El Intendente Sansho

[Staff CINeol]

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[juanan_gollum]

Uno de los grandes genios del cine clásico oriental y mundial; Kenji Mizoguchi, nos deleitó hace mas de 50 años con una obra maestra que hoy en día es igual de disfrutable. Como ya anuncian posteriormente a los títulos iniciales, esta historia forma parte del folclore nacional, y los acontecimientos narrados se ubican unos siglos atrás cuando sus protagonistas desconocían aún que todos lo seres humanos merecen el mismo trato.

El argumento es sencillo, pero conciso. Las secuencias se van narrando con una fluidez asombrosa. Casi 120 min. De duración que transcurren en un abrir y cerrar de ojos gracias a golpes de efecto perfectamente situados. Los conflictos del protagonista ante las situaciones que vive dan un apoyo narrativo desbordante de valores estratégicamente estructurados.

[Léolo]

Yo no creo que se pueda rodar algo más maravilloso que la última secuencia de esta película. Enorme Mizoguchi.

[Corleone12]

Película comprometida en todos sus frentes con su naturaleza minimalista y austera. Te cuenta un horror absoluto, un relato de deshumanización, injusticia, pérdida y redención totalmente desolador, pero lo hace siendo exigente y rigurosa (y, por ende, le pide lo mismo a su espectador) y consiguiendo encontrar el ángulo adecuado para no caer en el maniqueísmo y las salidas fáciles. Por ello, no es una película para ver medio adormilado o con las defensas bajas. Es una narración lenta, que pone esmero en los detalles, en una composición visual aparentemente simple pero plagada de sutilezas y belleza, en el que la cámara se mueve lo justo y todo está bajo cuerda. Gracias a esto, y si se otorga algo de margen a la narración, la película acaba por golpear con toda la contundencia del mundo, sin tremendismos pero sin maquillar o aguar la profunda tragedia que representa Mizoguchi. Y esta no es otra que una sencilla y muy universal historia sobre el dualismo entre maldad y bondad inherente al género humano, que tan pronto es capaz de momentos de una ternura suprema como de las mayores bajezas inimaginables, dos discursos en conflictos que recorren toda la trama y que confluyen, por ejemplo, en el protagonista Zushio. Quizás en unas manos más rápidas la película se hubiese vuelto un coñazo o bien hubiese sido mucho menos perdurable, pero la confianza en los pequeños grandes momentos y la madurez para no subrayar e inflar el dramatismo de la historia hacen que haya, al menos, 3 o 4 de las secuencias más dolorosas y líricas que yo haya visto nunca.

Típica película que te obliga a reconsiderar el sentido del dramatismo de muchas otras películas. Una auténtica maravilla. Nota: 8/10.