François Truffaut vuelve a recuperar, después de la maravillosa Besos Robados, a su alter-ego Antoine Doinel. Antoine está recién casado con Christine. Mientras él trata de conseguir dinero vendiendo flores secas por las calles parisinas, su mujer imparte clases de violín. Pese a haber contraído matrimonio con una chica burguesa, Antoine sigue siendo un hombre apegado a la calle. Esto se ve en una conversación que mantiene Antoine con un viejo compañero de trabajo, que se entera de que se ha casado con una joven violinista y le dice: "En el fondo, siempre te han gustado las chicas bien educadas, las pequeñas burguesas, ¿verdad?". Y Antoine le contesta: "Nunca me lo he planteado. Me gustan las chicas que tienen padres amables, me encantan los padres de los demás". Antoine crece como un pequeño huérfano y busca en la familias de los demás lo que no tuvo en la suya. Aunque sigue huyendo de ellas porque en el fondo sigue siendo un fugitivo, no ha aprendido a vivir, aunque demuestra continuamente amor por la vida, sigue siendo un nihilista y comportándose en ocasiones como un niño que quiere dejar de serlo.

Su mezcla de comedia y drama está muy lograda, con unos diálogos ágiles e inteligentes que aportan a la trama un ritmo frenético. Con escenas magnificas como la del vecino al que llaman "el estrangulador" y del que todos desconfían, al final resultar ser un humorista que aparece en televisión, a la mañana siguiente todos van a felicitarle por lo bien que lo había hecho, un magnífico y ácido ejemplo de una sociedad hermética y encerrada en valores superfluos. La descripción de la relación extramatrimonial de Doinel con la japonesa Kyoko resulta ser el aspecto más negativo de la película ya que, aunque sirve para crear un par de escenas simpáticas y divertidas, profundiza muy poco en ella y nos enseña también muy poco de ella. Esto propicia la ridícula escena en la que Christine se disfraza de japonesa cuando descubre la aventura de Antoine. Resulta vulgar y para colmo efectista. Antoine Doinel sigue conservando cierta parte de la personalidad de Truffaut, cuando, por ejemplo, vemos que Antoine empieza a escribir una novela en la que quiere contar su infancia y adolescencia (aunque al final como vemos en El amor en fuga termina por hacer un repaso a su vida) igual que hace Truffaut en la saga de Antoine Doinel y sobretodo en Los cuatrocientos Golpes.

Destacar las interpretaciones de Jean-Pierre Léaud y la bellísima Claude Jade, por entonces esposa del propio Truffaut, la cámara les sigue y nos enseña todos los entresijos de su vida matrimonial. Una película que nos da la oportunidad de seguir el camino de Antoine Doinel, sensiblemente inferior a las anteriores películas, pero en definitiva un gran film donde poder seguir disfrutando con un personaje tan peculiar como arrebatador.