CINeol

O utiliza la Búsqueda Avanzada




Crítica - Cobardes

Poster

'Correctito'

23/04/2008 - Por Korben Dallas

(2/5)

Cobardes
Director: José Corbacho / Juan Cruz
Intérpretes: Eduardo Garé (Gabriel) / Eduardo Espinilla (Guille) / Elvira Mínguez (Merche) / Paz Padilla (Magdalena) / Antonio de la Torre (Joaquín) / Lluís Homar (Guillermo) / Frank Crudele (Silverio) / Blanca Apilánez (Tutora) / Ariadna Gaya (Carla) / Javier Bódalo (Chape)
Duración: 85 minutos
Sinopsis: Gaby es un chaval de catorce años que tiene miedo a ir al colegio. Tal vez su miedo sea a causa de Guille, un compañero de clase, que por su parte tiene miedo a defraudar a su padre. Pero los padres [...]
Lea más en su ficha

Estreno en España: 25 de Abril de 2008

CRÍTICA



Tras Tapas, el debut como directores de José Corbacho y Juan Cruz, llega la segunda película del televisivo tándem que forman estos prolíficos creadores.

Cobardes cuenta la historia de Gabriel, un joven de catorce años sometido al acoso escolar de un compañero de clase, Guille, y sus acólitos, secuaces imberbes, tan o más agresivos que el líder intimidador. Asustado hasta la médula, el joven Gaby no se atreve a hablar con nadie, ni siquiera con sus padres, quienes, a su vez, están demasiado ocupados en sus respectivas vidas como para hacer caso al pequeño. Por otra parte, Guillermo en su casa vive la presión de un padre agobiante y de una madre que empieza a darse cuenta de que su hijo no es tan “bueno” como aparenta ser.

El film de Corbacho y Cruz arranca de un punto de inicio brillante, predecible, pero muy bien hilado, la idea de que todos los personajes del film (y por extensión todos los seres humanos, casi) son cobardes: todos los niños están sumidos en la falta de comunicación con sus padres o profesores sobre lo que le sucede en el instituto; los profesores a su vez, tampoco son capaces de enfrentarse a sus alumnos; al igual que los padres, desoyen las llamadas de sus hijos y a su vez, también actúan escondiendo la cabeza con sus superiores y así, sucesivamente, hasta sembrar un campo de angustias y deseos fallidos, caldo de cultivo de una sociedad del bienestar en que la violencia está a la orden del día, y en que los bienes más preciados son los videos capturados con móviles apaleando a un compañero de clase. En palabras de los directores: “Nos gustaría que los espectadores de Cobardes fueran valientes. Todos nuestros personajes no son capaces de enfrentarse a la magnitud de sus problemas, en la sociedad actual el verdadero problema es de incomunicación”.


(Más imágenes en su galería)



Otro de los grandes aciertos de los que parte el filme es su enfoque tecnológico, dejando la humanidad, literalmente hablando, en un segundo término, como si todo diálogo estuviese relegado a un segundo término, eclipsado por la sempiterna presencia de aparatos en la escena, de móviles a videoconsolas y demás aparatos electrónicos. “Los medios dicen que la violencia ha aumentado, sin embargo, creemos que lo que ha aumentado es la exposición. No hay más casos, hay más tecnología y por tanto se habla más de ello”

Por más que la idea de esta maraña de personajes perdidos en sus propios universos, sin capacidad para hablar los unos de los otros pudiera resultar más que prometedora, el guión del film rápidamente toma partido y se convierte en tendencioso, haciéndonos ver lo que cabía y se esperaba fuera a suceder. El film de Cruz y Corbacho, es, en definitiva, otro film de denuncia, en este caso del actualmente tan de moda “bulling” o acoso escolar. Tintado de elementos contradictorios, atonías que ponen de manifiesto el interés por crear personajes profundos y de complejidad psicológica, pero que al final, ineludiblemente, caen en el cliché y que, por más que se intente convencer al espectador de lo contrario, están asentados cada cual en una línea que separa el bien del mal. Así, Gabriel demuestra no ser la víctima oficial de la película acosando a su vez a su hermana, sin embargo, por más que se intente, resulta imposible llegar a entrar en el juego de complejidad familiar que se pretende crear, quedando exclusivamente como pinceladas de intimidad que no llegan a ser del todo representativas.

El interés fundamental de los creadores no era otro que el de hacer una película cotidiana, no truculenta “que escapara de la tragedia, algo más demoledor, real, para que el espectador se la lleve fuera del cine y la medite a gusto; queríamos evitar grandes dramas, por eso ni nos planteamos la idea de un suicidio, aunque en un momento del film el personaje de Gaby se lo llegue a plantear, no queríamos que los espectadores dijeran es horrible, pero a mí eso no me va a pasar”. Desde luego, está latente en el metraje del film este interés cotidiano, más puede ser una apuesta compleja y movediza, puesto que puede revolverse y jugar en contra, llegando a resultar cargante y farragosa y la mano de los directores a veces hace aguas y no llega a causar toda la intensidad que cabría esperar.

Más interesante resulta la relación que se crea entre Guillermo y su madre (interpretada por Paz Padilla), que desde un principio se establece clara y precisa. En este caso sí que se ahonda mucho más inteligentemente en la inseguridad que comienza a sentir esta mujer con respecto a lo que pensaba de su hijo, poniéndose de manifiesto una creciente inseguridad y desconfianza. Esta situación recuerda vagamente a la relación establecida por Nancy Kelly y Patty McCormack en La mala semilla (Mervin LeRoy, 1956), cima de las relaciones paterno filiales en el cine y las dudas acerca de la asumida bondad de los infantes. Pero quizá la idea de los directores de dar un rol tan importante a una actriz como Paz Padilla no sea del todo acertada, por más que defienda con dignidad y saber estar el papel, al espectador le cuesta no asociarla a su vena cómica natural, estableciéndose momentos de falta de rigor dramático.

En cuanto al resto del reparto, los niños Eduardo Garé y Eduardo Espinilla defienden sus personajes acertada y sobriamente, inclinándose un poco la balanza del lado de Espinilla a la hora de resultar más impactante, gracias a su papel, mucho más rico y complejo.
“Trabajar con los niños ha sido muy bonito, además estuvimos en el colegio con todos los alumnos que nos ayudaban desde el primer borrador del guión. Teníamos clarísimo que si eran los chavales los que tenían que decir las frases, no podíamos poner en sus bocas cosas que fueran a chirriar”
En cuanto a los mayores, Elvira Mínguez (a quien Corbacho denomina “la mejor actriz callada de España”) se lleva el gato al agua y crea una madre preocupada y contenida, resultando, con mucho, lo más brillante del film.

Cobardes llega a las pantallas prometiendo convertirse en film del año para muchos, como cada vez que la cinematografía española se ha dignado a denunciar lo que sea, desde los malos tratos al racismo. Los medios se harán eco de lo dramático del asunto y colectará premios que demuestren lo profundamente sensibilizados que estamos los espectadores de este país que asistimos a las salas a ver lo que los cánones de lo políticamente correcto dictan y lo que es moralmente aceptable y encomiablemente caritativo. Pero que nadie se equivoque, por más que se disfrace de denuncia social o de profundidad pomposa y seudo-adoctrinadora, no deja de ser un film “correctito”, pequeño en forma, pero grande en pretensiones. Pretensiones, que, desde luego, no cumple y que desbarra en su ampulosidad y diletancia, concretándose en su esencia como una fábula de dudosa aplicación pragmática.

 

Visitada: 5275 veces


Comenta esta Crítica

Comentarios (1)

17:07 - 23/04/2008

Mr.J

LA crítica dice lo que más o menos me esperaba. Yo no iré a verla, estoy cansado de las películas oportunistas para que les en premios.


Ver el resto de comentarios sobre esta noticia





Puntuación de los Usuarios

5.61

(29 votos/8174 visitas) - Estadísticas >>