[REC] 4: Apocalipsis
Director: Jaume Balagueró
Intérpretes: Manuela Velasco (Ángela Vidal) / Paco Manzanedo (Guzmán) / Ismael Fritschi (Nic) / Héctor Colomé (Dr. Ricarte) / Críspulo Cabezas (Lucas) / Mariano Venancio (Capitán Ortega) / María Alfonsa Rosso (Anciana) / Paco Obregón (Dr. Ginard) / Carlos Zabala (Goro) / Emilio Buale (Jesu) / Javier Laorden (Médico Auxiliar) / Cristian Aquino (Edwin) / Khaled Kouka
Duración: 96 minutos
Sinopsis: Ángela Vidal, la única superviviente de la terrible infección que se propagó por un edificio de Barcelona, es evacuada. Cuando despierta descubre que está en un barco en medio del mar con otros evacuados y un equipo de científicos que buscan [...]
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Estreno 31 de Octubre de 2014

CRÍTICA

Si la premisa de toda secuela que se precie es ajustarse a sus(s) precedesora(s) lo más posible, repitiendo escenarios y situaciones y, siempre que sea posible, conseguir que en pantalla haya más de todo, a Jaume Balagueró al menos hay que concederle la forma en la que ha roto las reglas del juego y ha tirado por una vertiente distinta. Me explico. Si bien la segunda entrega de REC seguía las pautas literalmente al situar la acción inmediatamente a continuación de los hechos acontecidos en la cinta original, y la tercera ya trataba de reinventarse saliendo de la claustrofóbica comunidad de vecinos para situarse en una festiva boda, al menos las tres repetían el formato que hizo de la franquicia un fenómeno más allá de nuestras fronteras, donde el género de terror casi tenia denominación de origen asiático, llegando a inspirar uno de los escasísimos remakes patrios de la historia de nuestra filmografía. Esto es: la forma de rodar como si se tratara de una cámara de reportero que luego acabó derivando en cualquier formato de cámara casera. Ese "pase lo que pase nunca dejes de grabar".

Balagueró ha regresado tras su ausencia en la tercera parte, dirigida en solitario por Paco Plaza, con quién había dirigido a cuatro manos las dos primeras, buscando revitalizar a su criatura, buscando, quizás, sorprender al espectador que a estas alturas de la franquicia ya no espere más, para mal o para bien, que volver a ver lo mismo que ya vio en tres ocasiones. Y sí, en parte se mueve en los mismos terrenos. Recuperamos a Manuela Velasco para conocer qué le sucedió tras abandonar el edificio, conocemos algo más de las causas de la epidemia, se busca dar algo así como un "desenlace abierto", aunque el propio director haya dado a entender que será el cierre definitivo de la saga, y se mantienen ciertos guiños a personajes aparecidos en las entregas anteriores. Leído así parece que efectivamente es más de lo mismo, pero la diferencia es el concepto de base: Pase lo que pase, aquí ya no graba nadie. Jaume abandona el formato cámara al hombro por una narrativa más convencional y se lleva la acción a un escenario menos natural que en anteriores ocasiones para situarlo en un buque en alta mar, fuertemente custodiado por científicos y guardias armados, donde la buena de Ángela Vidal va mutando poco a poco en una suerte de Ellen Ripley, incluyendo alguna faceta que podría considerarse spoiler.

Puedo entender que esa técnica de cámara con parkinson para escenas de acción, en sus justas medidas, pueda ayudar a transmitir ciertas sensaciones de angustia y desasosiego en el espectador cuando están justificadas. Si se emplea a mansalva, a la mínima ocasión, cada vez que hay movimiento brusco en escena, se convierte en un recurso vago para no trabajar más los planos. Y dado que nos encontramos en una cinta donde esas escenas suceden a cada pocos minutos, el resultado acaba restando enteros por pura desidia. En cualquier caso, llegados a estas alturas del cuento tampoco se puede decir que el resultado sea decepcionante. Los que hayan disfrutado de anteriores entregas de la saga muy probablemente vuelvan a salir satisfechos y los que renegaran de ella, pues sinceramente, ver una entrega más de algo que no te gusta podría considerarse masoquismo. Servidor, que se encuentra un poco en medio de ambas facciones, no puede evitar lanzar un último reproche: Si algo nos enseñó Perdidos es que si te vas a poner a dar explicaciones a los misterios es para resolver con coherencia. Si no, es mejor dejar el misterio flotando en el aire.