Según la tradición no se puede hablar de los próximos partidos hasta que se haya ganado el que se va a jugar. Estoy seguro que para vosotros jugar esta final es como un sueño. Vamos a tratar de ganarla. Olvidaos del público y de la categoría del contrario. Pensad en vuestro equipo, recordad a quien representáis, pensad en las jugadas que hemos ensayado una y otra vez y lo más importante... no penséis si vais a ganar o perder el partido. Si ponéis todo vuestro esfuerzo y dedicación en jugar lo mejor posible el partido no e importa lo que al final señale el marcador, ¡para mi habremos triunfado! (Norman).

Srta. Fleener.- He conocido a muchos que se pasan el resto de sus vidas hablando de glorias pasadas cuando tenían 17 años.
Norman.-Muchos serían capaces de matar para que les tratasen como dioses solo unos momentos.
Srta. Fleener.- Hoy los dioses están muy desprestigiados, ¿no cree? Convertirse en uno solo por meter una pelota dentro de un aro de hierro. Lamento decirle esto señor Dale pero es solo un juego.
Norman.-¿Por qué es tan arisca señorita Fleener?
Srta. Fleener.- Porque conozco a los hombres como usted.
Norman.-Usted no sabe nada de mi.

Los cinco jugadores han de funcionar como un solo hombre... ¡equipo, equipo, equipo! ¿Entendido? Ningún jugador es más importante que el otro (Norman).

Me llamo Norman Dale, fui entrenador de baloncesto durante 10 años pero hace 12 que no ejerzo, así que aprenderé de vosotros y vosotros aprenderéis de mí (Norman).