Skyfall
Director: Sam Mendes
Intérpretes: Daniel Craig (James Bond) / Judi Dench (M) / Javier Bardem (Silva) / Ralph Fiennes (Gareth Mallory) / Naomie Harris (Eve) / Bérénice Marlohe (Sévérine) / Albert Finney (Kincade) / Rory Kinnear (Bill Tanner) / Ben Whishaw (Q) / Ola Rapace (Patrice) / Helen McCrory (Clair Dowar) / Nicholas Woodeson (Doctor Hall)
Duración: 143 minutos
Sinopsis: Tras el fracaso de la última y fatídica misión de James Bond, la identidad de varios agentes secretos del MI6 en distintos puntos del planeta es revelada, y la sede de la organización es atacada. Debido a estos sucesos, la autoridad [...]
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Estreno en España: 31 de Octubre de 2012

CRÍTICA

Que la franquicia 007 cumpla 50 años con 23 películas a cuestas es un dato algo tramposo, al menos para los que no somos incondicionales absolutos de la saga. Si bien el imaginario colectivo concede a Sean Connery ser el agente secreto por excelencia por presencia y encanto añejo, hay que reconocer que algunas de las secuelas que vinieron después dieron ciertos tumbos que no hacían mucho honor precisamente a sus predecesoras (me refiero a alguna de las cintas de Roger Moore en concreto y a todas las de Timothy Dalton en general) y lo único que remontaba un poco el interés por ver nuevas entregas era, datos económicos presentes, los cambios del intérprete que pondría cara a James Bond. Así le pasó al propio Dalton, así resurgió la franquicia con el Goldeneye de Pierce Brosnan, así reventó la taquilla el 007 Casino Royale de Daniel Craig, apostando por una acción más física sin abandonar las espectaculares escenas de acción marca de la casa y a la que tanto deben otras cintas de acción como Misión: Imposible.

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Por tanto, lo que más choca de entrada de Skyfall es el golpe de timón que pretenden dar con motivo de ese cincuenta aniversario en lo que, tratando de ser un rendido homenaje a la serie que tantos años lleva dando de comer a la familia Broccoli, se pierda un poco ese despliegue técnico que suele marcar el desarrollo de sus aventuras para apostar por un carácter introspectivo del personaje buscando mostrar su lado más humano. Quizás la influencia de Christopher Nolan sobre el cambio de imagen de Batman, tratado de copiar en el reinicio de Spiderman y que de alguna forma se barrunta en el teaser trailer del próximo Superman, ha alcanzado al agente secreto más famoso de la historia del cine. La diferencia es que mientras los otros personajes arrastran diversos dilemas morales y muestran una psique más castigada, Bond siempre se ha mostrado como un tipo expeditivo con escasas cataduras morales y del que poco o nada de su comportamiento parecía obedecer a traumas o consecuencias del pasado tomando la palabra que da título a la cinta a modo del Rosebud de Ciudadano Kane.

Otro de los aspectos alterados por el autohomenaje es la pérdida del protagonismo absoluto de 007 para diversificarse en personajes de largo recorrido pero de presencia justa en la franquicia. De esta forma, la acción pasa a girar en buena parte del metraje en torno a M dejando a Bond en un discreto segundo plano y dando a la película un toque distinto (ni bueno ni malo) a lo que uno suele esperar de las cintas de esta saga y más desde que Daniel Craig está al volante. El resultado como thriller de espionaje está a la altura de las mejores cintas del género, pero a costa de descuidar la propia esencia de la espectacularidad que aquí se sirve en menos dosis de lo acostumbrado. Para gustos los colores y dentro del colectivo de incondicionales estarán los que prefieran este Bond humanizado o los que prefieran (como es mi caso) el visionado de escenas de acción imposible que aquí apenas se muestra en la que abre la película rizando el rizo de la persecución por los tejados de Siena en la anterior entrega pasando por una espectacular escena a bordo de un tren.

Y luego está Javier Bardem. Hay quién dice que es el mejor villano de la historia Bond. Mis conocimientos no llegan tan lejos para valorar si la comparación es acertada o no, pero desde la admiración que tengo por Javier a mí no me ha parecido de sus mejores personajes. Acostumbrado a sus actuaciones tan metódicas, verle aquí dando rienda suelta a su histrionismo le hace lucir a medio camino entre una especie de Christopher Walken mezclado con el Joker, y encima con esa peluca, me cuesta tomármelo en serio.