Ficha: Lugares Comunes

[Sycamore]

Título Original: Lugares comunes
Año: 2002
Duración: 112 Min
País: Argentina - España
Director: Adolfo Aristarain
Guión: Adolfo Aristarain / Lorenzo F. Aristarain (novela) / Kathy Saavedra
Fotografía: Porfirio Enríquez
Productor: Adolfo Aristarain / Gerardo Herrero
Género: Drama
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Reparto
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Federico Luppi --- Fernando Robles
Mercedes Sampietro --- Liliana Rovira
Arturo Puig --- Carlos Solla
Carlos Santamaría --- Pedro Robles
Valentina Bassi --- Natacha


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Sinopsis
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Fernando Robles (Federico Luppi) es porteño, ya ha cumplido los sesenta y es profesor de pedagogía en la universidad. Enseña a enseñar. Lleva toda la vida casado con Liliana Rovira (Mercedes Sampietro), española, hija de catalanes, que trabaja como asistente social en barrios marginales de Buenos Aires. Se quieren, se respetan, son leales. Nunca se aburren estando juntos, les gusta estar solos. Se conocen profundamente, se aceptan, se pelean sin odio, se divierten. Son amantes, socios, amigos, cómplices. Ninguno de ellos concibe la vida sin el otro. Tienen un hijo, Pedro (Carlos Santamaría), casado y con dos hijos, que tiene un buen trabajo en Madrid, donde vive en una urbanización de clase media acomodada. Ambos sobrellevan con esfuerzo y resignación las ausencias, las privaciones, la incertidumbre del futuro, la falta de proyectos, la desesperanza. Pero el mundo plácido y reflexivo de Fernando se ve profundamente alterado cuando recibe sin previo aviso la comunicación oficial en la que le informan de su jubilación forzosa, un hecho que va a cambiarle la vida...

[josegolem]

Cada vez me gusta mas este director, el tándem Aristarain/Luppi es de una fiabilidad aboluta y en Lugares comunes lo vuelven a demostrar. Siempre me pareció que en sus películas se habla mucho, pero sin caer en el discurso de panfleto ni dejarse llevar por tópicos. Todos sus personajes son muy creibles, Mercedes Sampietro está enorme y bueno, otro pequeño homenaje a esas calles de Madrid tan presentes en sus films. 9/10

Imprescindible

[Villano]

No sé como funcionará la cabeza de Adolfo Aristarain, pero sería digna de estudio. Su capacidad para crear grandes conversaciones repletas de lúcidez y verdades como puños es casi inagotable. Aunque todas sean conversaciones de tipos de izquierdas desencantados, todas son diferentes entre sí y contienen sí o sí un puñado de frases lapidarias, exentas de pretensiones pontificadoras y ocultas en bastas conversaciones que resultan cercanas y la mar de naturales. Tiene mucho que enseñar, pero nunca es discursivo, lo cual le hace ser aún más grande.

Siempre me impresiona el poder de convicción que tiene. Si hace que su personaje sea un escritor o un profesor de universidad, sabe dotarlos de la personalidad y la inteligencia necesarios para que realmente den esa impresión y que por lo tanto sus posteriores correrías sepan a auténticas. Unas aventuras que, por otro lado, parecen meras excusas para poner a prueba a sus personajes pero que siempre resultan emocionantes y que dejan como resultados unas películas repletas de cáracter, de nobleza, de sabiduría y de profundidad. En el fondo todas sus películas son la misma, el hombre enfrentando sus principios a la crudeza de su entorno, pero no importa. Primero porque sabe hacerlo suficientemente variado para que no resulte reiterativo y segundo porque cine de este tipo es más bien escaso, así que se puede permitir ese extraño lujo porque es lo que le hace desmarcarse como autor.

Para la memoria dos momentos: la última clase del profe en la universidad y la reflexión que hace el personaje de Luppi sobre las mujeres. Qué grande es Aristarain.

[Vanderhoff]

Supongo, hombre de hojalata, que ésta te emocionaría, no? Porque si no tienes que fijar una cita con el psiquiatra...

[Villano]

Supongo, hombre de hojalata, que ésta te emocionaría, no? Porque si no tienes que fijar una cita con el psiquiatra...

Hombre, pues claro. Por películas como ésta son por las que merece la pena emocionarse... y no por fábulas irreales de niñas resabidas que se quedan embarzadas en la calle de la piruleta de en un país multicolor
Me sería imposible no emocionarme ante esas verdades como puños que van soltando los personajes, sobretodo Federico Luppi. En la discusión que tiene en el bar de Madrid con su hijo, por mucho que luego diga que lo soltó para quedar por encima, estoy seguro que, dado y como está representado el personaje, seguro que le salió el fondo del alma. El futuro es una trampa que se inventa el sistema para que la gente agache la cabeza... Si Aristarain no fuera director, podría dedicarse exclusivamente a escribir y seguro que sería un escritor interesante. Por otro lado, qué grande que está Luppi en esa escena, como va subiendo paulatinamente, casi impreceptiblemente, y pasa sin que te des cuenta de la calma a la furia. Qué espectaculazo.

[Hattie Carroll]

No sé como funcionará la cabeza de Adolfo Aristarain, pero sería digna de estudio. Su capacidad para crear grandes conversaciones repletas de lúcidez y verdades como puños es casi inagotable. Aunque todas sean conversaciones de tipos de izquierdas desencantados, todas son diferentes entre sí y contienen sí o sí un puñado de frases lapidarias, exentas de pretensiones pontificadoras y ocultas en bastas conversaciones que resultan cercanas y la mar de naturales. Tiene mucho que enseñar, pero nunca es discursivo, lo cual le hace ser aún más grande.

Siempre me impresiona el poder de convicción que tiene. Si hace que su personaje sea un escritor o un profesor de universidad, sabe dotarlos de la personalidad y la inteligencia necesarios para que realmente den esa impresión y que por lo tanto sus posteriores correrías sepan a auténticas. Unas aventuras que, por otro lado, parecen meras excusas para poner a prueba a sus personajes pero que siempre resultan emocionantes y que dejan como resultados unas películas repletas de cáracter, de nobleza, de sabiduría y de profundidad. En el fondo todas sus películas son la misma, el hombre enfrentando sus principios a la crudeza de su entorno, pero no importa. Primero porque sabe hacerlo suficientemente variado para que no resulte reiterativo y segundo porque cine de este tipo es más bien escaso, así que se puede permitir ese extraño lujo porque es lo que le hace desmarcarse como autor.

Para la memoria dos momentos: la última clase del profe en la universidad y la reflexión que hace el personaje de Luppi sobre las mujeres. Qué grande es Aristarain.

Qué grande es, claro que sí. Es de los directores que hacen que parezcan fácil.

[Corleone12]

A mí lo que me parece es que este tío es un puto genio. Y de los mejores guionistas que existen y han existido. La última clase de Fer y sus comentarios en voz en off son de esas líneas de diálogo que me gustaría tener en un libro para releerlas una y otra vez, para degustar toda su grandeza e inteligencia. Porque esta película chorrea eso, inteligencia, por los cuatro costados, es inspiradora, es sabia, es un peliculón con todas las letras. De la pareja protagonista poco se puede decir, la enésima interpretación memorable de Luppi y una maravillosa Mercedes Sampietro que destila serenidad y humanidad de manera muy natural. La historia de amor que se crea entre ellos dos es bellísima, sin ningún recalco, pero es auténtica como pocas.

El cine de Aristaráin es como una bocanada de aire fresco, es un regalo para la mente y para el corazón. Nota: 8/10

[Sentenzia]

Quizás pierda la capacidad de sorpresa, una vez que ya se ha visto un par de películas de Aristarain sabes lo que te vas a encontrar, pero aún así es que es imposible no emocionarse, identificarse por momentos o quedarse embobado escuchando al gran Luppi (que pasa por ser el mejor actor de habla hispana de la historia). El cine del señor Adolfo transmite e hipnotiza hasta su última palabra, es como un ensayo filosófico ilustrado.