Tan sólo dos años después del atronador éxito de La momia se produjo su regreso, una vuelta con el mismo equipo técnico y artístico. El lema también siguió siendo el mismo: diversión por encima de todo, y hay que reconocer que lo consigue, ofreciendo más de lo mismo, pero como buena secuela multiplicado por dos. Más efectos especiales, muchísima más acción, un tono si cabe aun más familiar e intrascendente y muchos más chistes malos son las armas de una saga de aventuras cuyas principales virtudes y defectos se vieron acrecentados con esta secuela.

Nos encontramos en Egipto en el año 1935, Rick y Evelin son ahora el feliz matrimonio O'Connell. Continúan viajando en busca de tesoros y de paso aventuras junto a su retoño Alex (Freddie Boath). La última de sus exploraciones les lleva al hallazgo del Brazalete de Anubis, un objeto de gran poder, que fue usado hace 3.000 años por el Rey Escorpión (The Rock) para convertirse en el primer emperador de Egipto (tal y como se muestra en el menos logrado prólogo de esta entrega). De vuelta a Londres Meela (Patricia Velásquez) la reencarnación de Anck Su Nammun antigua amante de Imhotep, así como un grupo de adoradores del sacerdote momificado, les tienden una embocada. Su objetivo apoderarse del brazalete de Anubis para que una vez caiga en manos del resucitado Imhotep (Arnold Vosloo) le convierta en el nuevo Emperador de Egipto y probablemente del mundo.

Como ya he dicho más arriba las consignas de Stephen Sommers, de nuevo responsable de la secuela, son las mismas que en la anterior película, sólo que el "tufazo" a Indiana Jones y a Steven Spielberg es ya tan evidente que parece casi un homenaje (solo hay que ver las que escenas que parecen salidas de E.T, El secreto de la Pirámide, o El mundo Perdido), aunque incluso se homenajea a sí mismo con la famosa escena del muro de arena de la primera entrega.

Sommers, también guionista de nuevo, apuesta por la familia feliz y otorga protagonismo a un niño que en principio resulta algo repelente, pero acaba ganando simpatía. Esto otorga al conjunto aun más aspecto de producción Disney (o dígase para toda la familia), potenciando el humor (de nuevo a cargo de un simpático John Hannan, casi siempre), pero acertadamente, añadiendo mucha, muchísima más acción (casi toda ella excelente, sobre todo las dos primeras secuencias, porque luego aparecen ciertos toques y ralentizaciones , digamos "a lo Matrix", que pegan poco en un filme de aventuras clásico como este) y por supuesto obviando cualquier aspecto terrorífico o excesivamente violento.

Una ventaja que posee la película viene heredada de su predecesora es que no engaña a nadie, pero el conjunto de la historia resulta muchísimo más predecible, todavía menos compleja. En la primera parte al menos había algo de emoción; los personajes no tienen evolución ninguna en esta entrega (tampoco es que tuvieran mucha durante la primera para ser justos). Tan sólo Rachel Weisz (aun más bella que de costumbre) se atreve con un papel algo más físico y trascendente (lástima que tenga una escena realmente ridícula cerca del final), encontrando su Némesis en una también apreciable y malvada villana, Particia Velásquez, una de las sorpresas agradables del film.

En cuanto a los efectos especiales, sus responsables siguen apostando fuerte por el gran espectáculo, siendo estos muchísimo mucho más abundantes y complejos, aunque también más evidentes en muchas ocasiones. Al respecto destacar otro par de escenas igual que en su predecesora: la persecución en un autobús (la mejor escena de acción de lo que llevamos de saga) y las momias Pigmeas, una especie de Gremlis o para el caso Ewoks, con muy mala leche. Así podemos decir que El regreso de la momia es más de lo mismo, algo más simple y tontina (El niño descifrando jeroglíficos resulta trochante), pero igualmente efectivo, porque al fin y al cabo las dos horas y pico se me pasaron volando. Ya puntuarla por encima o por debajo de la primera dependerá de los gustos y exigencias de cada uno.