Resulta, que todo este engendro gira entorno a unos mayas que, ya de buen principio, demuestran tener menos sesera que un clon de Belen Esteban: Hacen bromitas insufribles, llevan a cabo conversaciones que dejarán a más de uno perplejo y, como no, muestran al tipiquísimo y pobre protagonista del cual todos se cachondean (abuelete inclusive), para que podamos sentir pena.
Sin embargo, y pese a su desgracia, el maya resulta que tiene una bonita esposa y dos hijos (uno en ciernes) con los que compartir su felicidad, hasta que un día llegan unos malvados y pendencieros que optan por quemar su aldeita, capturar a unos cuantos mayas e, incluso, uno de ellos, que se había pillado un rebote gordo, mata a su padre puesto que tras apresar al protagonista, no se le ocurre otra cosa que gritar "Lo siento, papá!!". Vamos, que además de marginal es imbécil.
A continuación, nuestros amigos emprenden un viaje con los malos malosos donde vemos rebotar un árbol ¡¡3!! veces en el suelo (inaudito) y una niña le suelta una jerga mística a uno de los mayas malignos.
Tras todo el periplo, llegan a una tribu donde son pintados de azul, seguramente para participar en un anuncio de movistar, como bien dice antonio, y a posteriori abiertos en canal y decapitados (deplorable los cachos de maniquí cayendo por las escaleras y los corazones de cartón-piedra siendo depositados en la bandeja). Aquí le salva la vida al bueno un eclipse que dura 1 min. más o menos y se produce con una naturalidad pasmosa.
Acto seguido, el tipo de las decapitaciones ordena que los demás deben ser ejecutados en una especie de liquidador (ridícula idea). Allí, como debe ser, el bueno escapa dejando a unos cuantos con cara de idiota.
Luego ya llega la absurda persecución por la selva, donde nuestro estimable protagonista muestra sus virtudes como corredor de fondo y escapa de una pantera cual Carl Lewis, luego decide lanzarse por una catarata de unos 60 m. aprox. imitando al profesor Kimble en El fugitivo y haciéndonos ver a posteriori que también es un David Meca capaz de nadar hasta la orilla más cercana sin ni un sólo rasguño y mostrándonos su faceta de Depredador, haciendo caer en diversas trampas a los tipos que le perseguían, no menos memos que el protagonista, pues tras perder a dos de sus compañeros en la selva como si de una panda de scouts se tratase, luego deciden lanzarse también por la catarata quedando varios de ellos escamochados entre las rocas, para finalmente ser aniquilados por el protagonista de marras.
Entre todo, asistimos a uno de los primeros partos acuáticos (uno de los momentos más deleznables del engendro) y observamos ese cacareado final sorpresa donde Mel Gibson no duda en intentar clavárnosla sin ni siquiera haber ofrecido un ápice de reflexión o lucidez a una cinta que pasará a la historia como uno de los documentos más estremecedores. Eso sí, no por el pavoneado gore, sino por la estupidez supina que supone esta tontería en sí.