Aunque “Perversidad” pertenezca al género de las películas “noirs”, tal vez el espectador más asiduo a este tipo de películas tendrá algunas dificultades en calificarla como tal. La razón es su guión, que trae una mezcla de drama, tragedia y a veces un humor tremendamente negro, que parece algo fuera de sitio dentro de los cánones “noirs”.

Edward G. Robinson, unos de los habituales del cine negro, da vida a Chris Cross, en probablemente uno de sus mejores papeles, alguien que posee un alma artística y poco a poco su carácter se va deteriorando y actúa con inteligencia engañando a la gente, cegado por sus sentimientos e incapaz de descubrir el engaño él mismo. Su tragedia se manifiesta muy cercana al espectador y Joan Bennett, que también coincidió con Robinson y Lang en “La mujer del cuadro”, encarna muy bien la figura vampiresa de femme fatale, siendo una mujer con doble juego moral, muy lasciva. Sus escenas con Robinson son impecables, a veces con humor, tensión o cierta improvisación para sacar el máximo provecho a esa relación de beneficio.

Completando este triángulo de sentimientos, mentiras y falsedad, tal vez la cúspide sea Dan Duryea, retratando a un personaje sombrío, ganándose la antipatía del público y vemos con Lang destripa su personalidad y comportamiento para que todo encaje en el final, incluso sentimos algo de compasión por su fatal destino.

Fritz Lang introduce algo de europeísmo al ambiente de la ciudad, ya que ese New York que nos muestra en pantalla no se parece a una gran ciudad americana, más bien esa atmósfera oscura tiene tintes europeos, pero Lang lo compensa con una representación irónica del mundo del arte y uno de los elementos que juegan un papel fundamental en la película son los cuadros, si tal vez la película hubiera sido en color los hubiéramos visto en su plenitud.

Uno de los aspectos más destacados es el final, unos quince minutos bien desarrollados, con ciertos tonos de ironía tragicómica, algo inesperado en ciertos aspectos, pero bien encajado, bien llevado por Lang sobretodo jugando con la intermitencia de las luces, ahogando más si cabe al personaje de Robinson, dejando más definido el carácter que le marca toda esta espiral de engaños, sentimientos equivocados, traición al corazón, juego sucio, chantaje emocional, avaricia, codicia, celos, desesperación….

“Perversidad” es una de las grandes películas de la época americana de Fritz Lang, resulta finalmente de un visionado indispensable para cualquiera que quiera descubrir o apreciar la sutilidad de Fritz Lang para abordar este tipo de películas como pocos lo han hecho.