por Villano » 22 Sep 2007 22:22
Que Allen toma prestado de Bergman no es algo nuevo ni algo que el propio director esconda, pero esta es, al mismo tiempo, la vez en la que más clara ha mostrado su influencia y la que que mejor le ha quedado el conjunto y dónde ha conseguido ser más consecuente con su fin sin tener que desviarse a desenlaces enfáticos de amoríos para mirar de justificar la película de cara al público.
La película de Bergman que probablemente Allen tenía en mente mientras realizaba 'Interiores' es 'Gritos y susurros'. Allen traslada la acción a la época contémporanea y en vez de poner como enferma a una hermana, la afectada es la madre, pero igualmente se centra en las complicadas relaciones afectivas de una familia burguesa obsesionada siempre con mostrarse realizados y superiores. Por si hubiesen dudas respecto a este tributo/copiazo, el principio de Gritos y Susurros e Interiores son gemelos: lo primero que vemos es una serie de planos sin sintonía alguna de habitaciones vacías, de los objetos de esa casa abandonada dónde un día todos habitaron juntos. En ninguna otra película de Allen encontraremos ese cuidado en crear atmósferas íntimas a través de escenarios cuidados y minimalistas, colores apagados que formen esos sútiles contrastes y una atención tan especial a la luz (siempre ténue), además de un tono (narrativo y actoral) marcadamente austero como en esta película, algo tan bien llevado y con tal solidez que consigue que el mero plagio se convierta un homenaje coherente a un ídolo.
Quien ande buscando al Woody Allen típico, el de los diálogos chispeantes e irónicos, las manías hipocondríacas y las grandes historietas de amor aquí no lo va a encontrar. A cambio, si se concentra y confía en el habitual talento del director para los diálogos (que a pesar del cambio de registro, sigue estando ahí), encontrará un relato maduro, en clave algo pesimista, que se ocupa en mostrar los conflictos, los favoritismos, los rencores ocultos, los sinsabores de una familia demasiado egoísta, intelecutaloide y pedante como para poder expresar sus sentimientos con transparencia. El hecho que no intente maquillar o embellecer estas relaciones y sea consecuente con la estupenda construcción de sus personajes aún apuntala más la película y es lo que acaba de consolidarla como una oferta seria y comprometida. Las imágenes te atrapan y uno ve la película absorto y sumergido en esa historia, sin que nada interrumpa el flujo, de modo que cuando llega el desenlace las emociones, en apariencia muy sobrias, te golpean y dejan una sesación de desasosiego. Porque si alguna vez Woody Allen ha pretendido ser poético y si alguna vez ha estado de verdad cerca de conseguirlo ha sido en los últimos diez minutos de esta película y no en esas escenitas ñoñas con imágenes en blanco y negro de una pareja paseando por las calles de Manhattan al son de una músiquita manierista y luego mirando el puente de Brooklyn.
El reparto no tiene el nivel que a lo mejor aspiraba Allen (que sería igual a los suecos), aún y así todos están muy notables, incluso la Keaton, a la que normalmente no aguanto, está bastante contenida y consigue una actuación sólida que para nara lo hace de cara a la galería. Excepto a ella, al resto no los tenía muy vistos, lo que aún ayuda más a ver a los personajes antes que a los actores y se pueda penetrar con más convicción dentro de la historia.
Soon-Yi le decía a Woody Allen en Wild Man Blues que ésta era "esa película tan aburrida tuya", pero a mí curiosamente me parece lo contrario, es de las más interesantes y bien conseguidas de su filmografía, la que con un registro totalmente distinto consigue atraparte de una manera más inteligente y convencer acerca de la valía de su talento. Sin rubor alguno incluso afirmo que sus cuatro mejores películas.