El país es presa del caos, los gángsters deambulan por la capital, se avecina una espantosa catástrofe. Valushka, cartero en sus horas libres, simple visionario, defiende obsesivamente una utopía: persiste en extasiarse ante el milagro de la creación para luchar contra el oscurantismo. Por su parte, el señor Eszter es un anciano que afina el piano con el propósito de acabar con la serialidad y restablecer la armonía del clavicordio que Werckmeister destrozó con su invento: la igualdad de los doce semitonos de la gama. Un misterioso carro se instala en la plaza mayor. Cien hombres permanecen allí, hieráticos, mudos. Un presentador atrae a los clientes al espectáculo, Valushka paga y entra; ve el cadáver momificado de una inmensa ballena. Presagio de una espantosa catástrofe.