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Especial Oriol Paulo: La Trilogía Accidental
Sergio Roma, 07/12/2018
El director y guionista barcelonés Oriol Paulo, se ha convertido con tan sólo tres películas en su haber, en un pequeño maestro del suspense en nuestro cine, un género que además ha ido perfeccionando minuciosamente. Una afición que le viene de familia, dado que su abuela era muy seguidora de cineastas como Alfred Hitchcock y escritoras como Agatha Christie la cual le llevaba al cine a ver películas de este estilo. Esta afición inicial le llevó a escribir novelas de suspense en su adolescencia y posteriormente guiones, hasta el punto que desde que comenzó a estudiar cine, nunca se planteó rodar otra cosa que no fueran thrillers.
Aunque sus comienzos son como guionista, en series y en películas tan interesantes como Los Ojos de Julia o Secuestro (2016), lo cierto es que su –inevitable- paso a la dirección es verdaderamente brillante. Sus tres primeras películas, El Cuerpo, Contratiempo (2016) y Durante la Tormenta (aunque realizó previamente Ecos para televisión) han gozado de bastante éxito y aceptación, y contienen varios aspectos en común, como el crimen oculto, la venganza de las víctimas y sobre todo un guion laberíntico que a riesgo de dejarse algún cabo suelo o excederse en la coherencia de los detalles, se aventura a crear unas historias complejas, con varios puntos de vista probables y sobre todo con unos giros de guion a veces confusos, a veces brillantes.
Se da la circunstancia además de que su cine, a raíz de la película Contratiempo (2016) ha gozado de un particular éxito en el cine asiático. Si en España sentó en la butaca a medio millón de espectadores y recaudó 3,7 millones de euros, en países como China se convirtió en un fenómeno tan espectacular que llegó a los 26 millones de euros (casi el doble que Un Monstruo viene a verme de J.A. Bayona). En Corea del Sur, también fue uno de los cinco films más vistos en su estreno. Toda una campanada internacional que le ha llevado a promocionar especialmente su última película en aquellos países a fin de mantener la expectación en un mercado de difícil acceso, a pesar de la presión que ello pueda suponer.
Los guiones de sus películas (escritos también por él mismo y por Lara Sendim) y su capacidad de desarrollar un ambiente de thriller adecuado para el contenido de sus historias le convierten en un director con mucha capacidad de sorprender.
En sus trabajos profundiza en el aspecto más oscuro del alma humana ante un suceso dramático y reflexiona sobre las consecuencias de los actos y las consecuencias a terceros, explorando las posibilidades de redención o de caída libre al pantano de la desdicha, en función simplemente de azares o bien de planes metódicamente preparados.
Su filmografía se compone de una trilogía con algunos aspectos en común, como es lógicamente el suspense, pero también otros tan importantes como puede ser la importancia del azar en la vida de las personas, el asesinato y posterior encubrimiento, el tratamiento de la burguesía como elemento manipulador de la sociedad o la capacidad de una víctima de armarse de paciencia y buscar su particular y fría venganza ante un suceso injusto.
Además, es un cineasta al que le gusta jugar con el espectador, provocarle, engañarle, y propone retos como la salida de un personaje de una habitación cerrada o el doble juego de valores en los personajes tratados.
Son elementos que se plasman más claramente en sus dos primeras películas y que en la tercera se mantienen ligeramente, añadiéndole además una atractiva variante de ciencia ficción que nos permite hablar de un cine más ambicioso e incluso más complejo.
Dada la importancia del azar y de los accidentes (de coche principalmente) en este primer cine de Oriol Paulo, se podría hablar de las tres películas como “La Trilogía Accidental”, donde todo sucede a raíz de, y se encamina hacia no se sabe dónde. Una trilogía fascinante de analizar y de disfrutar.
PELICULAS
El Cuerpo
La ópera prima para la gran pantalla de Oriol Paulo es una obra con un marcado sello de autor, donde perfecciona su talento para el guion y lo desarrolla a su estilo personal. Del inicio de la historia sólo conocemos que un vigilante nocturno de una rogué ha salido huyendo asustado o confundido y en su huida le atropella un vehículo. Las razones de su huida no se conocen, pero en el depósito de cadáveres falta uno, el de Mayka Villaverde, que murió de un fallo cardiaco horas antes.
Este intrigante comienzo dará pie a la presentación de personajes, recorrido por historias paralelas y la sospecha entre tanto de que Mayka podría haber sido asesinada…
Todas las sospechas recaen sobre Álex Ulloa, su marido, porque todas las pistas apuntan a él, por lo que la noche (accidentada) intentará desvelar el secreto más oscuro entre interrogatorios e investigaciones en un entorno sombrío. “Ya está hecho, lo he hecho por ti, ya no hay vuelta atrás” le dice a su amante, pero…¿realmente la ha matado él? Y ¿por qué ha desaparecido el cuerpo? Interrogantes inquietantes que Paulo irá desvelando (o confundiendo) con el desarrollo de la historia.
La vida personal del Inspector que investiga el caso va cobrando importancia para conocer sus motivaciones y las razones de su carácter, y Paulo a través de flash backs va revelando poco a poco detalles tanto de la vida del Inspector, como del suceso principal, para que el espectador vaya componiendo su puzle personal.
El suspense está bien creado, los interrogantes bien planteados y en general, todo funciona de manera bastante correcta, incluyendo las interpretaciones del cuarteto formado por Hugo Silva, José Coronado, Belén Rueda y Aura Garrido.
Para el guion de esta primera película, Paulo cuenta con la ayuda de Lara Sendim (con la que contará en el resto de sus películas) para trazar un interesante historia que va sumando interés conforme pasan los minutos. Para la música cuenta con Sergio Moure y para la fotografía con Óscar Faura que mantienen la línea general y buen tono de la película. Como no podía ser de otra forma, tratándose de un amante del suspense, la sombra de Alfred Hitchcock planea en la película, en concreto hay una escena en la que, Álex sube una escalera, sosteniendo un vaso de vino envenenado, tal como la escena de la película Sospecha de Hitchcock, en que, Cary Grant sube una escalera, sosteniendo un vaso de leche.
Con El Cuerpo, Oriol Paulo fue Nominado al Goya al Mejor Director Novel y consigue el Premio a la Mejor Película en el Festival de Cine Fantástico de París. Además, se ha hecho recientemente un remake coreano posterior por parte de Lee Chang-hee y la película "The Vanished".
Con esta primera película Paulo, nos revela ya que sus historias van a ser emocionantes, pero que también van a ser confusas, van a jugar con el espectador y también con los personajes y van a contener giros sorprendentes. Todas estas características, las llevará a cabo también en su segunda película, quizás con menos acierto en algunos aspectos, pero con más intensidad en otros.
Contratiempo
Tras unos sobrecogedores títulos de crédito, donde la música ya permite entrar en situación, se presenta la trama inicial a modo de noticia de televisión, donde conoceremos que el joven empresario Adrián Doria (“El hombre empresarial del año”) está involucrado en un caso de asesinato. Ha despertado en la habitación de un hotel junto al cadáver de su amante, y va a ser muy difícil demostrar que él no la ha matado (al igual que le iba a ser muy difícil demostrar a Álex Ulloa que no había matado a su mujer, en la anterior película El Cuerpo). Esta es la primera similitud con su anterior trabajo, aunque habrá alguna más...
Pero cuando se contrata a Virginia Goodman, una veterana abogada experta en preparación de testigos y declaración judicial para crear una coartada y defensa creíbles, las posibilidades de salir airoso de este turbio asunto aumentan.
A través de flash back sobre lo que supuestamente pasó o sobre la versión de Doria, y a través de estrictas y duras conversaciones con su abogada en su casa, podremos ir conociendo poco a poco el relato de los hechos. Un relato confuso, que no convence a su abogada, la cual le advierte en un momento preciso, casi como sentencia: “Ni habrá salvación sin sufrimiento, ni usted es más listo que yo”…
Alguna interpretación algo regular en momentos puntuales, le hace perder ligeramente la credibilidad a una narración aparentemente sencilla. En todo momento vamos a contar con el sentimiento de culpa que arrastra Doria en el relato de los hechos (“Me sentía un fraude, alguien que había tardado diez años en subir a lo más alto, pero que en una fracción minúscula de tiempo podía perderlo todo”) donde su amante, Laura Vidal es la que queda peor parada, a pesar de ser una de las víctimas de la historia.
Aunque las verdaderas víctimas, aparte de la que muere, son los padres de la persona desaparecida, un Tomás Garrido y su mujer que han estado todo este tiempo luchando por conocer la verdad, por saber lo que realmente le ha pasado a su hijo, con mucha desesperación ante las mentiras que se vierten sobre él (“Mi hijo no es ningún ladrón, mi hijo está muerto, alguien se está riendo de mi mujer y de mí”).
En esa lucha, Tomás Garrido sigue la única pista posible para él, Adrián Doria y descubrir a través de él lo que se puede perder por un “contratiempo”...
Al igual que ocurría con su anterior película, aquí con mayor acentuación, Oriol Paulo diseña una trama marcada por los giros, por los engaños y con un final intenso y sorprendente. Se cambian las versiones, la actitudes, se cambian hasta las personalidades de cada uno de los personajes en función del momento de la historia, hasta el punto de que el espectador siempre duda acerca de la verdad de los hechos, acerca de quién es la víctima y quién el verdugo. Paulo juega con el conflicto de la doble identidad al igual que lo hacía Hitchcocken Vértigo. Y aunque naufraga en alguna ocasión lo hace guardando casi siempre la ropa y salvando los muebles a pesar de los rompecabezas, las vueltas de tuerca y los cabos sueltos que propone atar.
Técnicamente la película es muy precisa. En esta ocasión cuenta con Fernando Velázquez en la música (con la intensidad del tema “Nadie va a venir a buscarte” cantado por Zahara) y Xavi Giménez en la fotografía para terminar de perfilar un relato donde abunda el suspense y los interrogantes en un excelente guion.
En el plano interpretativo, Mario Casas está simplemente correcto (curiosamente funciona mejor cuando interpreta en voz en off), detacando principalmente los trabajos notables Ana Wagener, Bárbara Lennie y José Coronado. Unos secundarios de lujo para unos personajes fundamentales.
Sin duda se trata de un paso más importante en la breve trayectoria del director barcelonés, pero sobre todo un paso de consolidación, la certeza de que lo ocurrido con El Cuerpo no fue ninguna casualidad y de que quizás lo mejor está por venir.
Como curiosidad, en el año 2019 se estrenará un remake italiano sobre esta película,"Il testimone invisibile" dirigida por Stefano Mordini.
Durante la Tormenta
Para su tercera película, Oriol Paulo da un paso más y al suspense le añade la ciencia ficción, con toda la dificultad que ello conlleva, y la obligación de ser escrupuloso y meticuloso con el proceso de escritura tratándose de una historia sobre paradojas temporales. Y lo hace con valentía y con minuciosidad, intentando atraer de inmediato la atención y abordar el tema con toda la verosimilitud que las circunstancias permiten y con el talento que ya, indudablemente, posee. Aunque el propio Paulo prefiero alejar la etiqueta de la ciencia ficción y definirlo más como un thriller emocional, aparcando un poco más la sorpresa, y centrándose más en la emoción.
La historia nos traslada al año 1989, con la caída del muro de Berlín en pleno apogeo, y con una potente tormenta en ciernes. Esa noche ocurrirá un oscuro suceso que marcará la vida del niño que protagoniza esta secuencia, tocando la guitarra frente a su cámara doméstica. Dicha tormenta se repetirá veinte años después en el mismo sitio y a través de la misma cámara de vídeo casera se producirá una especie de pliegue en el tiempo que pondrá en contacto a aquel niño de hace veinte años, con Vera, una mujer que acaba de trasladarse con su familia a esa misma casa. Y dicho contacto dará lugar a un caos temporal de impredecibles consecuencias.
No cabe duda que la premisa es sumamente interesante, y ya presentada en películas como El Efecto Mariposa y sus secuelas. Pero en esta ocasión se hace con muchísimo más talento por parte de Oriol Paulo, con más cuidado y con un guion más sólido y perfeccionado, lo que permite que la historia no pierda puntos en casi ningún momento, y el juego espacio-temporal se mantenga coherente en líneas generales. Dicha verosimilitud se consigue también con otros factores muy importantes como son la estupenda interpretación de Adriana Ugarte, el buen trabajo del resto de secundarios, especialmente Javier Gutiérrez y un equipo técnico con la fotografía de Xavi Giménez y la música de Fernando Velázquez (repitiendo nuevamente después de Contratiempo (2016)) que permiten que el guion del propio Oriol Paulo y Lara Sendim discurra por senderos donde en ocasiones domina el suspense, en ocasiones el drama y siempre el interés y la curiosidad por saber más, y por conocer el desenlace final.
También resuenan lógicamente los ecos de Poltergeist de Tobe Hooper, Frequency de Gregory Hoblit, El rapto de Bunny Lake de Otto Preminger o por supuesto Regreso al Futuro de Robert Zemeckis, como homenaje y claras referencias.
Cierto es que hay momentos en los que parece que el complejo puzle creado pueda llegar a destruirse en detalles pequeños, pero en líneas generales todo se mantiene bastante firme y sin excesivos trucos de magia se consigue una historia muy bien elaborada. Una historia que en el fondo es de amor, y que pretende en no pocas ocasiones conmover.
Además, entre tanta tormenta podemos observar también varias subtramas que añaden valor a la película como la relación de una madre con su hijo, y el asesinato y consiguiente ocultamiento, la venganza, la culpabilidad, la relación de pareja, la infidelidad y el amor (quizás) predestinado. Todo ello irá acompañado de una pequeña reflexión acerca de cómo hasta el más mínimo detalle puede hacer cambiar el presente o el futuro de una persona, y como el aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo temporal, en medio de una tormenta de sucesos. Todo es tan aleatorio…la vida puede ser una u otra, dependiendo de pequeños detalles y salir a la calle y tropezar con el amor de tu vida…El azar como motor de reflexión humana.
En este sentido, la película tiene un fuerte cariz personal, en el momento de escribir la historia, el propio Paulo se planteaba la opción o no de ser padre y decidió finalmente no dar el paso. Un paso que hubiese cambiado, lógicamente su vida. Una especie de caída de venda de ojos que puede descolocar a una persona, o a un personaje, en el caso de su cine. Y aunque parezca extraño, Adriana Ugarte ejerce como canalizadora de los sentimientos del director, como una especie de alter ego emocional, con muy buen resultado a juzgar por el trabajo final.
También podemos encontrar en esta tercera película de Paulo un pequeño pero sentido homenaje a la época de los ochenta (el propio Paulo reconoce que estaba enamorado de Wendy James, y encontramos una camiseta de su grupo, Transvision Vamp en la camiseta del niño) y todo lo que ello conlleva. Un mundo analógico donde grabarse a sí mismo cantando una canción con una guitarra era toda una proeza y donde cintas de casette y de vhs conformaban un mundo de ilusión, de detalles conmovedores, de vida más pausada y con más magia que la acelerada vida actual.
La doble versión, como ocurría en sus dos anteriores trabajos, de cada personaje en vidas distintas le añade otro punto de interés a un trabajo sólido, una confirmación evidente de que estamos ante un cineasta con grandes cualidades para el suspense y la agradable sensación de que nos esperan grandes momentos cinematográficos de la mano de un director ya consolidado y con muchas ganas de sorprender, y por qué no, conmover en sus próximo proyectos.
@sergio_roma
Aunque sus comienzos son como guionista, en series y en películas tan interesantes como Los Ojos de Julia o Secuestro (2016), lo cierto es que su –inevitable- paso a la dirección es verdaderamente brillante. Sus tres primeras películas, El Cuerpo, Contratiempo (2016) y Durante la Tormenta (aunque realizó previamente Ecos para televisión) han gozado de bastante éxito y aceptación, y contienen varios aspectos en común, como el crimen oculto, la venganza de las víctimas y sobre todo un guion laberíntico que a riesgo de dejarse algún cabo suelo o excederse en la coherencia de los detalles, se aventura a crear unas historias complejas, con varios puntos de vista probables y sobre todo con unos giros de guion a veces confusos, a veces brillantes.
Se da la circunstancia además de que su cine, a raíz de la película Contratiempo (2016) ha gozado de un particular éxito en el cine asiático. Si en España sentó en la butaca a medio millón de espectadores y recaudó 3,7 millones de euros, en países como China se convirtió en un fenómeno tan espectacular que llegó a los 26 millones de euros (casi el doble que Un Monstruo viene a verme de J.A. Bayona). En Corea del Sur, también fue uno de los cinco films más vistos en su estreno. Toda una campanada internacional que le ha llevado a promocionar especialmente su última película en aquellos países a fin de mantener la expectación en un mercado de difícil acceso, a pesar de la presión que ello pueda suponer.
Los guiones de sus películas (escritos también por él mismo y por Lara Sendim) y su capacidad de desarrollar un ambiente de thriller adecuado para el contenido de sus historias le convierten en un director con mucha capacidad de sorprender.
En sus trabajos profundiza en el aspecto más oscuro del alma humana ante un suceso dramático y reflexiona sobre las consecuencias de los actos y las consecuencias a terceros, explorando las posibilidades de redención o de caída libre al pantano de la desdicha, en función simplemente de azares o bien de planes metódicamente preparados.
Su filmografía se compone de una trilogía con algunos aspectos en común, como es lógicamente el suspense, pero también otros tan importantes como puede ser la importancia del azar en la vida de las personas, el asesinato y posterior encubrimiento, el tratamiento de la burguesía como elemento manipulador de la sociedad o la capacidad de una víctima de armarse de paciencia y buscar su particular y fría venganza ante un suceso injusto.
Además, es un cineasta al que le gusta jugar con el espectador, provocarle, engañarle, y propone retos como la salida de un personaje de una habitación cerrada o el doble juego de valores en los personajes tratados.
Son elementos que se plasman más claramente en sus dos primeras películas y que en la tercera se mantienen ligeramente, añadiéndole además una atractiva variante de ciencia ficción que nos permite hablar de un cine más ambicioso e incluso más complejo.
Dada la importancia del azar y de los accidentes (de coche principalmente) en este primer cine de Oriol Paulo, se podría hablar de las tres películas como “La Trilogía Accidental”, donde todo sucede a raíz de, y se encamina hacia no se sabe dónde. Una trilogía fascinante de analizar y de disfrutar.
PELICULAS
El Cuerpo
La ópera prima para la gran pantalla de Oriol Paulo es una obra con un marcado sello de autor, donde perfecciona su talento para el guion y lo desarrolla a su estilo personal. Del inicio de la historia sólo conocemos que un vigilante nocturno de una rogué ha salido huyendo asustado o confundido y en su huida le atropella un vehículo. Las razones de su huida no se conocen, pero en el depósito de cadáveres falta uno, el de Mayka Villaverde, que murió de un fallo cardiaco horas antes.
Este intrigante comienzo dará pie a la presentación de personajes, recorrido por historias paralelas y la sospecha entre tanto de que Mayka podría haber sido asesinada…
Todas las sospechas recaen sobre Álex Ulloa, su marido, porque todas las pistas apuntan a él, por lo que la noche (accidentada) intentará desvelar el secreto más oscuro entre interrogatorios e investigaciones en un entorno sombrío. “Ya está hecho, lo he hecho por ti, ya no hay vuelta atrás” le dice a su amante, pero…¿realmente la ha matado él? Y ¿por qué ha desaparecido el cuerpo? Interrogantes inquietantes que Paulo irá desvelando (o confundiendo) con el desarrollo de la historia.
La vida personal del Inspector que investiga el caso va cobrando importancia para conocer sus motivaciones y las razones de su carácter, y Paulo a través de flash backs va revelando poco a poco detalles tanto de la vida del Inspector, como del suceso principal, para que el espectador vaya componiendo su puzle personal.
El suspense está bien creado, los interrogantes bien planteados y en general, todo funciona de manera bastante correcta, incluyendo las interpretaciones del cuarteto formado por Hugo Silva, José Coronado, Belén Rueda y Aura Garrido.
Para el guion de esta primera película, Paulo cuenta con la ayuda de Lara Sendim (con la que contará en el resto de sus películas) para trazar un interesante historia que va sumando interés conforme pasan los minutos. Para la música cuenta con Sergio Moure y para la fotografía con Óscar Faura que mantienen la línea general y buen tono de la película. Como no podía ser de otra forma, tratándose de un amante del suspense, la sombra de Alfred Hitchcock planea en la película, en concreto hay una escena en la que, Álex sube una escalera, sosteniendo un vaso de vino envenenado, tal como la escena de la película Sospecha de Hitchcock, en que, Cary Grant sube una escalera, sosteniendo un vaso de leche.
Con El Cuerpo, Oriol Paulo fue Nominado al Goya al Mejor Director Novel y consigue el Premio a la Mejor Película en el Festival de Cine Fantástico de París. Además, se ha hecho recientemente un remake coreano posterior por parte de Lee Chang-hee y la película "The Vanished".
Con esta primera película Paulo, nos revela ya que sus historias van a ser emocionantes, pero que también van a ser confusas, van a jugar con el espectador y también con los personajes y van a contener giros sorprendentes. Todas estas características, las llevará a cabo también en su segunda película, quizás con menos acierto en algunos aspectos, pero con más intensidad en otros.
Contratiempo
Tras unos sobrecogedores títulos de crédito, donde la música ya permite entrar en situación, se presenta la trama inicial a modo de noticia de televisión, donde conoceremos que el joven empresario Adrián Doria (“El hombre empresarial del año”) está involucrado en un caso de asesinato. Ha despertado en la habitación de un hotel junto al cadáver de su amante, y va a ser muy difícil demostrar que él no la ha matado (al igual que le iba a ser muy difícil demostrar a Álex Ulloa que no había matado a su mujer, en la anterior película El Cuerpo). Esta es la primera similitud con su anterior trabajo, aunque habrá alguna más...
Pero cuando se contrata a Virginia Goodman, una veterana abogada experta en preparación de testigos y declaración judicial para crear una coartada y defensa creíbles, las posibilidades de salir airoso de este turbio asunto aumentan.
A través de flash back sobre lo que supuestamente pasó o sobre la versión de Doria, y a través de estrictas y duras conversaciones con su abogada en su casa, podremos ir conociendo poco a poco el relato de los hechos. Un relato confuso, que no convence a su abogada, la cual le advierte en un momento preciso, casi como sentencia: “Ni habrá salvación sin sufrimiento, ni usted es más listo que yo”…
Alguna interpretación algo regular en momentos puntuales, le hace perder ligeramente la credibilidad a una narración aparentemente sencilla. En todo momento vamos a contar con el sentimiento de culpa que arrastra Doria en el relato de los hechos (“Me sentía un fraude, alguien que había tardado diez años en subir a lo más alto, pero que en una fracción minúscula de tiempo podía perderlo todo”) donde su amante, Laura Vidal es la que queda peor parada, a pesar de ser una de las víctimas de la historia.
Aunque las verdaderas víctimas, aparte de la que muere, son los padres de la persona desaparecida, un Tomás Garrido y su mujer que han estado todo este tiempo luchando por conocer la verdad, por saber lo que realmente le ha pasado a su hijo, con mucha desesperación ante las mentiras que se vierten sobre él (“Mi hijo no es ningún ladrón, mi hijo está muerto, alguien se está riendo de mi mujer y de mí”).
En esa lucha, Tomás Garrido sigue la única pista posible para él, Adrián Doria y descubrir a través de él lo que se puede perder por un “contratiempo”...
Al igual que ocurría con su anterior película, aquí con mayor acentuación, Oriol Paulo diseña una trama marcada por los giros, por los engaños y con un final intenso y sorprendente. Se cambian las versiones, la actitudes, se cambian hasta las personalidades de cada uno de los personajes en función del momento de la historia, hasta el punto de que el espectador siempre duda acerca de la verdad de los hechos, acerca de quién es la víctima y quién el verdugo. Paulo juega con el conflicto de la doble identidad al igual que lo hacía Hitchcocken Vértigo. Y aunque naufraga en alguna ocasión lo hace guardando casi siempre la ropa y salvando los muebles a pesar de los rompecabezas, las vueltas de tuerca y los cabos sueltos que propone atar.
Técnicamente la película es muy precisa. En esta ocasión cuenta con Fernando Velázquez en la música (con la intensidad del tema “Nadie va a venir a buscarte” cantado por Zahara) y Xavi Giménez en la fotografía para terminar de perfilar un relato donde abunda el suspense y los interrogantes en un excelente guion.
En el plano interpretativo, Mario Casas está simplemente correcto (curiosamente funciona mejor cuando interpreta en voz en off), detacando principalmente los trabajos notables Ana Wagener, Bárbara Lennie y José Coronado. Unos secundarios de lujo para unos personajes fundamentales.
Sin duda se trata de un paso más importante en la breve trayectoria del director barcelonés, pero sobre todo un paso de consolidación, la certeza de que lo ocurrido con El Cuerpo no fue ninguna casualidad y de que quizás lo mejor está por venir.
Como curiosidad, en el año 2019 se estrenará un remake italiano sobre esta película,"Il testimone invisibile" dirigida por Stefano Mordini.
Durante la Tormenta
Para su tercera película, Oriol Paulo da un paso más y al suspense le añade la ciencia ficción, con toda la dificultad que ello conlleva, y la obligación de ser escrupuloso y meticuloso con el proceso de escritura tratándose de una historia sobre paradojas temporales. Y lo hace con valentía y con minuciosidad, intentando atraer de inmediato la atención y abordar el tema con toda la verosimilitud que las circunstancias permiten y con el talento que ya, indudablemente, posee. Aunque el propio Paulo prefiero alejar la etiqueta de la ciencia ficción y definirlo más como un thriller emocional, aparcando un poco más la sorpresa, y centrándose más en la emoción.
La historia nos traslada al año 1989, con la caída del muro de Berlín en pleno apogeo, y con una potente tormenta en ciernes. Esa noche ocurrirá un oscuro suceso que marcará la vida del niño que protagoniza esta secuencia, tocando la guitarra frente a su cámara doméstica. Dicha tormenta se repetirá veinte años después en el mismo sitio y a través de la misma cámara de vídeo casera se producirá una especie de pliegue en el tiempo que pondrá en contacto a aquel niño de hace veinte años, con Vera, una mujer que acaba de trasladarse con su familia a esa misma casa. Y dicho contacto dará lugar a un caos temporal de impredecibles consecuencias.
No cabe duda que la premisa es sumamente interesante, y ya presentada en películas como El Efecto Mariposa y sus secuelas. Pero en esta ocasión se hace con muchísimo más talento por parte de Oriol Paulo, con más cuidado y con un guion más sólido y perfeccionado, lo que permite que la historia no pierda puntos en casi ningún momento, y el juego espacio-temporal se mantenga coherente en líneas generales. Dicha verosimilitud se consigue también con otros factores muy importantes como son la estupenda interpretación de Adriana Ugarte, el buen trabajo del resto de secundarios, especialmente Javier Gutiérrez y un equipo técnico con la fotografía de Xavi Giménez y la música de Fernando Velázquez (repitiendo nuevamente después de Contratiempo (2016)) que permiten que el guion del propio Oriol Paulo y Lara Sendim discurra por senderos donde en ocasiones domina el suspense, en ocasiones el drama y siempre el interés y la curiosidad por saber más, y por conocer el desenlace final.
También resuenan lógicamente los ecos de Poltergeist de Tobe Hooper, Frequency de Gregory Hoblit, El rapto de Bunny Lake de Otto Preminger o por supuesto Regreso al Futuro de Robert Zemeckis, como homenaje y claras referencias.
Cierto es que hay momentos en los que parece que el complejo puzle creado pueda llegar a destruirse en detalles pequeños, pero en líneas generales todo se mantiene bastante firme y sin excesivos trucos de magia se consigue una historia muy bien elaborada. Una historia que en el fondo es de amor, y que pretende en no pocas ocasiones conmover.
Además, entre tanta tormenta podemos observar también varias subtramas que añaden valor a la película como la relación de una madre con su hijo, y el asesinato y consiguiente ocultamiento, la venganza, la culpabilidad, la relación de pareja, la infidelidad y el amor (quizás) predestinado. Todo ello irá acompañado de una pequeña reflexión acerca de cómo hasta el más mínimo detalle puede hacer cambiar el presente o el futuro de una persona, y como el aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo temporal, en medio de una tormenta de sucesos. Todo es tan aleatorio…la vida puede ser una u otra, dependiendo de pequeños detalles y salir a la calle y tropezar con el amor de tu vida…El azar como motor de reflexión humana.
En este sentido, la película tiene un fuerte cariz personal, en el momento de escribir la historia, el propio Paulo se planteaba la opción o no de ser padre y decidió finalmente no dar el paso. Un paso que hubiese cambiado, lógicamente su vida. Una especie de caída de venda de ojos que puede descolocar a una persona, o a un personaje, en el caso de su cine. Y aunque parezca extraño, Adriana Ugarte ejerce como canalizadora de los sentimientos del director, como una especie de alter ego emocional, con muy buen resultado a juzgar por el trabajo final.
También podemos encontrar en esta tercera película de Paulo un pequeño pero sentido homenaje a la época de los ochenta (el propio Paulo reconoce que estaba enamorado de Wendy James, y encontramos una camiseta de su grupo, Transvision Vamp en la camiseta del niño) y todo lo que ello conlleva. Un mundo analógico donde grabarse a sí mismo cantando una canción con una guitarra era toda una proeza y donde cintas de casette y de vhs conformaban un mundo de ilusión, de detalles conmovedores, de vida más pausada y con más magia que la acelerada vida actual.
La doble versión, como ocurría en sus dos anteriores trabajos, de cada personaje en vidas distintas le añade otro punto de interés a un trabajo sólido, una confirmación evidente de que estamos ante un cineasta con grandes cualidades para el suspense y la agradable sensación de que nos esperan grandes momentos cinematográficos de la mano de un director ya consolidado y con muchas ganas de sorprender, y por qué no, conmover en sus próximo proyectos.
@sergio_roma