Ficha: Paisaje en la niebla

[ABM]

Título: Paisaje en la niebla
Título original: Topio stin omichli
Año: 1988
País: Francia / Grecia / Italia
Género: Drama
Duración: 127 minutos
Formato: Color

Director: Theo Angelopoulos
Producción: Theo Angelopoulos / Eric Heumann / Stéphane Sorlat
Guión: Theo Angelopoulos / Tonino Guerra
Fotografía: Yorgos Arvanitis
Montaje: Yannis Tsitopulos
Música: Eleni Karaindrou

Intérpretes:
Tania Palaiologou - Voula
Aliki Georgouli
Dimitris Kaberidis - Uncle
Vassilis Kolovos - Truck driver
Ilias Logothetis
Gerasimos Skiadaressis
Stratos Tzortzoglou - Oreste
Michalis Zeke - Alexandre

Sinopsis:
En un barrio obrero de Atenas, dos hijos ilegítimos, Vuola de once años y su hermano Alexandros de cinco, sueñan cada noche con encontrar a su padre en Alemania; un padre, en realidad inexistente, inventado por su madre para tranquilizarlos. Un día los dos niños deciden emprender ese gran viaje. Llegan a la estación y clandestinamente se introducen en un vagón eludiendo a la policía en la primera parada, y continuando el viaje a pie. Después de algunas horas de camino, una noche nevada encuentran casualmente un carromato, conducido por Oreste. Allí está una familia entera de actores que recorren Grecia representando siempre la misma comedia. Los niños hacen con ellos un trecho del camino, pero pronto se separan para ir a la Autopista del Norte.

Premios:
1988, Venice Film Festival, OCIC Award y Silver Lion
1989, Berlin International Film Festival, Interfilm Award, Forum of New Cinema
1989, European Film Awards, European Film Award, Best Film

[Villano]

Una experiencia totalmente que difere por completo al cine al cual estoy acostumbrado. Angelopoulos tiene un estilo bastante díficil debido a su extrema lentitud, pero, extrañamente, a la vez también tiene algo fascinante debido al marcado tono lírico de sus imágenes y su aire abstracto. Aunque la película requiera mucho esfuerzo, cualquiera puede ver a primera vista la imponente fuerza de las imágenes.

Definitivamente, Angelopoulos no se parece a ningún otro director que haya visto. La destreza con la que utiliza la cámara contrasta con la sencillez de sus historias, las cuales saltan a primera vista que no son realistas, si no metafóricas, con esos niños en busca de una figura paterna misteriosa que parece no tener verdadera importancia para el director. Su próposito no es la de cerrar una historia si no la de desplazar la historia por esos paisajes de impactante belleza, que se complementan a la perfección con la maravillosa partitura de Eleni Karaindrou, sin la cual la película no sería la misma. Aunque todo hay que decirlo, tengo la sensación que Angelopoulos se pasa de rosca con sus simbolismos y va demasiado de espaldas al espectador. Parece que sólo quiera dirigirse a la minoría intelectual.

La interpretación de los niños protagonistas es asombrosamente convincente, casi lo mejor de la peícula, y consiguen que su vagabundeo conmueva y que la historia adquiera esa dimensión triste pero bella, a ratos desconcertante por su cáracter metafórico y en otros, desgarradora. Su lento y difuso transcurrir es lo que realmente pesa al espectador de a pié y hay ratos en lo que aburre,

Sin embargo no nos engañaremos: la película es muy lenta y abstracta, hay que pillarla con ganas y con la conciencia de saber que se va a ver. Pero paga la pena el probar un tipo de cine tan diametralmente diferente al habitual y así escapar así de la rutina y adquirir un poco de perspectiva cinéfila.

[El Pinguino]

Estoy empezando a pensar que convendría tener un manual de símbolos al lado cuando se ve una película de Angelopoulos, porque, madre mía, cada escena debe tener como una docena de significados metafóricos debajo, y seguro que comprendiéndolos se les podrían sacar mucho más jugo. Sin ir más lejos, en paisaje en la Niebla me he quedado completamente intrigado con las escenas de la nieve (en que todo el mundo se queda completamente detenido, cómo si de estatuas se tratasen), de la mano emergiendo del agua (¿referencia a La mirada de Ulises?), y con el plano final. En ese sentido sí que me ha resultado un poco más críptica, y por lo tanto emocionalmente distante, que la otra suya que he visto, la hermosamente melancólica La eternidad y un día, con la que conecté fácilmente. Y aún así, a pesar de esa opacidad, el cine de este hombre me atrae bastante, principalmente por su incontestable manejo de la cámara, que le permiten crear preciosas coreografías visuales casi en cada toma, logrando que el visionado de una película en principio pesadísima se haga entretenido gracias a su recreación visual; pero también por la particularísima manera de mezclar los cánones genéricos del cine de descubrimiento vital e incluso de las road-movies con un toque más autoral y simbólico. Puede que sea esa característica lo que lo hace tan potente e interesante

En fin, seguiré con su filmografía y veré qué sorpresas me puede deparar.