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Crítica - Lejos de ella

Poster

'Una de las mejores películas del año'

20/12/2007 - Por Korben Dallas

(4/5)

Lejos de ella
Director: Sarah Polley
Intérpretes: Julie Christie [I] (Fiona) / Gordon Pinsent (Grant) / Michael Murphy [I] (Aubrey) / Olympia Dukakis (Marian) / Kristen Thomson (Kristy) / Wendy Crewson (Madeleine) / Deanna Dezmari (Veronica) / Clare Coulter (Phoebe Hart) / Thomas Hauff (William Hart) / Alberta Watson (Dra. Fischer) / Grace Lynn Kung (Enfermera Betty) / Judy Sinclair (Mrs. Albright) / Tom Harvey (Michael) / Andrew Moodie (Liam) / Lili Francks (Theresa) / Nina Dobrev (Monica) / Jessica Booker (Mrs. Jenkins)
Duración: 110 minutos
Sinopsis: Fiona y Grant son una pareja de ancianos que llevan casados más de 40 años. Fiona está inmersa en la enfermedad del alzheimer y cada vez le cuesta más recordar y vivir con normalidad su vida. Para ayudarla deciden contratar el [...]
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Estreno en España: 21 de Diciembre de 2007
Nota I.M.D.B.: 7,9/10 (2791 votos)


CRÍTICA



Silenciosa y discreta, llega a la cartelera el primer largometraje dirigido por Sarah Polley, actriz fetiche del cine indie, conocida por la participación en filmes de Egoyam y Coixet, entre otros muchos.

Lejos de ella cuenta la historia de Grant y Fiona, una pareja de ancianos enfrentados a la terrible enfermedad del Alzheimer que sufre ella y por la cual se verá recluida en un centro especializado, Meadowlake. Allí, Fiona iniciará una relación demasiado cercana con otro interno.

Partiendo de un argumento sencillo, centrándose en una puesta en escena premeditadamente íntima y profunda, Polley nos acerca en su filme al complicado mundo de la enfermedad que tantas veces se haya visto retratado en el cine. En concreto, en este caso, al vistoso y siempre suculento deterioro mental, tan propicio para que un intérprete luzca sus habilidades como para insuflar pomposos momento de tensión dramática. Pero la directora conoce el terreno farragoso en que puede convertirse una narración excesivamente dramática y la explosión de una actriz sobreactuada, por ello, con magistral mesura, firma un proyecto directo y honesto, a primera vista maduro y muy sólido, otorgándole a Julie Christie la oportunidad de realizar una soberbia interpretación alejada de lo que uno esperaría en un rol de estas características y que el espectador –y probablemente los académicos- sabrán recompensar con aplausos y galardones.

Pero no es solo Christie quien nos ofrece una excepcional interpretación, todos y cada uno de los actores involucrados en el proyecto brillan con una luz de sinceridad y convicción y sobre todo un gran respeto por un texto que les pinta de dulce la oportunidad de perpetrar lo que podría ser una temprana obra maestra. Gordon Pinset, regala su presencia y su serena rotundidad a una creación de hierro, propia de los grandes actores. Agradecimiento aparte merece el hecho de reencontrar en el film a la magistral Olimpia Dukakis, que, como de costumbre, borda desde la sencillez una creación tan rica y profunda como melancólica y cínica.



Así, las geniales interpretaciones se extienden por un metraje lleno de recovecos emocionales, análisis sicológicos de contundente relevancia, todo ello a través de conversaciones tranquilas que huyen de lo rimbombante y que presentan los grandes conflictos del ser humano como inherentes al ser y no extirpables por medio de gritos. Con un punto de vista muy nórdico, podríamos decir, sobre la mesa de una cocina o en el patio de la residencia, las batallas de la conciencia se libran desgarradoras y terribles, pero no por ello ruidosas, ni susurradas. Simplemente están y los personajes hablan de ellas gracias a unos diálogos excelentes y como único reflejo de lo devastadas que están sus almas, tenemos sus ojos sinceros e inmensos, como paisajes emocionales del otoño de sus vidas.

Quizá los únicos handicaps de este film sea el considerable interés de extremar la importancia que Polley imprime en cada plano, pretendiendo que cada escena, cada imagen, tenga un trasfondo representativo, un peso dramático o un interés argumental. Encomiable por supuesto, pero tal vez un poco extenuante y por ende desmerecedor de muchas de las situaciones más dramáticas por compensación, al igual que la deconstrucción temporal que no termina de ayudar al discurso narrativo y queda un poco nebulosa en lo que a las prioridades de la directora se refiere. Exceptuando esto y algunos toques propios de una dirección novel que denotan una falta de rodaje y apresuración –exceso de ralentizados, filtros que asemejan la fotografía a un telefilme- nos encontramos sin duda ante una de las mejores películas del año, firme heredera de la profundidad bergmaniana, que llena de calidad la cartelera en estos días en que se encuentra bajo niveles preocupantes de cutrerío festivo.

 

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