Con semejante título, me veo obligado a hacer algún(os) chiste malo que otro: este enfriador me deja frío, queda muy 'cool' ser un cooler de Las Vegas, etc. Ahora, la crítica seria: no voy a decir que me disgustan los trabajos del estupendo trío actoral, Macy, Bello y Baldwin, porque mentiría como un bellaco. Pero sí quisiera remarcar lo desangelado de la trama, de la peripecia protagonizada por Macy, que nunca llega a alcanzar altas cotas de emoción. Los paisajes, primero de neón y luego desérticos, de la Ciudad del Juego, ya forman parte desde hace mucho del imaginario colectivo; producen, en suma, sensación de déja vù. La banda sonora alterna brillantes composiciones de
crooners (Sinatra y tal) con insoportables momentos melancólicos, estos últimos recurrentes hasta la naúsea. La subtrama en que aparecen...
el hijo del prota y su chica, sobra por completo. No ya porque Wayne Kramer decida darles carpetazo tan rápidamente como les hace aparecer, sino porque su intervención en la historia nos entra por un ojo y nos sale por el otro. Tampoco resulta demasiado relevante el minutaje reservado a Paul Sorvino, aunque su breve aparición sirve para remarcar la condición de dinosaurio que ostenta el personaje de Alec Baldwin.
Y, en último término, el desenlace merece capítulo aparte.
Que la suerte del gafe, casi siempre esquiva, les proporcione a él y a su amada una vía de escape ante la adversidad, me parece bien; ahora, que a Kramer no se le ocurra nada más estúpido que un borracho atropellando al matón de turno, pues como que no me parece tan bien. ¿Qué es esto? ¿Una película de los hermanos Coen? ¿Una de las secuelas de Destino Final, quiza?
No obstante, he decidido aprobarla por las buenas interpretaciones, y porque me parece un pasaratos con clase. Aunque esa imagen de desolación de todo a 100 resulte, no ya poco estimulante, sino también manida. Lástima.
5/10