"Hay cosas que no están bien… No, hay cosas que NUNCA han estado bien". Con esta frase del monólogo inicial de Primos podría resumirse Beautiful Boy, el debut americano de Felix Van Groeningen, director de la multipremiada
Alabama Monroe, que nos ha regalado la visita a Donostia de Timothée Chalamet (al que el 80% de los fans llaman Elio) y que probablemente sea lo mejor que vamos a sacar de un telefilm con estrellas que naufraga en contarnos la lucha de un padre por conseguir salvar a su hijo drogadicto.
Como ya demostró en
Alabama Monroe (película que tampoco recomendaría), el director se regodea en el drama buscando los momentos impactantes o conmovedores de la historia, sin importarle mucho la continuidad de la misma ni el desarrollo de los personajes, provocando incluso las risas incómodas durante el pase al ver determinadas acciones de los personajes que no tenían ningún sentido. En esa búsqueda de la lágrima fácil y el más lacrimógeno todavía se pierden las actuaciones de Chalamet (que convierte toda la frescura y espontaneidad de
Call me by your Name en un sin fin de muecas y gestos forzados) y Steve Carell en un papel de padre coraje que, si bien está acertado en ciertos momentos, no acaba de aprovechar todo el potencial que un papel así podría ofrecernos.
Hay determinados elementos que dan puntos a favor: el montaje de los flashbacks es original y funciona muy bien y en ciertos momentos la fotografía se luce un poco más. Pero el hecho de no profundizar en los problemas de los enfermos de drogadicción, así como del funcionamiento de los programas de reinserción, hacen que cuando aparecen los carteles informativos finales explicando las muertes por drogadicción o la falta de financiación de dichos programas todo quede impostado e incluso moleste al espectador, como así lo han demostrado algunos silbando al empezar los títulos de crédito.
3/10