones, de diálogos y de aspecto general muy teatral. Unas herramientas que ha sabido adaptar al cine y aportarle una esencia dramática fundamental sin anclarse en formas ni aspectos convencionales, logrando una gran naturalidad en la relación entre los personajes y sobre todo las relaciones de pareja.

Farhadi se cuida mucho de proponer un ejercicio activo al espectador, de provocarle y de obligarle a situarse en el plano de juez y parte, o en el plano de empatía emocional y siempre directa. Un mecanismo esencial que el cineasta maneja con gran dominio y que permite que la película se mantenga siempre viva y que adquiera amplios matices.

Como no podía ser de otra forma, el tramo final es apasionante e incluso sorpresivo y redondea una película notable con la canción "Song for Eli" del músico alemán, Andrea Bauer como broche final .

La película obtuvo un gran éxito de taquilla (aunque la siguiente sería la que batiría todos los records del cine iraní) y ganó el Oso de Plata al Mejor Director en el Festival de Berlín, todo un pistoletazo de salida a lo que iba a ser una carrera sobresaliente.


Nader y Simin, una separación


Con la quinta película Asghar Farhadi tocará la cima. Dirige, escribe y produce una auténtica obra maestra que abrió todas las puertas y supuso un antes y un después en muchos sentidos.

Tras unos breves títulos de crédito con una rutinaria fotocopiadora realizando su función, Farhadi nos presenta de inmediato en un plano fijo inquietante a la pareja que se presenta ante el juez para solicitar (por parte de ella) el divorcio o separación matrimonial. Ella quiere marcharse del país y él no, y este conflicto será el eje inicial sobre el que discurra la película, pero no necesariamente el principal.

Tras esta comprometida y problemática situación la vida continúa, pero de manera algo más compleja. Ambos tienen una hija de once años, y tienen que pensar en el bienestar de ella, que de momento prefiere vivir con su padre, el cual tiene además la complicada tarea de cuidar de su anciano padre con la enfermedad del Alzheimer ya avanzada. El ambiente es de tristeza, los planos hablan por sí mismos sobre el tono gris que domina la vida de los personajes y las despedidas envuelven un drama corriente pero emotivo. El marco inicial está creado, y Farhadi añadirá más leña al fuego para que el otoño de los sentimientos adquiera un matiz desesperante. Y lo hace con gran acierto.

La situación del padre de Nader le obliga a contratar a una persona que le atienda, y aquí surge el siguiente conflicto que convivirá con el ambiente de separación y obligará a Nadir a vivir un complicado infierno personal. Nos resultará relativamente sencillo entender a Nadir, ponernos en su lugar e incluso familiarizarnos con él. Un buen padre, que mantiene una excelente relación con su hija, con su entorno, e incluso con su mujer, y que simplemente mantiene con firmeza sus convicciones, el amor hacia su padre y hacia su país. Por esta razón, el espectador vivirá los sucesos que le ocurren a Nader como en piel propia, y será partícipe de su sufrimiento y de los acontecimientos que van sucediendo. Nader sobrelleva una fuerte carga, y pese a su aparente fortaleza, podremos observar cómo se derrumba en un momento dado, y podremos sentir su desesperación.

En un descuido de la cuidadora, su padre se cae, y tras una discusión posterior con empujones aleatorios, la cuidadora pierde a su hijo (estaba embarazada) y el conflicto traspasa el orden casero para volverse judicial, con todo lo que ello conlleva. Curiosamente, no es la actuación de la cuidadora respecto a su padre lo que origina todo el conflicto, sino la acusación (equivocada) de que ella ha podido robar dinero de la casa. La honestidad como principio fundamental e inviolable.

A partir de aquí, la película adquiere otro tono, los conflictos morales y religiosos salen a la luz, y la estructura familiar se debilita conforme se van conociendo datos. Todo desarrollado con gran sutileza, con maestría artesanal y siempre dando todo el protagonismo a los personajes en una invitación personal a la importancia de su mundo interior, siempre en el marco de un juicio oral donde se investigará todo y donde aparecerá un nuevo y controvertido personaje, el indignado marido de la cuidadora.


Todo tiene una profunda verosimilitud, las interpretaciones, sobresalientes en todo momento (destacando principalmente el gran trabajo de Peyman Moadi, como Nader) permiten que la historia contenga autenticidad, naturalidad y ese punto de realismo necesario e imprescindible. Todo muy convincente. Como ocurría con la anterior película, Farhadi construye el guion partiendo de una escena, de un hombre lavando a su padre. A partir de ahí, comienza a imaginar, comienza a crear.

El papel de la hija, Termeh, interpretado por la propia hija de Farhadi (Sarina Farhadi) es de suma importancia. Supone el equilibrio en muchos sentidos y la línea que nadie quiere sobrepasar. Actúa como testigo silencioso tanto en la separación de sus padres como en el conflicto creado, pero ese silencio se irá rompiendo con miradas, con inquietudes y finalmente con lágrimas. En sus ojos podremos juzgar la moralidad de los adultos, el incomprensible y complejo mundo social y judicial y también sus propias inquietudes. En un momento dado incluso podremos observar su reacción ante obligadas contradicciones a la que se le somete.

Vuelve a existir una fuerte crítica social, se vuelve a presentar una ventana al mundo llena de matices, donde se pone en tela de juicio la dignidad, el honor, la verdad, y las propias relaciones familiares y vecinales en un contexto complejo y donde cada uno toma partido como puede y en ocasiones como debe. El remordimiento personal, pero también religioso hará que la historia se desarrolle por diferentes vías y discurra para caminos no siempre predecibles, teniendo el suspense como una parte muy importante de la historia. La honestidad será un valor fundamental al que acuden constantemente los personajes, así como el amor, la responsabilidad y el sacrificio con la familia, a pesar de la dureza de las circunstancias.

Farhani se preocupa por mostrar sólo lo estrictamente necesario, de dejar que sean los propios personajes los que desarrollen la historia en función del momento y del tiempo que les ha tocado vivir, y permite que se admitan interpretaciones y que se saquen conclusiones personales. Cámara en mano, descubre a los personajes, nos los muestra en su aspecto más rutinario, pero también en con sus propios conflictos personales. Incluso los niños, sus miradas, y sus incomprensiones, serán una parte fundamental para poder entender toda la historia en su conjunto. Una fría mirada de Termeh y la hija de la cuidadora, en un momento importantísimo de la película resultará estremecedor y profundamente revelador de cómo están viviendo ellos, desde la mirada inocente el conflicto de sus padres.

El momento final es de gran calado, y no sabemos con certeza cómo van a reaccionar las partes en función de los acontecimientos últimos, en función de los secretos guardados y Farhani nos regalará posteriormente unos fascinantes créditos finales (el único momento con música en toda la película) con una importante incógnita y con una posible resolución en la que el espectador, invitado de lujo en este teatro de los sentimientos, podrá participar en base al conocimiento de todos los elementos. Un final magistral y muy emocionante.

Una gran película que supuso el primer Oscar del cine iraní, además de triunfar en otros Festivales de cine como Berlín, con el Oso de oro, y ser la película más taquillera en la historia de Irán.


El Pasado (2013)


La separación de una pareja vuelve a ser el tema de interés en el que Asghar Farhadiquiere centrarse al igual que en su anterior y exitosa película. Pero en una vertiente completamente distinta. En esta ocasión es un pequeño reencuentro de una pareja ya separada y en trámites de divorcio. Una circunstancia convivencia que generará todo un cúmulo de situaciones conflictivas a las que Farhadi acudirá a exponerlas con gran brillantez.

Por vez primera, Farhadi sale de las fronteras del cine iraní y viaja a Francia (con todo la dificultad que conlleva en cuanto al idioma, aunque sin perder en absoluto su esencia) y cuenta para ello con la excelente actriz Bérénice Bejo y con Ali Mosaffa como pareja protagonista, además de con Tahar Rahim. En un principio iba a ser Marion Cotillard la elegida para el papel principal, y de hecho se elegió a Pauline Burlet para el papel de hija por su parecido con ella, pero finalmente no pudo participar en esta película.

La película vuelve a ser un ejemplo de gran dirección, como viene siendo habitual en el cine de Farhadi. En un primer plano inicial Marie parece estar esperando al alguien en el aeropuerto. Llega su expareja y se introducen en el coche tras una fría bienvenida. Ella conduce, y al echar marcha atrás choca con otro coche aparcado, a lo que acude inmediatamente el título de la película: El pasado. Una brillante metáfora inicial: retroceder al pasado nos puede llevar a chocar…fascinante comienzo.

En el trayecto hacia casa hablan de lo cotidiano, y de su hija adolescente. Una vez en casa se aprecia cierta tensión, Marie no sobrelleva muy bien la convivencia con sus propios hijos y con el hijo de su pareja (noticia que Ahmad desconocía y le desagrada). Evidentemente, Marie no parece llevar una vida feliz, tras su separación…

El foco principal de eje de las historias paralelas que se suceden, reside en la hija Lucie, auténtica víctima de los “juegos” de adultos y la que sufre todas las consecuencias. Marie vive con su madre en Francia (su padre está en Brusela), su anterior padrastro, con el que mantenía una buena relación, en Irán (el que ahora ha vuelto por unos días) y su padrastro actual vive con ella, al que odia profundamente. No asume el divorcio de madre ni tampoco su futura boda, y todo se va convirtiendo en un laberinto de redes emocionales del cuál le cuesta mucho evadirse.

La película esconde escenas bastante impactantes, aunque como siempre rodadas con naturalidad y sin aparente importancia. El momento en el que se conocer Ahmad y el novio de su exmujer es muy tenso y con símbolos muy directos, como el hecho de que no se den la mano, con la excusa de Ahmad de tenerla sucia. Múltiples detalles, desencuentros formales, desamores presentes (en otra escena muy significativa dentro del coche Marie le coge la mano a Lucie y él la suelta, con la excusa de tener que cambiar de marcha. Un magnífico juego de símbolos que encontraremos a lo largo de la película y que cuentan más de la historia que las propias palabras.


Las causas de la desazón de Julie, la hija adolescente no residen sólo en el divorcio de su madre o en la nueva vida con su nueva pareja, sino en la causa por la que la mujer de Samir está en coma, y en el transcurso de la película esta razón será la trama más importante y se convertirá en el suceso más intrigante que mantendrá a la película en continua tensión. Descubrir esa causa, abrirá una caja de pandora de secretos, confesiones y dramas que terminarán de completar un guión notable. El mundo interior de Julie se vuelve más complejo y al atormenta por dentro no saber la verdad, hasta el punto de romper a llorar junto a Ahmad, auténtico pañuelo de lágrimas de Julie. La trama en esta parte de la película es compleja, aunque sencilla de seguir, se sabe que han sucedido un cúmulo de azares que han llevado a la mujer de Samir al coma, y se suceden culpas y arrepentimientos inevitables.

Por tanto Julie, junto a los dos niños pequeños frutos de ambas parejas (de Samir y Marie) vuelven a ser una parte fundamental del cine de Farhadi. Julie con sus tormentos personales a causa de los problemas de los adultos, y los otros dos niños situados de nuevo frente a la incomprensión, con la mirada inocente de quién no entiende unas complejidades que escapan a su entendimiento y los hunden en las incógnitas, repercutiéndoles lógicamente en su vida y en su carácter. Caminan con dificultades en el barro creado por los adultos y no pueden impedir mancharse. Incromprensión, rabia y finalmente tristeza llenan estos momentos de su vida.

En el tramo final de la película y ante todo lo sucedido, los personajes tienen una auténtica convicción que no saben si van a poder cumplir: no volver a mirar al pasado, continuar en un presente que si acaso se presenta doloroso es inevitable para poder continuar con sus vidas. El pasado como objeto de disputas, a olvidar. En otro simbolismo perfecto de Farhadi, y cuando Ahmad pretende contarle por qué se fue a Irán, Julie se da media vuelta y abre ventanas de para en par, quedándose de espaldas a él, que no tiene más remedio que marcharse. Ella no quiere volver a saber nada del pasado. Quiere volver a vivir.

El final vuelve a ser magnífico, y nos remite a Samir, que aparentemente no es el protagonista de la historia, en el hospital con su mujer en coma, con escenas muy determinantes y un último plano emotivo y también, como no, con alguna incógnita…


El Viajante


Todo comienza con una evacuación de un edificio, por riesgo de derrumbe. Una de las parejas que viven en él, Emad y Rana, ambos actores de teatro, tienen que irse a vivir a otro sitio, una vivienda que les proporciona un compañero de teatro. El problema es la antigua inquilina de esa vivienda, y los problemas que les va a causar…

Al margen de este inicio un tanto convulso, todo transcurre con aparente tranquilidad, sus vidas no han cambiado mucho y parecen muy entregados a su trabajo. Esa tranquilidad se rompe cuando él llega un poco más tarde y se encuentra que no está Rana, pero sí hay sangre en el baño: se la han llevado los vecinos al hospital. Al parecer alguien entró en casa y la atacó. El encuentro de un móvil y unas llaves que se ha dejado el presunto agresor en casa, dará comienzo a un thriller para averiguar quién ha golpeado a Rana, cuáles han sido las motivaciones y en definitiva buscar respuestas y justicia.

Con la introducción del mundo del teatro en esta película, Farhadi recupera en cierta medida sus inicios y les rinde homenaje. Además, la representación elegida es “Muerte de un viajante” de Henry Miller, dando lugar a su vez al -acertado- título de esta película.

Al no poder superar Rana el suceso, la relación de pareja entra en un momento complicado, creciendo en él las ganas de venganza, y en ella decreciendo las ganas de hacer nada. A través de varias averiguaciones, consiguen saber quién ha sido el agresor, y en este tramo final de la película el dramatismo aumenta de nivel hasta llegar a un punto realmente intenso, en una larga escena (muy teatral) donde el trío de personajes principales tendrán mucho que expresar, no sólo con las palabras sino también con las miradas.

Todo está narrado con suma corrección, sin apenas resquicios y con un gran entendimiento entre personajes e historia, donde la coherencia gana la partida y nos permite disfrutar de un gran momento narrativo.


Como es habitual en el cine de Farhadi, el final también es bastante simbólico, ambos personajes dejándose maquillar, serios y pensativos tras todo lo que ha sucedido, con la duda de saber si después de todo seguirán juntos…

Como curiosidad, Farhadi vuelve a contar con la misma pareja de actores que en A Propósito de Elly están a punto de acabar en pareja, resultando un propio guiño del autor iraní hacia aquella historia y hacia su cine en particular.

Una película que supone un paso más para Farhadi en su vuelta a Irán y que le valió el segundo Oscar a la Película de habla no inglesa, aunque no acudió a recibirlo en protesta por la política de Trump respecto a los inmigrantes, aunque si dejó un interesante discurso leído por Anoshe Ansari, primera mujer astronauta iraní.


Todos lo saben


Como consecuencia del viaje internacional del cine de Farhadi, en esta ocasión decide visitar España, todo un lujo para el cine español y una nueva ocasión para trasladar su cine a contextos y culturas aparentemente distintas pero con resultados, como ocurría en El Pasado (2013), sumamente interesantes.
En esta ocasión la historia discurre en la España rural, con todas las características que eso conlleva perfectamente identificables, en el plano familiar y recurrentes en algunos aspectos en su trayectoria cinematográfica en particular.

En un comienzo la historia tiene todos los elementos para desarrollarse en un clima tranquilo, jovial, de aparente calma y con tintes de comedia en las relaciones familiares y de amistad. El reencuentro de una familia como consecuencia de la boda de una de las tres hijas, es la excusa perfecta para juntar a todos, para rememorar añoranzas, para disfrutar de un presente que se pierde entre los dedos. Los preparativos y la llegada de los personajes sirven como excusa para la presentación muy bien desarrollada de los personajes. Vamos conociendo lo fundamental de cada uno, y también vamos intuyendo los posibles secretos, aquello que “todos lo saben”…

El inicio nos traslada lentamente alrededor de un viejo reloj oxidado, en lo alto de un campanario, como símbolo evidente del tiempo. Un preludio perfecto sobre la importancia que va a tener el tiempo en esta película, no sólo el pasado, que suele ser lo más habitual sino también un presente muy incierto y las cicatrices que puede provocar…

Escenas posteriores sobre recortes de periódico nos pondrán en preaviso sobre un secuestro infantil (Carmen) ocurrido años atrás y nos anticiparán un posible misterio. En el futuro tendrá su sentido y se nos anticipa ya como un pequeño guiño a una posible tragedia por llegar.

Las distancias familiares (una de las hermanas vive en Argentina) los reencuentros, las remembranzas, tendrán un parte muy importante en esta película con la melancolía siempre presente y unos actores que realizan un estupendo trabajo para que todo tenga su sentido y sobre todo mantenga su autenticidad rural.

El elenco de actores para esta película es de auténtico lujo: Penélope Cruz, Javier Bardem, Ricardo Darín, Eduard Fernández, Bárbara Lennie, Elvira Mínguez, Ramón Barea, Inma Cuesta…actores de primerísimo nivel, en un gran momento interpretativo, y en esta ocasión realizando –todos- un gran trabajo, destacando especialmente la pareja principal de protagonistas, Penélope Cruz y Javier Bardem (la quinta colaboración entre los dos atores después de Jamón, Jamón , Vicky Cristina Barcelona, El Consejero (2013) y Loving Pablo. Ambos con una química muy especial en esta película y ambos logrando que sus personajes adquieran gran potencial dramático.


Todo es festividad, alegría y ambiente de celebración como no podía ser de otra manera en una boda feliz, hasta que un apagón sirve de inicio a una segunda y apasionante segunda parte de esta película que hasta el momento sólo había presentado su cara más amable. Tras el apagón, la hija de Laura (la hermana que ha venido desde Argentina) desaparece y con el tiempo irán descubriendo que se trata de un secuestro abriendo de este modo la caja de truenos, de lágrimas y también de sospechas. Este interesante juego de sospechas da a su vez pie a un juego de rencores, de amores ocultos, de pasados que habían quedado olvidados y que salen a la luz, y que enturbiarán la relación de la familia.

La película por tanto, queda dividida, en dos partes muy diferenciadas que se asemejan mucho a A Propósito de Elly. Por un lado tenemos, como en aquella un comienzo festivo, divertido, en un ambiente de comedia que a su vez se desarrolla en un ambiente de la España rural más reconocible. Y posterior y bruscamente, tras un suceso trágico nos encontramos de lleno con una segunda parte que abandona todo este ambiente inicial para sumergirse sin concesiones en una serie de momentos que transitan sin problemas del thriller al drama sin perjudicar el desarrollo de la historia. Los conflictos paralelos se irán sucediendo al tiempo que la niña no aparece y al tiempo que la desesperación se apodera de todos, y especialmente de Laura, y de su misterioso marido, Alejandro, que ha venido desde Argentina posteriormente.

Si bien todo está muy cuidado, y todo se mantiene en un alto nivel, no llega a alcanzar la cota de películas como la mencionada A Propósito de Elly o Nader y Simin, una separación, aunque supone un paso adelante más en la brillante trayectoria de Farhadi, que se mueve como pez en el agua en un cine de conflictos sociales y familiares salpicándolos con pequeñas dosis de intriga.

El propio Farhadi tenía dudas sobre si esta historia podría adaptarse a la cultura española, y fue el mismo Almodóvar (director al que admira), el que una vez leído una parte del guión le “advirtió” que si esa historia no la rodaba, la rodaría él mismo, aplaudiendo de este modo el guión y confirmando que encajaría con nuestra propia cultura, como así ocurre efectivamente.


Estamos por tanto ante uno de los mejores directores del panorama internacional, y todo un cineasta imprescindible del que resulta especialmente estumilante acercarse a su brillante filmografía, disfrutar con cada uno de sus ocho títulos, y esperar, con gran expectación, un nuevo trabajo suyo.


@sergio_roma

 

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