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Crítica - 12 hombres sin piedad

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'Lo mejor de la película es la interactividad que se crea entre la película y el espectador'

27/09/2003 - Por Judas Iscariote

(5/5)

Doce hombre sin piedad de Sidney Lumet y protagonizada entre otros por Henry Fonda, Jack Warden y James Kelly es una película que tal vez no os suene de mucho. Tal vez por que fue rodada en 1957, y aunque ya ha llovido mucho desde entonces, su argumento lamentablemente no ha pasado de moda.

La película transcurre casi íntegramente en una pequeña sala de las cortes durante un asfixiante mes de agosto donde los doce integrantes de un jurado deben ponerse de acuerdo en un veredicto. En sus manos está la vida de un muchacho de 18 años que ha sido acusado de matar a su padre y que podría ser ejecutado en la silla eléctrica.

En un principio todo apunta a que el muchacho fue el autor del asesinato, pero uno de los miembros del jurado (Henry Fonda) cree en su inocencia y tratará por todos los medios convencer a los otros 11 miembros del jurado.

Puede que suene aburrido el que prácticamente la totalidad de la película se desarrolle en una pequeña y claustrofóbica sala, pero es eso lo más interesante, ya que el calor y el cansancio van apoderándose de los miembros del jurado, haciendo que salgan a la luz los pensamientos más salvajes, pero por otro lado más sinceros de alguno de los presentes. Impresiona ver la convicción de Henry Fonda y sus esfuerzos para intentar convencer al resto de sus compañeros, cómo les va enseñando las pruebas por las que él cree que el muchacho es inocente, para que votación tras votación nunca lleguen a un acuerdo.

Pero lo mejor de la película es la interactividad que se crea entre la película y el espectador, puesto que la primera impresión que tiene el espectador es que el chico es el asesino. Y así, sin desearlo, nos convertimos en el decimotercer miembro del jurado, uno más de los hombres sin piedad.

¿Conseguirá Henry convencer a todos los miembros del jurado, incluyendo al espectador, para salvar a un chico de una ejecución? ¿o quizás termine dándose por vencido y votando a favor de lo que él cree que es una sentencia bárbara e injusta?

Si deseáis conocer las respuestas a estas preguntas, sólo hay una manera: Id a vuestro videoclub y alquilad esta pequeña joya en blanco y negro. Seguro que no la olvidaréis.

 

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