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Los Monty Python (II): El salto al mundo del cine
Guillermo Triguero, 01/07/2014
Tal y como les relatamos en la primera parte de este artículo, a finales de los años 60 una serie de humoristas perpetraron un ataque a conciencia contra la respetable televisión británica mediante el programa de humor más anárquico e imprevisible que se hubiera podido ver hasta entonces. Ellos eran John Cleese, Graham Chapman, Terry Jones, Michael Palin, Eric Idle y Terry Gilliam, y el programa se llamaba Monty Python's Flying Circus. No obstante, la serie fue abandonada por el propio grupo tras cuatro años, dejando al mundo huérfano de su magnífico humor... ¿o no?
En busca del Santo Grial
Inicialmente uno diría que el tipo de gags que practicaban los Monty Python sólo podría ser entendido por el público británico, que siempre se ha dicho que tiene un sentido del humor bastante peculiar. Aun así, se les propuso la oportunidad de hacer un largometraje compuesto por los mejores sketches de la serie para intentar penetrar en el mercado americano. El resultado final, Se Montó la Gorda (1971), dejó bastante que desear en gran parte por su bajísimo presupuesto, pero en todo caso sirvió para que los Python se estrenaran en el mundo del cine.
Años después de la desaparición del Flying Circus, la idea de volver a la gran pantalla empezó a tomar forma cuando se les ocurrió hacer una comedia ambientada en la época medieval. Esta vez sería su film, con un guión completamente nuevo y sin tener que depender de nadie. Pero, ¿quién accedería a financiarles una película dándoles tal libertad de acción a unos tipos que habían hecho gags sobre mafiosos enfrentados a erizos gigantes o clases de autodefensa contra ataques con fruta? La respuesta la encontraron, curiosamente, en bandas de rock de la época como Led Zeppelin o Pink Floyd, quienes además les dejaron totalmente a su aire.

La película, Los Caballeros de la Mesa Cuadrada y sus Locos Seguidores, se ambientaba en la Edad Media y parodiaba leyendas de caballeros de la época, incluyendo algunos guiños que seguramente sólo historiadores como Terry Jones entenderían. La idea de utilizar un director ajeno al grupo para llevar adelante el proyecto fue descartada, porque precisamente la motivación tras este film era hacer una película 100% Python, sin depender de nadie externo. El pequeño problema sin importancia es que ninguno tenía experiencia en ese ámbito. Por suerte, dos de ellos aceptaron el reto encantados, en concreto los dos Terry: Terry Jones y Terry Gilliam.
Lo de Jones tenía toda la lógica del mundo, ya que aunque no había un líder en el grupo, él era lo más parecido que tenían a uno por mucho que Cleese fuera la gran cabeza visible de los Python. Otro tema era Terry Gilliam. Hoy en día ya sabemos la magnífica carrera que vendría después, pero en 1975 era el miembro más fuera de lugar, el americano que se dedicaba a hacer animaciones freaks y no participaba tanto como el resto en la elaboración de gags. Su salto de este papel secundario al de director fue la primera pista de lo que vendría después.
No obstante, si dirigir una película por primera vez es difícil, hacerlo a cuatro manos lo es más aún. De hecho, el rodaje de Los Caballeros de la Mesa Cuadrada fue bastante difícil para todos los implicados: Graham Chapman, que interpretaba el papel protagonista, estaba pasando su peor fase de alcoholismo; tuvieron innumerables problemas técnicos; el clima era frío y húmedo, y además hubo bastante tensión entre los dos directores. Este último problema acabó desembocando inevitablemente en apartar a Gilliam de dicho rol a medio rodaje y cedérselo a Jones. El americano ya era por entonces un perfeccionista enfermizo, con el problema añadido de que hasta entonces sólo había dirigido figuras animadas, que lógicamente obedecen mucho mejor a las exigencias del director que la gente real. De todos modos, cuando se vio el resultado final, todos coincidieron en que el esfuerzo estaba valiendo la pena.

Muchos de los cómicos que han dado el salto a la gran pantalla lo han hecho con películas mediocres; divertidas, sí, pero flojas como films. Todo parecería indicar que con los Python pasaría lo mismo, dada su inexperiencia en el medio, pero sorprendentemente no fue así. Viendo Los Caballeros de la Mesa Cuadrada uno puede notar que, por mucho que el humor sea tan absurdo, se ha puesto un gran cuidado en el contenido. De hecho, se nota no sólo que sus responsables conocían la Edad Media, sino que además los dos Terry se apoyaron en referentes cinematográficos de gran calado como Pier Paolo Pasolini -¿alguien se anima a hacer un estudio sobre la influencia de Pasolini en los Monty Python?-, del que tomaron esa ambientación tan auténtica y sucia. Estaba hecho a propósito, no solo para hacer una buena película, sino porque pensaban muy inteligentemente que los gags funcionarían mejor si sucedían en un entorno creíble.
Pese a todos los problemas que envolvieron al rodaje, el resultado final fue una comedia memorable que además fue un éxito de público. Eso sirvió para subir la moral de los seis Python después de tantas dificultades y decidirse continuar trabajando juntos.

"No es el Mesías, sólo es un chico travieso"
Todo empezó con una broma de Eric Idle, que en una rueda de prensa dijo que la próxima película de los Python se llamaría "Jesucristo, ansias de gloria". Siguiendo con la broma, los seis miembros del grupo empezaron a pensar sketches sobre la vida de Jesucristo, hasta que llegó un punto en el que se preguntaron si no sería realmente buena idea hacer una comedia bíblica. Después de todo, eso sí que sería innovador.
El problema era que no conseguían encontrar el punto cómico al personaje de Jesucristo, además de que resultaría muy problemático. Finalmente encontraron la solución ideal: su film sería una comedia, no sobre Jesucristo, sino sobre un tipo llamado Brian contemporáneo suyo al que la gente confundiría con el Mesías. De esta forma podían ser irreverentes manteniendo las referencias bíblicas que tanto le interesaban, pero sin necesidad de burlarse de Jesucristo. Hoy en día a muchos les resultarán exageradas sus reservas, acostumbrados a ver bromas crueles de absolutamente cualquier tema imaginable, pero no olvidemos que eran los años 70.

El film, que como bien sabrán se tituló La Vida de Brian, se planificó cuidadosamente de cara al rodaje en Túnez, pero en el último momento surgió un imprevisto que pudo ser fatal: EMI, que iba a financiar el proyecto, se echó atrás a pocos días de comenzar la filmación porque, de repente, consideraron que la película era demasiado blasfema; lo cual nos lleva a preguntarnos cómo tardaron tanto en darse cuenta teniendo el guión a su disposición desde el principio. Sin soporte económico y con todo preparado para iniciar el rodaje, los Python se encontraron en un callejón sin salida hasta que acudió en su ayuda un amigo y fan: George Harrison. El exguitarrista de los Beatles se enteró de sus dificultades y decidió financiarles todo el film empeñando para ello su casa. Cuando se le reconoció ese gesto tan generoso, éste le quitó importancia diciendo que lo hizo sencillamente porque quería ver la película.
A diferencia de su anterior film, el rodaje de La Vida de Brian fue mucho más cómodo, sin dos directores haciendo las labores de realización (en esta ocasión se encargó únicamente Terry Jones de dicha tarea), con un ya desintoxicado Graham Chapman excelente como Brian, y la seguridad de que estaban haciendo una película redonda. El resultado final estuvo a la altura de lo esperado: una comedia divertidísima con un guión magnífico, que no sólo estaba plagado de gags memorables sino que estaba impecablemente urdido.

De hecho, La Vida de Brian no es simplemente una gran comedia, sino que en posteriores revisionados se hace evidente que hay varias ideas tras su argumento. Para su escritura, los Python se habían documentado con libros de historia que versaban sobre esa época e insertaron algunas ideas muy interesantes. El film no es tanto una parodia sobre la figura de Jesucristo como una crítica a la forma en la que algunos de sus creyentes y la Iglesia han desvirtuado su mensaje, así como a la incapacidad del ser humano de pensar por sí mismo.
Pese al cuidado que pusieron en no burlarse de la figura de Cristo, el film generó una enorme controversia en su estreno que en realidad sirvió para darle una valiosa publicidad gratuita. Algunos países como Irlanda o Noruega la prohibieron (en Suecia se publicitó con el eslogan: "Tan divertida que la han prohibido en Noruega") y su estreno en Estados Unidos estuvo inundado de piquetes de asociaciones católicas radicales y demás luminarias con mucho tiempo libre, que pedían que no se proyectara esa blasfemia.
Nada de eso impidió que se convirtiera en uno de los mayores éxitos de taquilla de la temporada. Se trata sin duda de la mejor de sus películas y desde su estreno ha sido considerado un clásico de la comedia; incluso los propios Python han afirmado en más de una ocasión que La Vida de Brian fue el mayor logro de su carrera. Eso sin olvidar una de las escenas más memorables de la historia del género. ¿A quién se le podría haber ocurrido acabar un film de ambientación bíblica con unos crucificados cantando una canción optimista y vital?
[youtube=L2Wx230gYJw]
Improbable triunfo en Cannes
¿Qué es lo que sucede cuando dejas a los Monty Python con un presupuesto ultrageneroso al frente de una película sin ningún tipo de control o restricción? La respuesta es El Sentido de la Vida.
La génesis de su último film fue la más problemática de todas porque no siguió la lógica habitual: en vez de tener primero unas ideas y después convertirlas en película, el proceso fue el inverso. Tras el enorme éxito de La Vida de Brian, parece que finalmente los grandes estudios entendieron que los Python eran rentables y les ofrecieron la posibilidad de hacer una última película a cambio de una suma de dinero nada desdeñable. Además, se les daba total libertad sobre el tema y contenido de la obra, ¡todo un sueño hecho realidad! Salvo por un pequeño detalle: no sabían de qué querían hacer la película. Querían hacer otro film más, pero no sabían sobre qué. A causa de eso, toda la fase de escritura del guion acabó siendo tortuosa y desesperante. Fueron escribiendo sketches pero no tenían la genialidad de antes y, lo peor de todo, no supieron encontrar un argumento con el que agruparlos. Además, ya por aquel entonces muchos de ellos habían ido llevando a cabo proyectos por su cuenta, de forma que tenían el convencimiento de que ése sería su último trabajo juntos, lo cual era un extra más de presión.
Finalmente, cuando estuvieron a punto de darse por vencidos, Terry Jones propuso unir todas esas ideas bajo el concepto de "el sentido de la vida", narrando los momentos esenciales de la vida de una persona. Era un hilo conductor muy vago y que no consiguió eliminar la sensación de que se trataba de un film de sketches, pero en todo caso sirvió para que llevaran el proyecto adelante.

El resultado final fue un tanto desigual. El guión era sin duda el más flojo y menos ocurrente de las tres películas, pero a nivel de dirección y producción se trataba sin duda de su mayor logro. Coreografías musicales como las de "Every Sperm Is Sacred" o "Christmas in Heaven" eran una auténtica maravilla, además de un claro homenaje al género; eso sin contar que la simple idea de diseñar un gran número musical llamado "Todo el esperma es sagrado" burlándose de la posición de la Iglesia católica contra los métodos preservativos era absolutamente brillante.
Mención aparte merece el cortometraje de Terry Gilliam, The Crimson Permanent Assurance, una de las mejores creaciones de su carrera. Inicialmente iba a ser un sencillo cortometraje animado, pero éste pidió que se lo dejaran filmar con actores y estuvo trabajando en él en un plató aparte separado del resto. Obviamente sucedió lo que suele ocurrir cuando dejas a Gilliam filmando por su cuenta sin que nadie le controle: lo que inicialmente era un sketch se desmadró por completo multiplicando sus costes y adquirió la forma de una gran producción. Para cuando el resto se dieron cuenta era demasiado tarde, y de todos modos el resultado final era tan bueno que aceptaron separarlo del film proyectándolo antes como una pequeña introducción.

A la gente a quien le ofendió en su momento La Vida de Brian, El Sentido de la Vida debió suponerles todo un shock. Era con diferencia la película más salvaje y atrevida que hicieron. El film no sólo incluía críticas cruelmente mordaces contra la Iglesia católica y protestante, sino sketches que buscaban abiertamente atentar contra el buen gusto como un sangriento transplante de hígado o el repugnante gag de Mr. Creosote, que soy incapaz de describir con palabras. Parece como si, liberados por fin de cualquier tipo de presión o censura, los Python hubieran decidido ser lo más provocadores y ofensivos posible a nivel escatológico y sexual. Y como mínimo en ese aspecto lo consiguieron por completo.
El film fue igualmente otro éxito de taquilla, lo cual resultaba lógico dada la enorme popularidad del grupo. Lo que sí resultó inesperado fue que entrara en competición en el festival de Cannes de 1983 junto a obras de directores consagrados como Robert Bresson, Martin Scorsese, Nagisa Ôshima o Andrei Tarkovsky, por mencionar unos pocos. Jones, al que no se le subió ese honor a la cabeza, declaró jocosamente en una rueda de prensa que sabía que ganaría porque había sobornado al jurado. Cuando finalmente se llevó el Premio Especial del Jurado, en el discurso de aceptación indicó dónde estaba el supuesto maletín con el dinero. Con ese premio, los Monty Python llegaron a su máximo nivel de respetabilidad curiosamente con su película más imperfecta e irreverente.

Extraños en el paraíso: los Monty Python divirtiéndose en Cannes
Epílogo
El Sentido de la Vida fue el último proyecto en el que participaron todos los miembros del grupo, ya que en 1989 Graham Chapman fallecería a causa de un cáncer a los 47 años. Después de superar el shock inicial, el resto de miembros del grupo decidieron participar en el funeral de Chapman ofreciendo -con el consentimiento de la familia, claro- unos discursos de homenaje al fallecido plagados de gags, basándose en la premisa de que no tenía sentido ponerse solemne a la hora de recordar a una persona que había basado su vida en el humor y que no se tomaba a sí mismo tan en serio. El impagable funeral, que por cierto terminó con una rendición de la canción "Always Look on the Bright Side of Life" en forma de himno, se filmó para televisión y puede verse en Youtube:
[youtube=WhN7MkekMPA]
Desde entonces, los cinco Python han colaborado mutuamente en proyectos de cada uno, pero nunca han hecho ningún espectáculo formalmente como Monty Python a causa de la muerte de Chapman (Eric Idle comentó que estaban negociando con su agente para ver si conseguían que volviera para hacer algún show con ellos)... O al menos era así hasta hace poco.
El 2013 se anunció que, por primera vez en 30 años, los Python se volverían a juntar para llevar a cabo un espectáculo en Londres. Las entradas se agotaron en menos de un minuto y se añadieron otras fechas durante el mes de julio. Según han declarado, éste será el último espectáculo que llevarán a cabo juntos. Resultará pues una despedida por todo lo alto de uno de los mayores equipos humorísticos de la historia del cine y la televisión.

Los miembros supervivientes de los Monty Python junto a Carol Cleveland, la única mujer a la que el grupo aceptó como "cómplice" de sus locuras
En busca del Santo Grial
Inicialmente uno diría que el tipo de gags que practicaban los Monty Python sólo podría ser entendido por el público británico, que siempre se ha dicho que tiene un sentido del humor bastante peculiar. Aun así, se les propuso la oportunidad de hacer un largometraje compuesto por los mejores sketches de la serie para intentar penetrar en el mercado americano. El resultado final, Se Montó la Gorda (1971), dejó bastante que desear en gran parte por su bajísimo presupuesto, pero en todo caso sirvió para que los Python se estrenaran en el mundo del cine.
Años después de la desaparición del Flying Circus, la idea de volver a la gran pantalla empezó a tomar forma cuando se les ocurrió hacer una comedia ambientada en la época medieval. Esta vez sería su film, con un guión completamente nuevo y sin tener que depender de nadie. Pero, ¿quién accedería a financiarles una película dándoles tal libertad de acción a unos tipos que habían hecho gags sobre mafiosos enfrentados a erizos gigantes o clases de autodefensa contra ataques con fruta? La respuesta la encontraron, curiosamente, en bandas de rock de la época como Led Zeppelin o Pink Floyd, quienes además les dejaron totalmente a su aire.

La película, Los Caballeros de la Mesa Cuadrada y sus Locos Seguidores, se ambientaba en la Edad Media y parodiaba leyendas de caballeros de la época, incluyendo algunos guiños que seguramente sólo historiadores como Terry Jones entenderían. La idea de utilizar un director ajeno al grupo para llevar adelante el proyecto fue descartada, porque precisamente la motivación tras este film era hacer una película 100% Python, sin depender de nadie externo. El pequeño problema sin importancia es que ninguno tenía experiencia en ese ámbito. Por suerte, dos de ellos aceptaron el reto encantados, en concreto los dos Terry: Terry Jones y Terry Gilliam.
Lo de Jones tenía toda la lógica del mundo, ya que aunque no había un líder en el grupo, él era lo más parecido que tenían a uno por mucho que Cleese fuera la gran cabeza visible de los Python. Otro tema era Terry Gilliam. Hoy en día ya sabemos la magnífica carrera que vendría después, pero en 1975 era el miembro más fuera de lugar, el americano que se dedicaba a hacer animaciones freaks y no participaba tanto como el resto en la elaboración de gags. Su salto de este papel secundario al de director fue la primera pista de lo que vendría después.
No obstante, si dirigir una película por primera vez es difícil, hacerlo a cuatro manos lo es más aún. De hecho, el rodaje de Los Caballeros de la Mesa Cuadrada fue bastante difícil para todos los implicados: Graham Chapman, que interpretaba el papel protagonista, estaba pasando su peor fase de alcoholismo; tuvieron innumerables problemas técnicos; el clima era frío y húmedo, y además hubo bastante tensión entre los dos directores. Este último problema acabó desembocando inevitablemente en apartar a Gilliam de dicho rol a medio rodaje y cedérselo a Jones. El americano ya era por entonces un perfeccionista enfermizo, con el problema añadido de que hasta entonces sólo había dirigido figuras animadas, que lógicamente obedecen mucho mejor a las exigencias del director que la gente real. De todos modos, cuando se vio el resultado final, todos coincidieron en que el esfuerzo estaba valiendo la pena.

Muchos de los cómicos que han dado el salto a la gran pantalla lo han hecho con películas mediocres; divertidas, sí, pero flojas como films. Todo parecería indicar que con los Python pasaría lo mismo, dada su inexperiencia en el medio, pero sorprendentemente no fue así. Viendo Los Caballeros de la Mesa Cuadrada uno puede notar que, por mucho que el humor sea tan absurdo, se ha puesto un gran cuidado en el contenido. De hecho, se nota no sólo que sus responsables conocían la Edad Media, sino que además los dos Terry se apoyaron en referentes cinematográficos de gran calado como Pier Paolo Pasolini -¿alguien se anima a hacer un estudio sobre la influencia de Pasolini en los Monty Python?-, del que tomaron esa ambientación tan auténtica y sucia. Estaba hecho a propósito, no solo para hacer una buena película, sino porque pensaban muy inteligentemente que los gags funcionarían mejor si sucedían en un entorno creíble.
Pese a todos los problemas que envolvieron al rodaje, el resultado final fue una comedia memorable que además fue un éxito de público. Eso sirvió para subir la moral de los seis Python después de tantas dificultades y decidirse continuar trabajando juntos.

"No es el Mesías, sólo es un chico travieso"
Todo empezó con una broma de Eric Idle, que en una rueda de prensa dijo que la próxima película de los Python se llamaría "Jesucristo, ansias de gloria". Siguiendo con la broma, los seis miembros del grupo empezaron a pensar sketches sobre la vida de Jesucristo, hasta que llegó un punto en el que se preguntaron si no sería realmente buena idea hacer una comedia bíblica. Después de todo, eso sí que sería innovador.
El problema era que no conseguían encontrar el punto cómico al personaje de Jesucristo, además de que resultaría muy problemático. Finalmente encontraron la solución ideal: su film sería una comedia, no sobre Jesucristo, sino sobre un tipo llamado Brian contemporáneo suyo al que la gente confundiría con el Mesías. De esta forma podían ser irreverentes manteniendo las referencias bíblicas que tanto le interesaban, pero sin necesidad de burlarse de Jesucristo. Hoy en día a muchos les resultarán exageradas sus reservas, acostumbrados a ver bromas crueles de absolutamente cualquier tema imaginable, pero no olvidemos que eran los años 70.

El film, que como bien sabrán se tituló La Vida de Brian, se planificó cuidadosamente de cara al rodaje en Túnez, pero en el último momento surgió un imprevisto que pudo ser fatal: EMI, que iba a financiar el proyecto, se echó atrás a pocos días de comenzar la filmación porque, de repente, consideraron que la película era demasiado blasfema; lo cual nos lleva a preguntarnos cómo tardaron tanto en darse cuenta teniendo el guión a su disposición desde el principio. Sin soporte económico y con todo preparado para iniciar el rodaje, los Python se encontraron en un callejón sin salida hasta que acudió en su ayuda un amigo y fan: George Harrison. El exguitarrista de los Beatles se enteró de sus dificultades y decidió financiarles todo el film empeñando para ello su casa. Cuando se le reconoció ese gesto tan generoso, éste le quitó importancia diciendo que lo hizo sencillamente porque quería ver la película.
A diferencia de su anterior film, el rodaje de La Vida de Brian fue mucho más cómodo, sin dos directores haciendo las labores de realización (en esta ocasión se encargó únicamente Terry Jones de dicha tarea), con un ya desintoxicado Graham Chapman excelente como Brian, y la seguridad de que estaban haciendo una película redonda. El resultado final estuvo a la altura de lo esperado: una comedia divertidísima con un guión magnífico, que no sólo estaba plagado de gags memorables sino que estaba impecablemente urdido.

De hecho, La Vida de Brian no es simplemente una gran comedia, sino que en posteriores revisionados se hace evidente que hay varias ideas tras su argumento. Para su escritura, los Python se habían documentado con libros de historia que versaban sobre esa época e insertaron algunas ideas muy interesantes. El film no es tanto una parodia sobre la figura de Jesucristo como una crítica a la forma en la que algunos de sus creyentes y la Iglesia han desvirtuado su mensaje, así como a la incapacidad del ser humano de pensar por sí mismo.
Pese al cuidado que pusieron en no burlarse de la figura de Cristo, el film generó una enorme controversia en su estreno que en realidad sirvió para darle una valiosa publicidad gratuita. Algunos países como Irlanda o Noruega la prohibieron (en Suecia se publicitó con el eslogan: "Tan divertida que la han prohibido en Noruega") y su estreno en Estados Unidos estuvo inundado de piquetes de asociaciones católicas radicales y demás luminarias con mucho tiempo libre, que pedían que no se proyectara esa blasfemia.
Nada de eso impidió que se convirtiera en uno de los mayores éxitos de taquilla de la temporada. Se trata sin duda de la mejor de sus películas y desde su estreno ha sido considerado un clásico de la comedia; incluso los propios Python han afirmado en más de una ocasión que La Vida de Brian fue el mayor logro de su carrera. Eso sin olvidar una de las escenas más memorables de la historia del género. ¿A quién se le podría haber ocurrido acabar un film de ambientación bíblica con unos crucificados cantando una canción optimista y vital?
[youtube=L2Wx230gYJw]
Improbable triunfo en Cannes
¿Qué es lo que sucede cuando dejas a los Monty Python con un presupuesto ultrageneroso al frente de una película sin ningún tipo de control o restricción? La respuesta es El Sentido de la Vida.
La génesis de su último film fue la más problemática de todas porque no siguió la lógica habitual: en vez de tener primero unas ideas y después convertirlas en película, el proceso fue el inverso. Tras el enorme éxito de La Vida de Brian, parece que finalmente los grandes estudios entendieron que los Python eran rentables y les ofrecieron la posibilidad de hacer una última película a cambio de una suma de dinero nada desdeñable. Además, se les daba total libertad sobre el tema y contenido de la obra, ¡todo un sueño hecho realidad! Salvo por un pequeño detalle: no sabían de qué querían hacer la película. Querían hacer otro film más, pero no sabían sobre qué. A causa de eso, toda la fase de escritura del guion acabó siendo tortuosa y desesperante. Fueron escribiendo sketches pero no tenían la genialidad de antes y, lo peor de todo, no supieron encontrar un argumento con el que agruparlos. Además, ya por aquel entonces muchos de ellos habían ido llevando a cabo proyectos por su cuenta, de forma que tenían el convencimiento de que ése sería su último trabajo juntos, lo cual era un extra más de presión.
Finalmente, cuando estuvieron a punto de darse por vencidos, Terry Jones propuso unir todas esas ideas bajo el concepto de "el sentido de la vida", narrando los momentos esenciales de la vida de una persona. Era un hilo conductor muy vago y que no consiguió eliminar la sensación de que se trataba de un film de sketches, pero en todo caso sirvió para que llevaran el proyecto adelante.

El resultado final fue un tanto desigual. El guión era sin duda el más flojo y menos ocurrente de las tres películas, pero a nivel de dirección y producción se trataba sin duda de su mayor logro. Coreografías musicales como las de "Every Sperm Is Sacred" o "Christmas in Heaven" eran una auténtica maravilla, además de un claro homenaje al género; eso sin contar que la simple idea de diseñar un gran número musical llamado "Todo el esperma es sagrado" burlándose de la posición de la Iglesia católica contra los métodos preservativos era absolutamente brillante.
Mención aparte merece el cortometraje de Terry Gilliam, The Crimson Permanent Assurance, una de las mejores creaciones de su carrera. Inicialmente iba a ser un sencillo cortometraje animado, pero éste pidió que se lo dejaran filmar con actores y estuvo trabajando en él en un plató aparte separado del resto. Obviamente sucedió lo que suele ocurrir cuando dejas a Gilliam filmando por su cuenta sin que nadie le controle: lo que inicialmente era un sketch se desmadró por completo multiplicando sus costes y adquirió la forma de una gran producción. Para cuando el resto se dieron cuenta era demasiado tarde, y de todos modos el resultado final era tan bueno que aceptaron separarlo del film proyectándolo antes como una pequeña introducción.

A la gente a quien le ofendió en su momento La Vida de Brian, El Sentido de la Vida debió suponerles todo un shock. Era con diferencia la película más salvaje y atrevida que hicieron. El film no sólo incluía críticas cruelmente mordaces contra la Iglesia católica y protestante, sino sketches que buscaban abiertamente atentar contra el buen gusto como un sangriento transplante de hígado o el repugnante gag de Mr. Creosote, que soy incapaz de describir con palabras. Parece como si, liberados por fin de cualquier tipo de presión o censura, los Python hubieran decidido ser lo más provocadores y ofensivos posible a nivel escatológico y sexual. Y como mínimo en ese aspecto lo consiguieron por completo.
El film fue igualmente otro éxito de taquilla, lo cual resultaba lógico dada la enorme popularidad del grupo. Lo que sí resultó inesperado fue que entrara en competición en el festival de Cannes de 1983 junto a obras de directores consagrados como Robert Bresson, Martin Scorsese, Nagisa Ôshima o Andrei Tarkovsky, por mencionar unos pocos. Jones, al que no se le subió ese honor a la cabeza, declaró jocosamente en una rueda de prensa que sabía que ganaría porque había sobornado al jurado. Cuando finalmente se llevó el Premio Especial del Jurado, en el discurso de aceptación indicó dónde estaba el supuesto maletín con el dinero. Con ese premio, los Monty Python llegaron a su máximo nivel de respetabilidad curiosamente con su película más imperfecta e irreverente.

Extraños en el paraíso: los Monty Python divirtiéndose en Cannes
Epílogo
El Sentido de la Vida fue el último proyecto en el que participaron todos los miembros del grupo, ya que en 1989 Graham Chapman fallecería a causa de un cáncer a los 47 años. Después de superar el shock inicial, el resto de miembros del grupo decidieron participar en el funeral de Chapman ofreciendo -con el consentimiento de la familia, claro- unos discursos de homenaje al fallecido plagados de gags, basándose en la premisa de que no tenía sentido ponerse solemne a la hora de recordar a una persona que había basado su vida en el humor y que no se tomaba a sí mismo tan en serio. El impagable funeral, que por cierto terminó con una rendición de la canción "Always Look on the Bright Side of Life" en forma de himno, se filmó para televisión y puede verse en Youtube:
[youtube=WhN7MkekMPA]
Desde entonces, los cinco Python han colaborado mutuamente en proyectos de cada uno, pero nunca han hecho ningún espectáculo formalmente como Monty Python a causa de la muerte de Chapman (Eric Idle comentó que estaban negociando con su agente para ver si conseguían que volviera para hacer algún show con ellos)... O al menos era así hasta hace poco.
El 2013 se anunció que, por primera vez en 30 años, los Python se volverían a juntar para llevar a cabo un espectáculo en Londres. Las entradas se agotaron en menos de un minuto y se añadieron otras fechas durante el mes de julio. Según han declarado, éste será el último espectáculo que llevarán a cabo juntos. Resultará pues una despedida por todo lo alto de uno de los mayores equipos humorísticos de la historia del cine y la televisión.

Los miembros supervivientes de los Monty Python junto a Carol Cleveland, la única mujer a la que el grupo aceptó como "cómplice" de sus locuras