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Crítica - Chicago (2002)

Poster

'Elegante'

08/02/2004 - Por Kanuac

(4/5)

Esta película tiene algo valioso de lo que puede presumir descaradamente, chispa. Es brillosa y tiene garbo a raudales. Un elenco de actores inesperado, una historia que releva su papel, la presentación, conjuntación e incluso el momento en que aparece cada tema musical no son nada previsibles; por una parte se podría pensar que todo ha sido planificado con el objetivo de intentar colar un musical al espectador de manera discreta debido al gran handicap que tuvo que suponer para un director novel -en cine- realizar este proyecto con actores en mayoría sin experiencia previa en el área, no-cantantes, -excepto, claro está, la espléndida Queen Latifah- evitando que el público sufra lo indescriptible, pero de eso hablaré más adelante.

Para empezar tenemos un elenco de actores que están prácticamente magníficos -bueno, lo siento Richard, tienes que desencasillar tu cara, ya sabes, ciertas cosas del arte dramático hacen que no puedas estar toda tu vida interpretando impunemente 'American Gigolo meets Pretty Woman', aunque aquí precisamente no quede nada mal-, tanto ellos como sus personajes son muy asequibles de entender y tienen su considerable dosis de ironía para cuajar la historia como si fuera un pacto entre todos del que se aprovechan para hacer guiños y acusar todo lo decadente de la sociedad que toca; Lo cual quiere decir que existe un guión correctamente realizado (Bill Condon) de la historia que procede y muy bien dirigido (Rob Marshall), con energía y vitalidad constante. Se trata, pues, de un trabajo de calidad -Zeta Jones dijo del director que es quien más le ha hecho sudar para una película (!) -
De manera muy subjetiva diré que tengo un gran interés por Roxie. A Renée le ha tocado un papel el cuál no puedo enfatizar suficientemente lo difícil que es o al menos a mí me parece. Estamos hablando de Renée como una actriz cuya filmografía se limita a un puñado de películas de dudosa calidad -puedo ser rudo pero las buenas se cuentan con los dedos, aún así no se puede negar que ha estado en el sitio adecuado en el momento justo aunque sólo sea para escalar peldaños- por quien el director ha apostado muy fuerte y ha respondido como la película merece, recreando un papel confuso, ajeno y ambicioso con minuciosidad en sus profusos detalles ambiguos. En mi opinión se trata de un casting perfecto y lo hace a muy alto nivel. Esta chica es la cara de la película durante toda la película, a pesar de la Zeta Jones.

Y por supuesto, la Zeta Jones (Velma Kelly), claro. Aunque a estas alturas me parece que hablar en profundidad de las cualidades de esta mujer sería bastante vulgar. Simplemente lo dejaré en tres palabras: potencia, potencia y calidad.

A esta clara y concisa troupe de lead actors siguen unos secundarios llamativos pero no cargantes, bien trazados y adecuadamente interpretados, de entre los cuales quiero destacar la labor de John C. Reilly, sólido y creíble en su papel de marido engañado.

Aficionado al jazz, big-bands, ragtime y demás como soy me encontré encantado con el poderoso comienzo y la enérgica y agradable voz de Catherine. Satisfacción que fue en crescendo a medida que los números se sucedían e incluso variaban en estilo para adaptarse a todos los gustos sin salirse del tema global, como el original tango de la cárcel. El trabajo de Danny Elfman al respecto es elaborado e interesante que sin llegar a algo fastuoso logra un resultado muy aceptable. Las canciones (John Kander) y su letra (Fred Ebb) -única parte que se encuentra prácticamente intacta en la película pues su trabajo se mantiene desde 1975 fecha en la que se crearon para el musical de Broadway- sin embargo, son la vida y regocijo de la película: picaresca, sarcasmo y diversión, palabras clave que lo impregnan todo.

'Chicago' posee una historia -original de Maurine Dallas Watkins- actual -a pesar de tener casi ochenta años de vida-, atrevida, de múltiples connotaciones sexuales y que dice cosas bastante duras sobre la sociedad y la celebridad en la cual, a pesar de todo, lo que se cuenta no es lo más importante sino la manera en que se hace porque ocurren muchas cosas al revés de lo que el cine nos tiene acostumbrados a esperar.
Veremos que todo lo que nos interesa pasa durante las canciones hasta tal punto que lo que no sucede ahí carece de importancia decisiva dentro de la trama, detalles añadidos a las ensoñaciones de Roxie y su mundo surrealista en que suceden las cosas como ella desearía. Eso es lo verdaderamente creativo de este filme que por otra parte hace destacar unos muy elegantes cambios entre sets hacia las interpretaciones musicales -y vaya interpretaciones, ¡muy buenas coreografías!, trabajo del director, por cierto- que lo hacen más accesible para quienes no tenían mucho interés en la propia película sino en el actor o actriz que les quita el hipo y también para los ajenos al mundo del musical. Suavizan y dan más consistencia e incluso credibilidad al conjunto.

Desgraciadamente tiene un punto en contra y es que se trata de un musical y un musical exige. Exige cualidades y garantías; hoy no es costumbre como en los años 50 -y el público es el primero en notarlo- el hacer musicales a tutiplen, es un proceso arduo que en esta película carece de garantías previas. Para lograr el éxito han tenido que devanarse los sesos con la idea de encontrar la manera más agradable de hacer que el respetable del siglo XXI acepte un musical tan cargado de musical sin rechazarlo de pleno.
Y no hay garantías porque no hay grandes voces de la música -afortunadamente la idea original de incrustrarnos a Madonna no cuajó-, no tenemos bailarines de alto nivel -Gere tuvo que aprender claqué en tres meses para su número-escena del juicio- y la experiencia previa del director en cine -su primer proyecto- es cero. De ahí la sorprendente calidad y acabado final.
Sin espinas ni astillas. La fusión entre musical y filme es elegante, las transiciones son suaves y nada abruptas, acogedoras y eficaces, el montaje muestra un resultado dinámico y chispeante ayudado de unos sets que rezuman el ambiente, el show y el glamour del Chicago de los años veinte como pocas veces he visto y todo ello dirigido de una manera animosa y arriesgada, dando el todo por el todo. En definitiva, un musical musical.
La nota que se lleva es un 8 sobre 10.

 

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