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Crítica - Zodiac

Poster

'Sólida, oscura, adulta, realista, densa e intensa'

26/11/2007 - Por Corleone12

(4/5)

"Menudo trabajo ha hecho ese Harry Callahan con vuestro caso"

Nuevo pasito hacia delante de David Fincher en su apasionante obra. Cimenta lo ya visto y, además, renueva su estilo sin perder su identidad, profundizando y dando una vuelta de tuerca al género. Ya es difícil en poco más de una década hacer dos películas de la misma temática y en ambas salir más que airoso. Pero más difícil aún es que salgan dos propuestas diferentes y que ambas ahonden de manera magistral en temas diferentes partiendo de bases idénticas. Eso denota personalidad, ganas de experimentar, talento y audacia, aunque todo ello implique anticomercialidad. Fincher bien podría haber tirado de cajón y haber hecho un Se7en segunda parte y seguramente le hubiese salido un peliculón. Pero Zodiac tiene unas inquietudes muy diferentes. Es el ejemplo perfecto de cómo un auténtico autor, un director con sello inconfundible, cambia de registro, pero dejando su impronta, y sin perder un ápice de carácter ni de personalidad. Zodiac cambia la atmósfera profundamente sombría, casi apocalíptica, el montaje frenético, el, por así decirlo, modus operantis y el desarrollo autoconclusivo de Se7en por un tono maduro y armónico, una estética tenue, un desarrollo obsesivo y denso y un final abierto, como el propio caso que trata. La primera vez que vi esta película pensé que estaba desequilibrada entre el principio (la primera hora más o menos) y el resto de metraje, por ese contraste entre los asesinatos y el trabajo de investigación. Con un buen revisionado en dvd se degusta mucho mejor y desaparece por concreto esa sensación de escisión. Porque Zodiac es, sobre todo, una crónica completísima y realista, a todos los niveles, de lo que tiene que ser una verdadera búsqueda de un phsico killer, y no paga ese realismo con frialdad o con una avalancha de nombres. Es un ejemplo perfecto de que se puede estar ceñido a la realidad, ser verídico, sin estar reñido con la espectacularidad y el hacer algo vistoso.

Con una trama de una cohesión monolítica, la película narra la historia del famoso asesino que aterrorizó la zona de San Francisco a finales de los 60, principios de los 70. A modo de pura crónica de la época Fincher disecciona con mano de cirujano, milímetro a milímetro, todo lo que aconteció en consecuencia. Una intensa búsqueda policial de entrada, el progresivo olvido y, finalmente, la obsesión individual. Lo primero es, seguramente, lo más atractivo y algo con lo que Fincher entre manos es un auténtico genio. La parte de la construcción del asesino y los asesinatos en sí, está rodada de manera absolutamente genial, violenta, potente, hipnótica y con una elegancia insultante. Una vez preparado el terreno, la película empieza a montar una telaraña a la que hay que prestar atención pero, que si se sigue, consigue ser adictiva, interesantísima y que, sobretodo, transmite la esencia de la película: esa profunda sensación obsesiva, casi malsana, desquiciante, por saber quién es realmente el asesino, una sensación que se incrusta individualmente de manera mucho más duradera y grave que en el subconsciente colectivo. Una idea perturbadora que se mezcla en una historia difícil pero que suscita tremendo interés a poco que se entre en ella. Toda esta amalgama cobra una dimensión fascinante bajo la cámara y la puesta en escena de Fincher que demuestra que también sabe cómo hacer las cosas a lo clásico. Una estética tenue que aprovecha muy bien los efectos especiales para matizar y puntuar la imagen lo suficiente como para que llegue a un ambiente casi embriagador, sin ser recargado. Puesta en escena seria y perfectamente planificada (no es de extrañar que Todos los hombres del presidente sea una de sus películas favoritas, aquí eso se nota y mucho), y un poderío visual tan apabullante que deja anonadado: las escenas de los asesinatos, ese travelling sobre el taxi, las imágenes del puente de S. F, esa filigrana visual en que los archivos se mimetizan literalmente en las imágenes. Un muestrario de que las ganas de innovar de Fincher y su capacidad para sacar jugo a un guión hasta hacerlo suyo están intactas. Quizá ante tal derroche técnico y argumental, el reparto quede un poco en segundo plano. Y lo cierto es que el trío protagonista está soberbio. Robert Downey Jr demuestra tal naturalidad, tal magnetismo que parece como si no estuviese actuando. Mark Ruffalo exactamente lo mismo, es puro carisma en esta peli. Jack Gyllenhaal pasa algo más desapercibido en comparación a los otros dos, en un papel introvertido, tímido, callado, pero cumple sobradísimamente. La larga pléyade de secundarios y personajes cortos, solventa perfectamente.

En resumidas cuentas, una película sólida, oscura, adulta, realista, densa, intensa, obra que pone otro peldaño hacia arriba en la corta pero, por ahora, magistral carrera de David Fincher, uno de los directores más interesantes surgidos en las últimas dos décadas.

Nota: 8,5/10

 

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