Sin techo ni ley

[Staff CINeol]

Ficha


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[Villano]

Si una cosa saben hacer los gavachos es crear películas sobre vagabundos y que además les queden verídicas. Aunque tiren de elementos fantasíosos como en Los Amantes de Pont Neuf o narren una historia un poco más amable (pero sin pasarse), siempre consiguen clavar los personajes. los comportamientos y los entornos. Pero, a pesar de que son películas que me gustaron mucho más, ninguna de esas consigue los niveles de veracidad de Sin techno ni ley.

A pesar de que se trata de una película tremendamente interesante y absolutamente consecuente a la hora de asumir las metas que se plantea sin trapa ni cartón, también se ha de reconocer que tiene momentos de hacerse pesada, incluso agotadora. Varda se sirve de un tono cuasi documental para narrar los últimos días de la sin techo ni ley y más que intentar crear una historia con un hilo narrativo bien definido a la vieja usanza, lo que hace es coleccionar diferentes retales e irlos ensamblando, no siempre de manera ordenada, y vemos como la vagabunda se junta con unos y con otros sin la necesidad de unir las piezas de manera directa o sin molestarse en que se vea una relación clara. Son como pequeñas islas y dado que casi todas las escenas van de lo mismo (la apática vagabunda va aquí y allá, se aprovecha de los tíos, no quire romperse el espinazo más de la cuenta, busca algo de comer, etc...) al final termina por hacerse reiterativa. Es evidente que Agnés Varda no prentedía crear un espectaculo de ello y por eso no idealiza a sus personajes, no va en pos de golpes de efectos que impresionen a la audiencia, no quiere encontrar respuestas, ni pulir la narración para que quede más presentable, pero sin un par de anécdotas podría haber sido más digerible.

Pero lo que al césar lo que es del césar. La sensación de realidad en esta película está tan lograda que es díficil creerse que haya guión o que los actores sean profesionales (los vejetes obviamente no lo son). Sin utilizar trucos cutres como la cámara parapléjica ni tirar de los diálogos más tontunos, Varda consigue exponer la historia con una objetividad documental intachable y a la vez hallar un relato triste, lírico pero tremendamente pragmático y maduro. Se ha de esperar al final de la película para hallar un plano que realmente contenga carga dramática y emotiva, aún y así a lo largo de la película ha conseguido construir una historia que emana miseria, libertad, soledad, suciedad, un conjunto de estampas de intachable realismo que se consigue olvidándose de los trucos facilones, ya que para empezar ni siquiera se esfuerza en mostrate a una protagonista para que te caiga en gracia, si no que es arisca y taciturna, pero que aún y así es imposible desearle ningún mal por tener las agallas de salirse del sistema que rechaza.

Es impresionante con que fidelidad muestra Varda la Francia rural, los vejetes que juegan al domino, los payeses que pasan de todos, el pastor ex estudiante de filosofia que pega golpes en al mesa para despertar al personal, el hurón disecado sobre la tele, la sensación de estar penetrando en las auténticas casas de esas regiones es absolutamente verídica, pues además de meter la cámara dentro de esas casas se cuida de que los personajes tengan unos diálogos increíblemente naturales, la puesta en escena sea cuidada y elegante pero no busque demasiada presencia y los actores desaparezcan bajo sus personajes. De todos ellos es Sandrine Bonnaire quien particularmente lo clava de manera más impecable, es asombroso como clava los gestos, la mirada distante y a veces de indiferencia, cómo muerde con hambre un sucio mendrugo de pan duro, todo eso hace mucho más que su aspecto desaliñado y sucio para hacernos llegar al personaje y aportarnos la sensación de que realmente estás ante una vagabunda.

El realismo se alcanza con una mirada transparente y no con imágenes con mala calidad de vídeo o imágenes temblorosas. A ver si Von Trier, Greengrass y compañía lo comprenden de una vez, que ya hace 20 años que alguien consiguió holgadamente lo que ellos buscan tan desesperadamente, sin necesidad de aspavientos.