
Noviembre. Ese es el mes en el que el director de culto
David Cronenberg comenzará a rodar su siguiente película, después de la muy celebrada (y algo discutida)
Una Historia de Violencia. Y el proyecto elegido de entre todos los que tenía sobre la mesa será
Eastern Promises, un thriller escrito por
Steven Knight del que ya
os hablamos hace unos meses, y mediante el cual volverá a rodar en tierras británcias (ya lo hizo en
Spider). La película contará la historia de una enfermera de un hospital de Londres que se adentra en el oscuro submundo del crimen y la mafia cuando intenta investigar la identidad de un paciente muerto.

La enfermera Anna estará interpretada por la que hoy en día nadie duda de que es una de las mejores actrices del panorama: la polifacética
Naomi Watts, cuya capacidad para saltar entre productos comerciales y cine de autor la está convirtiendo en la sucesora de
Julianne Moore. Por su parte el papel de Nikolai, un misterioso y despiadado hombre conectado con los estratos más altos del crimen londinense, será para
Viggo Mortensen, que lleva camino de convertirse en el actor fetiche del director canadiense.
Puede parecer que de aquí a Noviembre quedan muchos meses, demasiados para algo tan esperado. ¿Por qué tanto tiempo? Pues porque Naomi tiene que rodar antes otra película. Con
Michael Haneke. Un remake de
Funny Games, rodado en inglés (aunque
obviamente, no en Hollywood). Aaaaagüita...