por Sentenzia » 09 Ene 2009 22:25
Vuelca de tuerca totalmente necesaria para el señor Gus Van Sant. No todo en el Cine va a ser experimentar y crear estilo, también hay que ganarse el pan con algún trabajo más comercial después de sus cuatro semiminoritarios trabajos anteriores. Una película de contrastes bien marcados, lo grandilocuente y político frente a lo intimista y personal, lo operístico frente a lo hippie. Uno de los mayores aciertos y que mejor ha sabido engrasar Van Sant es la introducción de elementos documentales dentro del plano ficticio, bajo una dirección más que notable, dominando en todo momento el dualismo constante de escenas interiores y exteriores que se van intercalando, ambientando el San Francisco de los 70 a la perfección y con algunos planos soberbios. Biopic sobresaliente, perfecto hasta donde suena el Queen Bitch de Bowie, donde se abandona ese aire indie para empezar a tomar un tono mucho más político y un ritmo cansino, del que esperaba un planteamiento más directo y menos regodeante en debates, senadores, leyes, propuestas y revueltas. 20 minutos menos en esa parte central, o un enfoque mucho más informal y desenfadado y estaríamos hablando de una de las películas del año, con un Sean Penn que lejos de realizar una actuación provocativa y sobregesticulada, para el tipo de personaje que interpreta, cargado de ambición, energía y carácter, está bastante comedido en la mayoría de las escenas, tan sólo deja sacar el amaneramiento gayer en puntuales momentos donde la situación lo permite. El Oscar se lo merece sin duda, aunque también es cierto que es otro de esos casos evidentes donde el maquillaje pone en bandeja el lucimiento al actor y realiza un porcentaje bastante elevado de su caracterización. De Josh Brolin tres cuartos de lo mismo, perfecto el aire de impotencia y derrotismo que impone a su personaje. Emile Hirsch y James Franco magníficos también. Pero en el otro extremo, y como uno de los lunares de la película, está Diego Luna, que se vuelve insoportable y totalmente perdido delante de la cámara, limitado por los constantes gestos de pluma repelente, sonrisita y mano caída.
Ahora que ya ha hecho caja, señor Gus, ya puede seguir usted con sus excesos detrás de la cámara.