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Crítica - Retrato de una Obsesión

Poster

'Vergüenza ajena'

03/05/2007 - Por Vanderhoff

(1/5)

Retrato de una Obsesión
Director: Steven Shainberg
Intérpretes: Nicole Kidman (Diane Arbus) / Robert Downey Jr. (Lionel Sweeney) / Ty Burrell (Allan Arbus) / Harris Yulin (David Nemerov) / Jane Alexander (Gertrude Nemerov)
Duración: 122 minutos
Sinopsis: Diane Arbus fue, durante la década de los 60, una de las fotógrafas americanas más revolucionarias y respetadas del mundo. Su trabajo consistía en retratar a gente marginada, "fenómenos" rechazados por la sociedad por su supuesta monstruosidad pero en los cuales [...]
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Estreno en España: 4 de Mayo de 2007-05-03
Nota IMDB: 6,2/10 (741 votos)


CRITICA



Es de imaginar que tras los primeros pases previos para el público la confusión que genera Retrato de una obsesión (desquiciante traducción de título que se confunde totalmente con la película protagonizada por Robin Williams) fuera tal que Steven Shainberg se viera obligado a incluir unos atípicos cartelones-aviso iniciales con los que comienza esta rara biografía sobre uno de las fotógrafas más transgresoras y atípicas del pasado siglo. Porque lo que el film muestra no es ni de lejos una biografía, como advierten los cartelones, y ni siquiera una disección del proceso creativo. En esencia, es difícil saber qué es lo que muestra, y de hecho ahí comienza uno de los principales problemas de la película: su confusión.

Steven Shainberg es un director del que hemos tenido pocas noticias a pesar de que éste es su tercer intento de hacerse un hueco fijo en la cartelera independiente americana. El anterior, Secretary, pasó sin pena ni gloria en el 2002 aunque pasa por ser su mejor película. Es un director al que podemos denominar como "raro" sin muchas dudas, y un vistazo a esta película lo confirma. En ella el personaje de Diane Arbus, la fotógrafa, es un cúmulo de creatividad en ciernes, confusión, extravagancia e inocencia. Como ya hemos dicho que la película se aleja completamente de la biografía real, que nadie se extrañe de que se presente a Diane todavía casada con su marido, un fotógrafo convencional pero exitoso que aúna su trabajo con la galería de moda de los adinerados padres de Diane y tiene presencia en las revistas de estilo. Diane ocupa su secundario lugar como apoyo pero tras la mudanza de un extraño personaje, Lionel, empieza a flirtear con el arte, el fetichismo y el exhibicionismo, y la película se dirige hacia todo ello sin marcar una dirección concreta en ningún momento, alargando escenas y marcando un tempo que por momentos resulta horroroso.



Referentes claros de la película hay varios. Por un lado el más obvio es el que también influyó a la propia Diane Arbus, que es La parada de los monstruos (Tod Browning). En la película conocemos a toda una galería de "freaks" de diverso pelaje que son el grupo de amistades de Lionel, el extraño personaje que esconde tras su máscara otro extraño secreto. La película trata a estos freaks con buen tacto y de algún modo intuimos el fetichismo creciente de Diane, la atracción que le invade la existencia de estos personajes al margen de la homogénea y morbosa sociedad que los tacha de aberraciones genéticas de poco gusto. En la misma línea otro referente claro es El hombre elefante, y un paso más allá en la relación de Diane y Lionel es La bella y la bestia, referencia que empieza a torcer el cuadro final pues uno termina por no saber cuál es el tema de la película, si el fetichismo, la relación Diane-Lionel con el añadido del esposo de Diane, el nacimiento de una artista, los freaks en la sociedad o qué. La película empieza a naufragar por su indefinición, su ir hacia ningún lado, y además un tramo final alargado termina por lastrarla definitivamente y hacerla hasta un puntito insufrible y desde luego nada entretenida. De todos modos es una historia tan sugerida, tan atípica, tan provocadora, con un punto de surrealismo al ritmo de Alicia en el país de las maravillas (de la que hay varias referencias en la película), que probablemente guste a muchos y provoque que se polaricen sus fans y detractores.

En los planos técnicos la película es irregular. El montaje es tedioso y revela que Shainberg se gusta demasiado a sí mismo, pero es cierto que la fotografía, sobre todo en la iluminación del fantástico escenario de la casa de Lionel, es excepcional. La música es a ratos cansina y a ratos sugerente, pero sin ser muy impactante. Las actuaciones es de lo mejor. Nicole Kidman logra la indefinición que se trata de mostrar en Diane Arbus, un personaje que nunca termina uno de saber qué pretende o qué busca o si es fría o pasional. Robert Downey Jr. está muy convincente, como nos tiene acostumbrados.



En definitiva una película que se aleja totalmente del cine convencional e incluso del cine independiente para entrar en un terreno farragoso más lleno de intenciones que de hechos: un poco de arte, de amor, de fetichismo y una pizca de surrealismo a la hora de contar una historia que probablemente pretendía ser un acercamiento original y provocativo hacia una artista de similares características pero que se queda a medio camino e incluso provoca la vergüenza ajena en más de una escena, y no por los freaks.

 

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