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Los Monty Python (I): Cómo dinamitar la televisión británica

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El 7 de Septiembre de 1969 una serie de espectadores, en su mayoría ancianos, se dirigieron a un plató de la BBC para disfrutar del primer capítulo de un nuevo programa de entretenimiento que, a juzgar por su estrambótico nombre, tenía que ver vagamente con el mundo del circo. El inicio del show fue sin embargo altamente desconcertante. Era un sketch en el que un hombre de ciudad y un campesino hablaban sobre unas ovejas que querían volar. Pero si eso ya les pareció incomprensible, peor era el siguiente gag, en el que dos tipos que farfullaban una especie de francés intentaban explicar al público el mecanismo de una oveja voladora. El resto del programa, que incluía un hombre interpretando una melodía con un xilófono compuesto por ratones o un sacerdote peleando contra un profesor universitario en un cuadrilátero para debatir la existencia de Dios, seguía las mismas líneas.

El siguiente episodio que se grabó fue el primero en emitirse, por tanto lo primero que vieron los telespectadores de Reino Unido de ese programa llamado Monty Python's Flying Circus fue a Mozart presentando un programa dedicado a mostrar muertes de personajes célebres. Difícilmente podemos hacernos una idea hoy día del desconcierto que debió suponer algo así a los espectadores de la época.

Los responsables de semejante atentado contra la cordura y la lógica más elementales eran los Monty Python, y tenían nombre y apellidos, a saber: John Cleese, Graham Chapman, Terry Jones, Michael Palin, Eric Idle y Terry Gilliam.


De izquierda a derecha: Graham Chapman, Eric Idle y Terry Gilliam (detrás);
Terry Jones, John Cleese y Michael Palin (delante).


Todos ellos salvo Gilliam eran británicos de pura cepa educados en hogares de clase media donde se vio como una bendición que éstos pudieran acceder a la universidad. No obstante, poco podían imaginar sus padres que estos chicos harían carrera, no como respetables abogados o médicos, sino como humoristas que aparecerían en la televisión travestidos y ofreciendo gags terriblemente absurdos.

Pero no lo olvidemos, estos pirados eran en realidad licenciados de Oxford y Cambridge en Derecho, Medicina, Historia y Literatura Inglesa. No recalco esto como una forma de pretender 'legitimarlos', sino porque esto explica la tendencia que tenían para desarrollar sketches basados en referentes cultos o para llenar películas como Los Caballeros de la Mesa Cuadrada y sus Locos Seguidores (1975) de referencias medievales reales. Pero aun así, estos guiños cultos estaban lejos de ser pedantes: lo que hacían los Python era bajar estos conocimientos del pedestal al que su estricta educación les habían obligado a colocarlas para ridiculizarlos. En definitiva, hacer que nombres como Atila el Huno, Beethoven o Arquímedes pudieran ser gags.

En lo que respecta al sexto miembro del grupo, el futuro director de cine Terry Gilliam, era el que menos encajaba de todos por su origen estadounidense y su condición de animador antes que actor y escritor de sketches, pero él es el responsable de un aspecto esencial del mundo estético del grupo. Excepto él, todos habían seguido recorridos similares: en sus universidades empezaron a formar parte de los grupos teatrales del campus y se hicieron un nombre gracias a sus habilidades cómicas. Con el tiempo se dieron cuenta de que ese mundo les atraía mucho más que el que les prometía sus carreras y consiguieron sus primeros trabajos como guionistas, así como pequeños papeles en programas cómicos de televisión.

John Cleese y Graham Chapman se hicieron un nombre en At Last The 1948 Show, mientras que el resto, curiosamente, acabaron al cargo de un programa dirigido a niños llamado Do Not Adjust Your Set, donde dieron rienda suelta a su humor absurdo. Lo que sucedía es que el programa gustaba tanto a los adultos que se comenta que muchos volvían corriendo a casa del trabajo para coger el programa a tiempo, ya que se emitía en horario infantil. Cleese le echó el ojo a ese programa y le propuso a uno de ellos, Michael Palin, trabajar juntos en una nueva producción. Éste aceptó a cambio de que el resto de sus compañeros se vinieran con él. El resto es historia.


El equipo de Do Not Adjust Your Set


Después de que estos seis personajes decidieran aliarse y trabajar como grupo, le pidieron permiso a la BBC para que les dejaran crear un programa humorístico sin título todavía y cuyo contenido no supieron precisar. Por suerte en aquellos días había tal libertad creativa en la televisión británica que les dieron luz verde y ni se molestaron en revisar los guiones que pretendían rodar.

El nombre del programa fue difícil de escoger, pero después de muchos posibles títulos absurdos -de los cuales mi absoluto favorito es The Toad Elevating Moment (El Enriquecedor Momento del Sapo)- finalmente decidieron llamarlo Monty Python's Flying Circus. Eso quiere decir que por inercia ellos acabarían llamándose Monty Python, pero por entonces no podían sospechar que ese nombre se haría célebre durante décadas.

No obstante, sus inicios no fueron especialmente fáciles. Aunque existían varios precedentes de programas televisivos y radiofónicos de humor absurdo, nadie lo había llevado a un extremo tan anárquico como ellos. En consecuencia, la recepción de los primeros episodios fue bastante tibia, puesto que el público aún estaba en fase de asimilar lo que sucedía en la pantalla. Poco a poco fueron consiguiendo ganarse su favor hasta progresivamente convertirse en un auténtico programa de culto. Sin embargo, la BBC no se lo puso fácil, puesto que la cadena lo veía como un programa de humor incomprensible sin más. En consecuencia, les cambiaron el horario continuamente e incluso pensaron reutilizar las cintas de programas grabados. De no ser porque Terry Gilliam las compró y almacenó durante años, hoy no quedaría ningún rastro de esta maravilla televisiva.


Nadie se espera a la Inquisición Española


Una de las cualidades que hace del Monty Python's Flying Circus una serie tan especial es su absoluta imprevisibilidad. Literalmente uno jamás podía saber qué iba a suceder no solo de un sketch a otro, sino dentro de un mismo sketch. Los Python fueron unos genios a la hora de destruir muchas de las convenciones que seguían los programas de humor, comenzando por la famosa punch line (la frase graciosa que cerraba un gag). Ellos en lugar de cerrar un gag de esa forma, preferían interrumpirlo abruptamente o, mejor aún, conducirlo a terrenos aún más surrealistas hasta que dejaba de tener sentido. En una referencia a ese hecho, en algunos episodios introdujeron el personaje de un militar que se dedicaba a interrumpir los sketches cuando se volvían demasiado absurdos. Del mismo modo, cultivaban tanto sketches que tenían la forma de pequeñas historias y duraban un episodio entero como joyas del humor absurdo de pocos segundos, como esta pequeña maravilla:




Del mismo modo, aunque el tipo de humor que mejor les caracterizaba era el surrealista, en la serie tenían cabida todo tipo de gags sin ninguna distinción, incluyendo humor negro, sexual y escatológico, y eso en una época en que la televisión británica se suponía que aún era bastante puritana al respecto. Uno de sus incidentes más famosos incluía un gag en el que un personaje de un concurso mencionaba entre sus aficiones "estrangular animales, masturbarse y jugar a golf". Esa frase les provocó una fuerte reprimenda por parte de la BBC, obligándoles a cortarla por mucho que ellos se defendieran argumentando que la masturbación era algo natural que practicaba todo el mundo, incluyendo los jefazos de la BBC que les censuraron. A un nivel más anecdótico, los Python serían los primeros en mostrar los pechos de una mujer en la televisión británica.

Otro de los aspectos más interesantes de la serie era que sus gags no hacían distinción a la hora de escoger sus objetos de burla: no se libraba nadie. Los Python se deleitaban tanto encarnando a los clásicos británicos distinguidos y afectados de clase alta como a las típicas familias obreras, se burlaban tanto de la gente culta como de los ignorantes, se servían tanto de la gente famosa del momento como de personajes históricos como Hitler o Karl Marx.

En lo que respecta al mundo del cine, durante la serie se hicieron parodias tanto de películas de ciencia ficción de serie B (los largos sketches de las las natillas del espacio exterior o de Mr. Neutron) como de superproducciones de Hollywood (Scott del Sahara), de películas de espías (su parodia de El Santo en forma de obispo), de films contraculturales (Salad Days, la impresionante y sangrienta parodia de Sam Peckinpah) y del más sesudo cine de autor europeo (Pier Paolo Pasolini, Luchino Visconti o Alain Resnais). Es en estos detalles donde se nota la extensa formación cultural de los miembros del grupo, quienes no se cortaban en incluir referencias a escritores y pintores entre gumbies o personajes travestidos.

La estructura tan anárquica de sus episodios los hacía especialmente estimulantes, con saltos de un sketch a otro de un estilo totalmente diferente con las surrealistas animaciones de Terry Gilliam de por medio. Aunque el animador norteamericano no participaba en la escritura de sketches y sólo participaba muy ocasionalmente como actor en papeles secundarios, sus interludios animados se convirtieron en uno de los signos de identidad del grupo y encajaban como anillo al dedo en ese mundo surrealista en que todo era posible. Eran animaciones hechas con la técnica del cutout, es decir, utilizando imágenes ya existentes, normalmente fotografías de respetables personajes victorianos.




Por otro lado, el grupo tampoco temía adoptar una actitud casi kamikaze burlándose de la mano que les daba de comer (la BBC) o sabotéandose a sí mismos. Uno de los episodios empezaba con unos minutos de lo que parecía un film de piratas. Los créditos iniciales, el reparto que no incluía ningún miembro de la serie y el estilo de esa breve escena conseguían engañar por completo al espectador (de hecho conmigo lo lograron la primera vez que lo vi) haciéndole suponer que en lugar de su serie de humor favorita, la cadena había puesto un film de piratas de serie B. Cuando la cámara hacía una panorámica siguiendo a los piratas hasta de repente toparse a John Cleese anunciando el inicio del show, seguramente bastantes espectadores ya habrían cambiado de canal.

Los que resistieron tuvieron el honor de presenciar uno de los gags más geniales de la serie, en que se burlaron de los propios espectadores, al tiempo que les servía como queja porque la BBC les cambiaba el horario del programa continuamente - lo cual hace que en su contexto este gag fuera aún más creíble y que el riesgo de perder espectadores fuera aún mayor.

Pese a que era un programa puramente humorístico sin tintes políticos, el Monty Python's Flying Circus tenía también un fuerte componente subversivo. Los Python atacaban frontalmente en su programa a la típica sociedad inglesa de la época, representada por contables y abogados que iban al trabajo con bombín, jueces que acudían cada tarde al club a codearse con políticos y generales, vicarios que organizaban tómbolas benéficas con la ayuda de respetables viudas, etc. La clásica visión británica que había permanecido en pie durante décadas comenzó a ser destruida por movimientos contraculturales en el ámbito de la música y el cine, pero los Python también fueron partícipes fuera de forma más o menos intencionada.



No obstante, todo lo bueno llega a su fin, y el del Monty Python's Flying Circus vino con su cuarta temporada. Aunque los Python eran un grupo de cómicos en el que todos tenían un papel crucial como guionistas y actores, de todos ellos seguramente John Cleese era el más recordado por los espectadores. Cleese, consciente de ello, decidió abandonar la serie al acabar la tercera temporada. En su opinión la segunda temporada ya había sido un bajón respecto a la primera (debe ser la única persona del mundo que opina así), y solo aceptó continuar en la tercera como favor personal. Ello, sumado a que tenía ganas de separarse un poco del resto y probar otras cosas, le llevó a abandonar el grupo para crear su propia serie, la excelente Fawlty Towers, que no obstante seguía una estructura de sitcom más convencional. Ante esta deserción, el grupo se planteó su futuro, pero el propio Graham Chapman (el compañero con quien Cleese escribía todos sus sketches y con el cual tenía más trato) propuso seguir adelante.

Desafortunadamente, la cuarta temporada del Monty Python's Flying Circus acabó siendo la peor de todas con diferencia. Aunque Cleese se quejó de cierta repetición de esquemas en la tercera temporada, ésta estaba aún llena de inspiración, con muchos sketches memorables. En cambio, la cuarta acabó siendo lo que él había dicho de la anterior temporada: un refrito de todo lo que habían hecho. Los episodios dan la sensación de unos Monty Python intentando ser ellos mismos, queriendo recrear esa magia de las anteriores temporadas y lográndolo solo en algunos sketches puntuales.

En realidad no es una mala temporada y satisface a los fans del grupo, pero se nota el cansancio de los Python, que les llevó a abusar de ideas que tenían gracia unas pocas veces pero que luego acaban cansando (como situar los títulos finales de crédito a medio programa o crear falsos finales). Dicho agotamiento era normal, ya que las tres temporadas anteriores contenían un número tan amplio de sketches memorables y demostraban una nivel tan alto de creatividad, que era lógico que la calidad se acabara resintiendo.



Los miembros del grupo, conscientes de ello, no llegaron a finalizarla y dieron fin a una de las mejores series de humor de la historia de la televisión. Por el camino inventaron personajes inolvidables como los gumbys y dieron forma a sketches que hoy en día son clásicos del humor, como el del loro muerto o el de la autodefensa contra fruta fresca, por mencionar solo un par.

Sin Cleese y con el Flying Circus clausurado, lo más lógico sería que los miembros del grupo se desperdigaran para seguir cada uno su camino por su cuenta, pero afortunadamente decidieron concentrar sus fuerzas en un nuevo medio: el cine. Pero eso lo veremos en la siguiente entrega...

 

Fuente: CINeol | Visitada: 2245 veces


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Comentarios (1)

23:02 - 05/07/2014

Zell

MUY BUENO E INTERESANTE!.


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