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Zinemaldia 2014. Día 9. Samba para despedir el festival

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Carlos Fernández, 29/09/2014

La vuelta a casa es el momento más duro del festival. Empieza cuando nos despedimos (por encima de nuestras posibilidades) de nuestra peculiar 'familia' festivalera, con la que hemos compartido 10 días de sentimientos, sensaciones y sobre todo cine, mucho cine, y termina cuando agotado llegas a casa y lo único que deseas es poder descansar.
En el último día del festival se enfrentan las emociones: por un lado la satisfacción por un trabajo bien hecho (gracias a José Hernández por todos los capotes), el alivio al ver más cerca la posibilidad de dormir más de 4 horas seguidas y sobre todo la tristeza por saber que habrá que esperar un año entero para poder disfrutar de nuevo de todo ello.
Para hacer más llevadera la tristeza y evitar así que las lagrimas inunden el Kursaal, el Festival de San Sebastián ha decidido desde hace unos años clausurar sus ediciones con películas amables, simpáticas, con poca profundidad y que tienen como único objetivo entretener al público durante su proyección.

Samba ha sido la elegida este año para cerrar el certamen. Los directores Olivier Nakache y Eric Toledano vuelven a la última jornada del Zinemaldia como ya hicieron hace dos años con Intocable, en lo que supuso la presentación en sociedad de lo que acabaría convirtiéndose en un fenómeno mundial, con la intención de repetir aquella hazaña. En esta ocasión vuelven a formar equipo con Omar Sy, la gran revelación del film, para contar la historia de Samba, un inmigrante sin permiso de trabajo que llegó a Francia desde Senegal hace diez años, y Alice (Charlotte Gainsbourg), una directora ejecutiva que trabaja como voluntaria en una ONG.
Si bien la película muestra cómo viven los inmigrantes en Francia, lo hace desde un punto de vista que no busca remover conciencias ni ser una denuncia feroz hacia esa situación. El film, que deja a un lado la comedia pura de la anterior película de los realizadores, es más una dramedia romántica y ligera en donde destacan por encima de todo la química y la personalidad de todo el reparto, que consigue levantar un guión simple pero efectivo, que juega sus mejores cartas en los momentos cómicos. En resumen, una película menos redonda que Intocable que se ve tan fácil como se olvida.
A estas alturas ya conocemos el palmarés, un palmarés que si bien ha dejado contento a la mayoría, peca quizás en exceso de haber concentrado dos premios importantes sobre una sola película en un año en el que el nivel ha sido muy alto. En el próximo artículo haremos un repaso y análisis en profundidad de todo lo que ha sido Zinemaldia, pero antes de despedir este me gustaría repasar las tres películas vencedoras en las secciones paralelas más importantes, Nuev@s Directores, Horizontes Latinos y Perlas, donde se otorga el preciado Premio del Público.

Este año había al menos tres películas que por temática, reparto y repercusión partían como favoritas para alzarse con el Premio TCM del Público: Mommy, El Amor es extraño y sobre todo Relatos salvajes, pero ha habido sorpresas. Si bien la película hispano-argentina si que ha conseguido el premio del público a la mejor película europea, el resto se han ido de vacío, la canadiense incluso con una nota mucho más baja de la esperada, ante el tsunami de votos para La sal de la tierra.
¿Quién podría pensar que un documental sobre un fotógrafo iba a conseguir un 9,01 (sobre 10) en las votaciones? Seguro que pocos apostaban por ello y más sabiendo que desde 2002 (Bowling for Columbine) un documental no ganaba el premio del público. Pero, una vez disfrutada la película, se entiende y se aplaude el buen gusto del público donostiarra.
“¿Cómo hacer un documental sobre un fotógrafo?”, se pregunta Wim Wenders al iniciar la película. ¿Cómo hablar del ser humano a través del trabajo de más de 40 años de Sebastião Salgado recorriendo los continentes y retratando los cambios en la humanidad? Sabiendo la potencia visual del trabajo del fotógrafo brasileño, Wenders decide que sea él mismo y sus instantáneas las que hablen. Así, durante casi dos horas somos testigos de una maravillosa exposición de fotografía explicada por su propio autor. Cómo se tomó la fotografía, qué se sentía en el lugar donde se tomo, qué siente el fotógrafo al verla años después... Todas las preguntas quedan respondidas gracias a la facilidad de palabra de Salgado que, cómo si de una msster class se tratara, consigue encandilar al público con todas sus vivencias.
Las fotografías de Salgado, todas en un maravilloso blanco y negro, de una belleza y potencia visual apabullante, valen por sí solas para hipnotizar al espectador. Wenders las utiliza muy hábilmente para, una vez tiene al público en el bolsillo, poner encima de la mesa una crítica al consumismo y a las guerras y una defensa del medio ambiente. Todo ello sin que suene impostado, añadido o falso. En resumen, una maravilla visual con mensaje incluido muy disfrutable y sobre todo necesaria, muy necesaria.

El Premio Kutxa Nuev@s Directores, dotado con 50.000 euros, ha sido para The Lesson, película que cuenta la historia de Nadezhda, una joven profesora que trata de descubrir al alumno que roba en su clase, de manera que pueda enseñarle una lección acerca de lo que está bien y lo que está mal. Cuando recibe una citación que le anuncia que perderá su casa en una subasta si no abona el importe de las deudas, decide pedirle el dinero a un prestamista, lo que hará que sus ideales morales cambien.
Kristina Grozeva y Petar Valchanov debutan en el largo con un drama que juega con situaciones cotidianas para hablar del abuso de los bancos, de la crisis, del orgullo de las personas, y que a medida que avanza en su metraje se va convirtiendo en una cinta de suspense donde la realidad y universalidad del problema que plantea facilita el hecho de que el espectador empatice con la protagonista (magistral el trabajo de Margita Gosheva) y sufra con y por ella.
Aplausos tras la proyección indicaban la aprobación del público con la decisión tomada por el jurado.

El Premio Horizontes, destinado a impulsar el conocimiento de los largometrajes producidos total o parcialmente en América Latina y dotado con 35.000 euros, ha recaído en Güeros, film que también ha ganado el Premio de la Juventud otorgado por el jurado joven.

La película que llegaba al festival después de ganar el Premio a la Mejor Opera Prima de la sección Panorama del Festival de Berlín, así como el Premio a la Mejor Fotografía y una Mención del Jurado en Tribeca. Cuenta la historia de Tomás, un adolescente al que su madre manda a vivir con su hermano mayor a la ciudad de México. Cuando descubren que Epigmenio Cruz, una vieja estrella del rock muy importante en sus vidas, está hospitalizado, deciden salir en su oxidado coche para conseguir un autógrafo del cantante.
Estamos ante una obra que es al mismo tiempo road movie, cine revolucionario, homenaje a la Nouvelle Vague, comedia, romántica... en definitiva, CINE. Alonso Ruiz Palacios ha creado una de esas rarezas maravillosas que surgen de vez en cuando en el panorama cinematográfico ante la que es imposible no caer rendido. Rodada en 4:3 y con una maravillosa fotografía en blanco y negro, la cinta sabe reírse de sí misma (en un determinado momento, uno de los protagonistas proclama "Los directores creen que por grabar cualquier cosa en blanco y negro, ya están haciendo arte") y juega con el espectador utilizando una amplia variedad de recursos cinematográficos, lo que la convierten en una cinta muy especial. El público lo sabía desde el momento en que terminó la proyección y durante casi tres minutos en la sala no se oía nada más que la ovación al film y al equipo, en lo que fue un premio adelantado a los que recibiría unos días después.
En el próximo artículo repasaremos todas esas películas y momentos que se han ido quedando en el tintero. Pero ahora, en el autobús, de camino a casa, es tiempo para recuperar muchos de esos momentos en los que ha habido tiempo para las risas, las lágrimas (de las buenas y de las malas), los aplausos, los abucheos (que también los hay), las carreras, los “guárdame sitio que no llego”, los pintxos express, las canciones desafinadas y los bailes descompasados. Recuerdos de un pasado que finalizan en un deseo para el futuro: ¡nos vemos en el 63 Festival de Cine de San Sebastian!