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Centauros del desierto
Martin.- Algún día tendrán que parar. Al fin y al cabo son seres humanos y tendrán que parar.
Ethan.- No. Un blanco monta un caballo hasta rebentarlo y luego sigue a pie. Llega un comanche, hace que el caballo se levante, lo monta 20 millas más y luego se lo come. Esa es la diferencia.
Martin.- Tío Ethan, no me gusta nada este asunto.
Ethan.- No me llames tío, yo no soy tu tío.
El indio, tanto cuando ataca como cuando huye, es inconstante. Abandona pronto. No comprende que se pueda perseguir algo sin descanso, y nosotros no descansaremos. De modo que al final daremos con ella, te lo prometo. La encontraremos, tan cierto como que la Tierra da vueltas. (Ethan Edwards)
Martin.- ¡Ah! ¡Ya comprendo! De modo que me puso como cebo, me dejó durmiendo al lado del fuego para atraer a Fatherman. ¿Y si hubiera fallado usted?
Ethan.- Nunca me ha sucedido.
Ya no son blancos, ahora son Comanches. (Ethan)
Hermana Jorgensen, la boda estuvo muy bien, teniendo en cuenta que no se casó nadie. (Reverendo)
Ese hombre soy yo señor. Emiliano Gabriel Fernández Figueroa, para servirle por un precio, siempre por un precio (Emilio Figueroa).