En un pueblo de Alabama, en los años treina, reside un abogado viudo y con dos hijos, quien decide defender a un hombre negro acusado de la violación de una niña blanca. Uno de los mayores ganchos de Matar a un Ruiseñor son los hijos de Atticus, quienes tratan de comprender el mundo adulto y mientras lidian con conceptos como justicia e injusticia; por tanto una gran parte de la historia es mostrada a través de la visión de los niños. El resultado es un tesoro cinematográfico, donde surgió uno de los mejores roles masculinos del cine: Atticus Finch. Amante padre, responsable, fiel a sus convicciones, atento, solidario y respetuoso con los miembros de su comunidad. Rechazó la violencia, pero fue capaz de ser firme al defender sus creencias, sin importar las consecuencias. Atticus Finch creía ciegamente en la justicia.
Su decisión devolverá a este hombre al seno de su familia. En el nombre de Dios… ¡cumplan con su deber! En el nombre de Dios, den crédito a Tom Robinson (Gregory Peck).