Hay ocasiones en que el cine de autor corre el riesgo de gustarse demasiado a sí mismo. En que ciertos cineastas son demasiado conscientes de su condición de artistas que utilizan el cine no para contar una historia sino para hacer arte.

Eso no tiene por qué ser necesariamente malo. Cada cineasta tiene su forma de entender el cine y su motivación para hacer películas y es tan poco recomendable despreciar un film por tener esa vocación artística como por su falta de vocación artística. Pero que un director sea un autor respetable con varias obras interesantes a sus espaldas no le exime de cometer errores, y creo que es el caso de este film de Robert Bresson.

Siendo honesto, creo que El Diablo Probablemente es un film sencillamente ridículo y estúpido. Es indudablemente una película con sus marcas de estilo, esos rasgos que convertían a Bresson en un cineasta tan interesante, pero aquí están supeditadas a un ejercicio vacío y egocéntrico que se mira el ombligo continuamente.

Al parecer el joven Charles se quiere suicidar, harto de un mundo que se destruye a sí mismo y sin poder identificarse siquiera con la gente con las mismas inquietudes políticas que él. Así pues, durante hora y media Charles deambula de un lado a otro soltando frases muy profundas mientras el espectador desea que se pegue un tiro de una vez.
No se preocupen, al final muere. Pero para entonces ya es demasiado tarde, el espectador ya ha perdido media hora de su vida.

El Diablo Probablemente es un film que se nota que está hecho para sesudos cinéfilos y eruditos críticos, para que éstos puedan hablar sobre lo profundo que es al tratar esos temas tan existencialistas. Y ciertamente, toca esos temas, pero de una forma vacía y poco cinematográfica, buscando la complicidad del espectador para que vaya asintiendo a cada una de sus reflexiones y poder, al final de la película, sentirse realizado al haber contemplado un profundo film de autor.

Un fatídico ejemplo de película con pretensiones intelectuales mal hecha.