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Especial Slapstick (III): 10 obras para introducirse en el género

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Después de los dos anteriores artículos dedicados al slapstick, hemos pensado en ofrecerles un Top10 de films del género dirigido sobre todo como pequeña introducción o complemento de los artículos anteriores. De entrada cabe decir que esta selección no son mis 10 películas favoritas, sino 10 que representan especialmente bien la evolución del género a través de los años y los rasgos distintivos de cada cómico. Aquí va sin más dilación:



1- Max Linder - Max se da un baño (1910)


Empezamos con un breve precedente del slapstick, el francés Max Linder, una influencia reconocida por grandes del género como Mack Sennett o Charles Chaplin. A diferencia de la mayoría de cómicos de la época, Linder se preocupó por dotar a su personaje de personalidad propia, con esa apariencia de pícaro gentleman que se mete en situaciones absurdas. En este caso lo único que quiere el bueno de Max es darse un baño, pero como supondrán, la cosa acabará desmadradándose. Teniendo en cuenta la fecha de producción y la sencilla premisa de la que parte, realmente es más que notable.




2- Mack Sennett - Un romance en el barro (1913)


Entra en acción Mack Sennett con su troupe de cómicos de la Keystone. Éste es uno de esos films que medio improvisó con sus cómicos estrella a partir de un hecho real: el drenaje de un lago, que el astuto productor y director pensó que le serviría para crear algunas situaciones divertidas. Todo el resto de la trama surgió a partir de esa voluntad de utilizar el lago.

Tenemos aquí a dos de las más grandes estrellas de la Keystone en la época: Ford Sterling (muy sobreactuado para nuestros estándares actuales, ciertamente su estilo ha envejecido peor que el de otros contemporáneos suyos) y Mabel Normand (la cual sí que creo que mantiene su encanto intacto). Y tampoco falta por supuesto la aparición estrella de los alocados policías de la Keystone al final.

Con el tiempo, el repertorio de estrellas de la Keystone iría variando y sus films ganarían en complejidad, pero antes de la llegada de colosos como los que mencionaremos seguidamente, las comedias de Sennett no tendrían rival.




3- Roscoe 'Fatty' Arbuckle - Fatty en la feria (1917)


Este no es el mejor cortometraje de Roscoe 'Fatty' Arbuckle, pero lo he seleccionado porque tiene varios rasgos muy representativos de su cine. Para empezar, parte de una premisa típica de muchas obras de slapstick de situarse en un evento o espacio real (en este caso, un parque de atracciones) y extraer de ahí los gags medio improvisadamente. En segundo lugar, podemos ver en él a algunos de sus colaboradores habituales, como su sobrino Al St. John, un Buster Keaton recién iniciado en el mundo del cine e incluso su perro Luke. Ah, y por último, no podía faltar una dosis de travestismo.

Aquí puede verse el tipo de personaje que solía interpretar Arbuckle, con ese carácter de niño grandullón que no obstante tenía una agilidad envidiable para los gags físicos. Es de resaltar también lo sumamente generoso que era con Keaton y St. John: aunque es una película dirigida y protagonizada por él, les cede bastantes escenas a ambos para que se luzcan, algo que raramente encontrarán con los otros grandes cómicos slapstick de la época. Como curiosidad, Keaton hace dos papeles (al final interpreta también a un policía) y, lo más llamativo de todo, se le puede ver riendo en diversas ocasiones. Eso es debido a que aún no se había hecho célebre y no había desarrollado su personaje de 'cara de palo'. Solo unos años, después esa imagen ya no se volvería a repetir.

Cuando años después Arbuckle cayó en desgracia, Keaton -por entonces ya una estrella- fue de los pocos en salir en su defensa. El gran cómico no olvidaba lo generoso que fue con él y lo mucho que aprendió a sus órdenes en los cortos que hicieron juntos.




4- Charles Chaplin - Charlot en el balneario (1917)


He elegido este film como muestra de los cortometrajes de la primera época de Chaplin, aunque en realidad habría muchos donde elegir. Aquí podemos disfrutar del Charlot más puramente humorístico, ya que en esa época Chaplin todavía no se había tomado tan en serio el cine como para profundizar demasiado en los elementos melodramáticos que aparecerían en sus siguientes films. Su finalidad era, por tanto, únicamente hacer reír.

Este cortometraje nos demuestra cómo el cómico británico ya había demostrado ser un genio antes de pasar a hacer sus películas más serias, además del dominio absoluto que tenía de la dirección cinematográfica. Creaba sus películas de forma totalmente independiente con un equipo escogido cuidadosamente y se pasaba días enteros ensayando y perfeccionando cada detalle. Lo que ven aquí es fruto de semanas de trabajo: cada gag estaba pensado al detalle para exprimir su máximo potencial y que cada acción se desarrollara en el momento preciso.

¿Quién se atrevería a decir que hacer reír era algo fácil o de poco valor? Gente como Chaplin convirtieron el humor en una forma de arte que requería tanto trabajo como la realización de un film de cualquier otro género más prestigioso.




5- Harold Lloyd - El hombre mosca (1923)


Una vez que el slapstick se atrevió a dar el salto al largometraje, los más grandes cómicos del género empezaron a deslumbrar al público con películas que mantenían el humor de sus cortos y demostraban un dominio apabullante del lenguaje cinematográfico. Harold Lloyd fue el que tuvo más éxito en el terreno del largometraje junto a Chaplin, dando forma a algunas de las películas más taquilleras de la década.

De todas ellas, El hombre mosca es la que ha pasado más claramente a la posteridad: la historia de un joven que intenta triunfar en la gran ciudad para casarse con su chica, mientras le hace creer a ésta que tiene una vida mucho mejor de la que realmente tiene. El personaje de Harold es conmovedor, pero sigue siendo divertidísimo en sus escenas en los grandes almacenes donde trabaja. No obstante, la gran escena por la que el film siempre será recordado es la escalada del rascacielos, un prodigio de humor y suspense a partes iguales que se encuentra entre los mejores momentos de la historia del cine.




6- Buster Keaton - El Moderno Sherlock Holmes (1924)


Ha sido especialmente duro seleccionar un film del que es mi cómico de slapstick favorito de todos, Buster Keaton, y más si tenemos en cuenta también sus primeros cortometrajes. Si me he decantado por El Moderno Sherlock Holmes no es sólo porque sea una de sus mejores películas, sino porque es la obra que mejor expone la forma como Keaton entendía el cine: como un medio del que servirse para sorprender al espectador jugando con su técnica.

El film nos cuenta la historia de un proyeccionista injustamente acusado de robo que se duerme durante una proyección y sueña con ser el protagonista de un film de intriga en el que rescata a la chica que ama de las garras de un villano (su rival amoroso en la vida real). Partiendo de la base de que la mayor parte de lo que vemos es una película dentro de otra, Keaton se permitió gags absurdos de todo tipo que son tratados casi como números de magia que siguen funcionando hoy en día. Un ejemplo es el alucinante momento en el que huye de los criminales entrando en el maletín que le abre su ayudante, por no mencionar la maravillosa secuencia en la que penetra en la pantalla de cine. Con films como éste no es de extrañar que los surrealistas veneraran a Keaton.




7- Harry Langdon - Tarde de sábado (1926)


Las primeras veces que uno ve películas de Harry Langdon no es raro sentir cierta decepción, ya que se puede decir que es el cómico de slapstick más de culto (en el sentido de no ser tan popular y gozar de un gran prestigio entre los entendidos), y sin embargo sus films no son tan hilarantes como uno esperaría. La magia de Langdon reside más bien en el estilo de interpretación de su personaje, su comportamiento tan infantil (de hecho se le solía denominar 'Babyface'), pero no en el sentido desmadrado de Roscoe 'Fatty' Arbuckle, sino más bien fomentando su inocencia casi angelical. Langdon interpretaba a su personaje de forma más contenida, como un niño tímido que rompía las reglas establecidas.

Tarde de sábado es un buen ejemplo de ello. Aquí encarna a un sufrido esposo que quiere escaparse de casa un sábado por la tarde para huir de su dictatorial esposa. Después de conseguirlo y sufrir una serie de percances, su mujer le recoge maltrecho en la calle y se reprocha a sí misma lo sucedido por haberle dejado salir de casa como si fuera un niño irresponsable.




8- Charley Chase - Grande como un alce (1926)


Charley Chase es el vínculo más directo del slapstick con la screwball comedy de los años 30. Su aspecto de galán burgués tenía más puntos en común con un William Powell que con un Chaplin, pero su estilo de humor era indudablemente el de un cómico de slapstick.

De todos los cortometrajes que realizó con Leo McCarey, Grande como un alce es uno de los más divertidos y que guarda además más puntos en común con la comedia romántica de enredos que llegaría con el sonoro. El argumento no tiene desperdicio: los dos miembros de un matrimonio se someten, cada uno por separado, a una operación de cirugía. Cuando se reencuentran no se reconocen mutuamente y se intentan seducir el uno al otro sin sospechar que están cometiendo adulterio con su propio cónyuge. La historia en sí misma es típica de las screwball comedies, pero el enfoque tan absurdo es puro slapstick (¿cómo pueden no reconocerse únicamente por una operación de nariz y de dientes?). La escena en que Chase simula una pelea consigo mismo justifica por sí sola el visionado del film.




9- Laurel y Hardy - Ojo por ojo (1929)


De todos los grandes del slapstick, Stan Laurel y Oliver Hardy fueron los que traspasaron la frontera del sonido con más éxito. De hecho, poseen grandes films tanto en su etapa muda como sonora, ya que supieron mantener intacto su estilo adaptado a las circunstancias del cine sonoro. No obstante, sí que se nota una diferencia entre sus cortometrajes y sus largometrajes, y el consenso general es que sus mejores obras fueron las de formato corto.

De todas las posibles a escoger me he decantado por Ojo por ojo (1929), ya que sigue una premisa que me encanta: una situación que empieza con un simple ataque que va repitiéndose hasta ganar en proporción poco a poco y acabar desembocando en una batalla campal desbocada. Hay otros cortos anteriores de Laurel y Hardy que ya parten de esa idea, como Two Tars (1928) o You're Darn Tootin' (1928), pero mi favorito es éste que he escogido.

Empieza con la clásica historia de Laurel y Hardy intentando vender árboles de Navidad de puerta en puerta, pero una discusión con un posible cliente acaba desembocando en una pelea entre ambas partes en que el dúo cómico le destroza la casa mientras éste hace lo mismo con su coche. Si me costó escoger entre los tres films 'de destrucción' citados, lo que me llevó a decantarme por éste es el hilarante plano del dueño de la casa batallando contra un indefenso y esmirriado árbol de Navidad.




10- Charles Chaplin - Luces de la ciudad (1931)


Cerramos la lista con otro film de Chaplin que representa simbólicamente el fin de la era muda del slapstick. Luces de la ciudad se produjo y estrenó cuando el cine sonoro ya era claramente ganador sobre el mudo. Sólo alguien como Chaplin, acaudalado y absolutamente independiente, podría permitirse el capricho de hacer entonces una película muda de slapstick.

Aunque el film se sirve del sonido en algunas escenas (especialmente la inicial, en la que Chaplin parodia la verborrea de los films hablados), es en esencia una película muda que además contiene la esencia pura del cine de Chaplin: slapstick y melodrama. La que es para muchos (entre los que me incluyo) su mejor película también representa el fin de una forma de hacer cine y de un género que no tenía razón de ser en la era sonora.

 

Fuente: CINeol | Visitada: 42710 veces