The Fall. El Sueño de Alexandria
Director: Tarsem Singh
Intérpretes: Lee Pace (Roy Walker/El Bandido Azul) / Catinca Untaru (Alexandria) / Justine Waddell (Enfermera Evelyn/Princesa Evelyn) / Robin Smith (Luigi/Actor cojo) / Leo Bill (Charles Darwin/Conserje) / Marcus Wesley (Otta Benga/Repartidor de hielo) / Jeetu Verma (El Indio/Recolector) / Julian Bleach (El Místico/Recolector) / Daniel Caltagirone (Sinclair/Gobernador Odious) / Sean Gilder (Walt Purdy)
Duración: 117 minutos
Sinopsis: Alexandria es una niña rumana que se encuentra ingresada en un hospital de Los Angeles, recuperándose de una lesión en el brazo producida por una caída mientras ayudaba a su madre a recoger naranjas en una plantación. Dando vueltas por el [...]
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Estreno en España: 14 de Noviembre de 2008
CRÍTICA
The Fall es una película excepcional. Eso es algo que puede afirmarse rotundamente, porque, sin ningún lugar a dudas, la manera cómo ha sido creada es única. Tarsem Singh, el director, pagó prácticamente de su propio bolsillo un filme rodado por todos los rincones de la Tierra a la búsqueda de las más auténticas (y desconocidas) maravillas del mundo. Sobre este lienzo insólito, Tarsem (nombre único con que él mismo firma la película) pinta el cuento imaginario que se narra en The Fall.
No es nuestro mundo, pero está hecho de él.
El mundo más humano de todos los surgidos de la imaginación de un escritor, director o fabulador de cualquier arte. Y, quizás para mantener esta aura de proximidad, el director decide no recurrir casi a efectos especiales, incluso cuando lo lógico seria recurrir a ellos, incluso cuando nuestro cerebro de espectadores habituados al cine actual los encuentra allí donde no están. Y así, mediante esa suma casi paradójica de alma artesanal y medios de superproducción, se construye un relato de un color y unas formas absolutamente personales.
Así, se elabora una película excepcional.
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Esto es lo primero que uno ve. Todas esas imágenes caen sobre el espectador y hacen que tenga que frotarse los ojos, e incluso la nariz y las orejas, ante el sobrecogedor espectáculo. Pero The Fall es mucho más que fuerza visual y cuentos delirantes. Es tanto más que, para algunos de sus espectadores (para aquellos a los que les emocione de verdad), las imágenes serán el menor de los placeres que les brinde The Fall.
La película se divide en dos partes que se mezclan continuamente: la real, en que se narra la "amistad" (por llamarlo de algún modo) entre un especialista y una niña de cinco años que coinciden en un hospital, y la imaginaria, que no es sino el relato que el hombre le cuenta a la pequeña. Pues bien, mientras que la mayoría (aunque no todas) de las imágenes espectaculares se encuentran en la parte fantástica del filme, la mayor parte de la carga dramática va a parar a la parte real, a la descripción de ambos personajes y lo insólito de su relación. Así, aunque el cuento fantástico puede resultar algo lineal y poco interesante, la relación entre el hombre y la niña es absolutamente compleja, y se mueve magistralmente entre lo amargo y lo dulce, lo tierno y lo dolorosamente cruel.
Hay un buen número de milagros que hacen que este encuentro entre el hombre y la niña funcione tan bien. Para empezar, las interpretaciones. Que los actores de una película sean buenos, es algo que se agradece, pero que tampoco resulta excepcional. Que una niña tan pequeña actúe como lo hace Catinca Untaru en The Fall... bueno, eso sí resulta extraordinario. La jovencísima actriz interpreta a una niña de cinco con una naturalidad difícil de creer. ¿El truco? Que no interpreta en absoluto. Tarsem Singh cuenta cómo se esforzó a lo largo de todo el rodaje para manipular, más que dirigir, a la niña y conseguir de ella el resultado que muestra en pantalla. Artimañas más o menos astutas y más o menos éticas, pero que a nosotros, espectadores que creemos en la magia del cine, poco nos importan. El resultado, que es lo que cuenta, no podría ser mejor.
Lo mismo puede decirse de la complicidad que se establece entre Untaru y Lee Pace, el actor que interpreta al especialista de cine al que una caída lleva al hospital. La intensa conexión entre ambos es lo que, en última instancia, permite que The Fall nos muestre una de las amistades niño-adulto más complejas y memorables que ha dado el cine.
Así, The Fall es, entonces, una película absolutamente sobresaliente en los dos aspectos en qué profundiza: el artístico y el dramático. Por lo que hace al primero, poco queda por decir: escenarios únicos y tremendamente bellos, vestuario de una imaginación desbordante, banda sonora épica, planos imposibles, transiciones más imposibles aún... Y por lo que respecta a su vertiente dramática, todo lo que aún no he dicho: diálogos brillantes, momentos realmente emocionantes y un perfecto uso de la ternura, la crudeza, el humor (absolutamente propio) y la sutilez (fijaos, si no, en cómo el protagonista va cambiando el transcurso del cuento que relata según su estado de ánimo).
Una película echa con amor al cine, y en la que el amor al cine tiene mucho que decir.
Eso sí, se trata de una película que tiene su propio ritmo. Una película que, al estar repleta de detalles, no parece tener ninguna prisa en soltar lo que quiere transmitir. Así, puede que a algunos se les haga algo lenta y que, finalmente, tanta autocomplacencia del director les llegue a aburrir.
Pero démonos cuenta de lo que estamos hablando: The Fall es una película susceptible de ser considerada una obra maestra por cualquiera que vaya a verla. Así se lo pareció al jurado del Festival de Cinema de Sitges 2007, que la premió como Mejor Película. Así me lo parece a mí. Y si os lo parece a vosotros, cuando vayáis a verla, imaginaos qué regalo.
¿Cuándo fue la última vez que visteis una obra maestra en una sala de cine?