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Crítica - La Noche Americana

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'Indispensable obra maestra'

11/12/2005 - Por Sycamore

(5/5)

El cine dentro del cine, es decir las películas dedicadas al mundo del cine y sus rodajes y estrellas, siempre ha solido ser abordado a base de destapar los trapos sucios y sacar a la luz las vergüenzas de directores y sobre todo actores. François Truffaut, un amante total del cine americano de los clásicos, se olvida de todos esos planteamientos y nos ofrece una película homenaje al séptimo arte en la que, a través de un rodaje ficticio, usa todos los elementos posibles para darnos una delicia de película convertida en clásico desde su estreno en el 73. Lo mejor que se puede decir de La noche americana es que es un film fundamental para todo amante del cine que tiene curiosidad por saber qué ocurre detrás de las cámaras al ver sus películas favoritas.

El guión, como en la realidad, se centra en el personaje del director Bertrand, interpretado por el propio Truffaut, y todo lo que sucede a su alrededor. La voz en off se usa en contadas ocasiones dándole un ligero toque de documental a la película, pero luego deja paso a todas las pequeñas historias detrás de un rodaje, ofreciendo al final un lienzo general del mismo sin centrar el foco en ningún personaje ni subtrama. En este sentido Truffaut recuerda al mejor Altman a la hora de plantear muchos pequeños protagonistas en un universo que es el auténtico personaje central. En este caso, ese personaje es el cine y la película "Presentando a Pamela", una sencilla película a nivel de producción que sin embargo contiene todos los ingredientes ideales para que Truffaut, llevándolos un poquito a la exageración en pos del dramatismo y entretenimiento, describa todo lo que le bulle por la cabeza y haga el homenaje que tenía en mente. Y no sólo se centra en los actores principales sino que en La noche americana tan protagonistas son ellos como la script, la maquilladora, el regidor, el encargado de atrezzo y en definitiva toda la recua de personas que nunca vemos en la pantalla pero que tan responsables son del éxito o fracaso de un film. Al final el paralelismo entre cine y realidad consigue emocionarnos ante algo tan trivial como una película y la sensación de que toda película, buena o mala, merece un respeto por la cantidad de esfuerzo y trabajo que lleva detrás.

Los guiños son sin duda otro de los elementos más a mano de Truffaut, por ejemplo a la hora de insinuar que el cine ya no se hace en estudios sino en la calle y con actores no profesionales (Nouvelle Vague, de la cual él formó parte) o darle un rápido homenaje a todos sus directores favoritos a través de los libros que tiene Bertrand. Además de estos pequeños toques tan personales de Truffaut observaremos también los trucos de séptimo arte: cómo hacer lluvia, un accidente de coche, la forma de trabajar de los actores, una vela que ilumina la cara perfectamente... en fin todo ese tipo de cosas que normalmente conocemos a través de los Cómo se hizo pero que Truffaut utiliza al servicio de la película con maestría. Los actores están todos estupendos y se les nota tan ilusionados como al propio Truffaut, destacando Valentina Cortese en el enésimo papel de vieja gloria en horas bajas explotado en El crepúsculo de los dioses o Eva al desnudo, o Jacqueline Bisset, con un personaje de estrella mediática ideal para cebarse con él pero que Truffaut trata con tanta humanidad como al resto.

El cuadro final que representa La noche americana es un homenaje con todas las letras al mundo del cine más clásico, que huye de los conflictos de trapos sucios como vía de dramatismo y se limita a seguir como un ojo espía todos los pasos claves del proceso creativo que lleva a nuestras salas tanto las obras maestras como las películas más olvidables. Indispensable obra maestra del genio Truffaut.

9/10

 

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