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Crítica - Ocho Sentencias de Muerte

Poster

'Pequeña joya muy desconocida'

28/08/2005 - Por Sycamore

(4/5)

La comedia inglesa, a pesar del paso de los años, ha guardado sus propios códigos que la diferencian claramente de la americana y que se centran muchas veces en ese humor que todos, comúnmente, llamamos “humor inglés”: un cierto humor ácido y negro. A pesar de no haberlo perdido, hay que remontarse hasta películas como Ocho sentencias de muerte para encontrar un magistral ejemplo que podría acompañar la definición de este fino tipo de humor de carcajada escasa pero sonrisa elegante. Si además tenemos la oportunidad de descubrir un Alec Guinness inolvidable en una actuación que recuerda más a los Monty Python que al estirado personaje de El puente sobre el río Kwai, estamos ante una de las novelas más inteligentes de los años 40.

El argumento es bastante clarificador acerca de lo que podemos esperar. Tenemos, en una Inglaterra de las de postal, llena de duques, caballerosidad, maneras y lujo, una familia liderada por el duque D’Ascoyne. Como contraste, Dennis Price interpreta a un joven condenado al ostracismo por la familia debido al inoportuno casamiento por amor de su madre. Nuestro héroe se planteará, en su vida adulta, escalar en el ducado familiar para tener alguna oportunidad en el linaje que le ha dado la espalda, mezclando un sentimiento de venganza y una ambición desmedida. Su método, absolutamente radical: cargarse uno por uno a todos aquéllos que le anteceden en la cadena de sucesión. No estamos, a pesar del argumento, ante una película de suspense ni un thriller. Los asesinatos son relatados con un fino humor constante que nos hace empatizar con el asesino e incluso admirar sus modales siempre impolutos y su cinismo de alta escuela. Para ello Dennis Price realiza una actuación perfectamente comedida en la que podemos ver al auténtico caballero inglés en su persona.

Sin embargo es Alec Guinness quien se lleva los elogios de la película. En un papel que anticipa otros parecidos como el de El quinteto de la muerte, el señor Guinness se atreve a interpretar, maquillaje mediante, a ocho personajes distintos, los referidos en el título traducido. Vamos, a lo Eddie Murphy pero con clase. Todos maravillosamente, cada uno de ellos distinto pero todos con ese aire británico mezcla de formalismo y clase pero ridiculizado con astuta mala uva. Por lo demás, la película se desarrolla casi enteramente mediante su habilidoso guión, marcado por la voz en off de la lectura de la biografía del protagonista. Los giros finales funcionan a medias, siendo uno paradójicamente hilarante y otro excesivamente previsible.

Una pequeña joya muy desconocida, Ocho sentencias de muerte nos da la oportunidad de descubrir la esencia auténtica del humor negro inglés a través de una curiosa historia, un inteligente guión y unas actuaciones tan inglesas como sus actores. Recomendable clásico, sin duda.

7,5/10

 

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