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Diario de Sitges 2013, Día 2: Podredumbre moral
José Hernández, 14/10/2013
Muchas películas, muchos pases y unos horarios demasiado pegados se están notando en las proyecciones del Festival de Sitges. Los inevitables retrasos se van acumulando y en algunos casos se han llegado a proyectar películas una hora después de la anunciada. Esto provoca un descuadre de agendas ya de por sí apuradas que está provocando cierto caos. Tampoco ayuda que, como ocurrió ayer, haya tal falta de previsión en la organización que la prensa se tuvo que quedar fuera en la proyección de Space Pirate Captain Harlock, porque no tenían suficientes gafas 3D para todos. Quejas aparte, el festival mejoró considerablemente respecto a la jornada del sábado, y lo que ahí fueron decepciones y mediocridades se tornaron sorpresas y peliculones.

Pero antes de comenzar con las críticas, hay que seguir con el tema de las proyecciones, porque lo que le ocurrió ayer al equipo de la excelente AMERICAN JESUS (
) fue un auténtico calvario. Ahí estaban todos, ilusionados al presentar su documental en un festival como este, y a los 15 minutos de proyección la copia digital se vuelve loca, comienzan a pasar imágenes y sonidos de distintas partes de la cinta en plan estroboscópico, y hay que parar la proyección durante un rato interminable para traer otra copia desde el Hotel Meliá. Una copia de peor calidad de imagen que ni siquiera proyectaron bien encuadrada (aunque lo corrigieron en parte cuando les avisaron). Y mientras tanto, las caras de felicidad del equipo, descompuestas. Esperemos que los aplausos al finalizar el filme aliviasen esos momentos difíciles y los tornasen en alegría.
Y es que la obra en cuestión es un magnífico y muy divertido documental sobre la religión como subcultura consumista en Estados Unidos. En solo 80 minutos, el filme recorre una veintena de iglesias evangelistas a cada cual más extraña y delirante, desde la parroquia de los cowboys hasta la iglesia del porno, pasando por una parroquia de culturistas, una de surfistas o mi favorita, una de encantadores de serpientes con una entrañable ancianita con mantilla que cuando no aporrea con pasión un jitterbug cristiano en un órgano, toca la batería en un rock para curar pecados. Esos son solo algunos de los demenciales ejemplos que se plasman en el filme, pero la obra no se queda ahí, en la mera contemplación irónica de los extremos de la locura fundamentalista, sino que también analiza a través de una gran diversidad de expertos los aspectos que ligan esta subcultura al corazón del 'American Way of Life', de la filosofía yanqui profundamente capitalista y mesiánica, subrayando sus incoherencias, hipocresías e ídolos falsos. Es una obra muy completa, tremendamente divertida y un poco perturbadora, una especie de Campamento Jesús más disperso y menos terrorífico, pero de indudable calidad. El único pero es que durante cierto tramo de la cinta, el montaje es algo caótico, saltando entre dos historias de forma incomprensible, aunque quizás sea otro más de los problemas de proyección que tuvo el filme.

Si el documental de origen catalán es una muestra de la locura que impregna la cultura popular americana y la corrupción de almas que se asocia a ella, MONSOON SHOOTOUT (
) trata otro tipo de corrupción: la del sistema sociopolítico de la India. Al estilo de Corre Lola, Corre, la cinta se divide en tres historias que se desarrollan a partir de una decisión de un policía novato: ¿disparar o no disparar a un sospechoso durante una redada? Dependiendo de su elección, la historia se desarrolla en un sentido u otro, permitiendo explorar de esta forma la amoralidad de la sociedad de este país y la difusa línea que separa a los policías de los criminales: jefes de escuadrón que prefieren matar a un inocente que procesar a un culpable, asesinos despiadados con problemas familiares, personas que premian un acto de bondad con una venganza sangrienta, interrogatorios devenidos en chantaje o tortura, políticos que juegan a dos bandas y en ninguna de ellas hacen algo limpio... Todo esto está tratado con una óptica de policíaco de vocación comercial, con una elegante puesta en escena, un guion acertado y un ritmo sólido, pero con la sensación de que le falta algo más de profundidad o de garra para llegar a ser una cinta excelente. Su final es quizá su punto más flojo, ya que busca la emotividad a través de la tragedia épica, pero la sequedad de su argumento durante el resto del filme hace que no acabe de engarzarse en el conjunto.

También es cierto que puede que esté minusvalorando a este filme por la mera comparación con la brutal y genial UGLY (
), la película que me reconcilió con el cine indio cuatro años después de sufrir ese bodrio catastrófico llamado Ritu en la Seminci 2009. Y es que la anterior película es muy light si la comparamos con la absoluta podredumbre moral que retrata este drama, que toma como punto de partida la desaparición de una niña para presentarnos una historia repleta de hijos de puta codiciosos, traicioneros, crueles, narcisistas, vengativos y materialistas. Es decir, seres humanos, ni más ni menos. Lo que parece al principio un caso sencillo se va enredando conforme pasan los días y los instintos más oscuros de las personas que rodean la desaparición van saliendo a la luz, buscando su propio provecho con esta desgracia, empleándola como objeto arrojadizo para hacer daño a otros o cometiendo burradas con tal de lograr un objetivo que está muy lejos de ser recuperar a la niña. Se convierte así en una pesadilla kafkiana de ambiente turbio física y moralmente, que va siempre un paso más allá de lo que espectador considera posible, sorprendiendo a cada momento con su retrato turbio y sin concesiones del espectacular pozo de mierda que anida en todos nosotros. Y digo bien, porque uno de los mayores aciertos de Anurag Kashyap es el de construir unos personajes reales y banales, de una cotidianeidad pasmosa que es en muchos momentos hilarante por los momentos de humor negro que introduce a lo largo del relato. Unas escenas que la acercan más todavía a la que parece una clara referencia del realizador: Fargo, de Joel y Ethan Coen. Personas anodinas de aspecto olvidable que ocultan un alma que se va oscureciendo de forma casi casual e inevitable, conversaciones que divergen hacia temas triviales aumentando la ansiedad del espectador por encontrar a la niña cuando los personajes parecen despreocuparse por ello, momentos de incompetencia que abren la puerta a la oportunidad de sacar tajada... Todo ello en más de dos horas densas, pero que no te sueltan en ningún momento, y con un final demoledor. Desde luego, un cineasta a seguir.

La perversión de los sistemas de valores también se explora en la decepcionante PROXY (
), una de las películas que más esperaba del día y que resultó siendo el punto negro de la jornada. El filme comienza con una mujer embarazada que es atacada en un callejón por alguien que, no contento con golpearla con un ladrillo, masacra también a su niño no nato. Con este inicio demoledor, uno puede esperar grandes cosas, pero la cinta nunca parece estar muy segura de qué historia quiere contar, centrándose al principio en el proceso para superar la pérdida y luego dando sucesivos giros que no solo muestran que no todo es como parece, sino que directamente cambian la trama en una especie de borrón y cuenta nueva. Los problemas principales del filme son dos: el primero y más grave, que esta indefinición argumental está construida a base de retazos, no sigue un proceso fluido que vaya apilándose hacia un final que complete y cierre el círculo que quiere mostrar, sino que parece ir sobre la marcha añadiendo elementos y cambiando de opinión a cada rato, en un torpe intento por sorprender en la evolución de los personajes, que los convierte en cambio en masas de difícil coherencia. El propósito es loable, y sus elementos pueden resultar perturbadores, inquietantes y descolocantes si son tomados de forma independiente, pero no forman un conjunto sólido. El otro problema afecta al estilo narrativo, con una puesta en escena funcional, pero unos tiempos alargados y una abundancia de silencios que no aportan nada, porque no sirven para dar aire alguno a una profundidad temática o un complejo dibujo de personajes que, sencillamente, no están ahí. Tampoco sirve la excusa de la recreación estética, ya que excepto un par de escenas cumbre, el aspecto visual es convencional y sin interés per sé. En resumen, da la sensación de oportunidad perdida.

Y lo mejor para el final. Como ya anuncié ayer, hubo una película que conquistó a todo el mundo y por sí sola justificó el haber venido al festival. Como muchos ya divinaríais, se trata de BIENVENIDOS AL FIN DEL MUNDO (
), la tercera y última entrega en la llamada 'trilogía del Cornetto' de Edgar Wright, Simon Pegg y Nick Frost. Una serie que comenzó con una amable parodia de las películas de muertos vivientes (Zombies Party), siguió con una ácida mirada al género de las buddy movies (Arma Fatal) y ahora culmina por todo lo alto, con una reinterpretación de las películas de ciencia ficción al estilo de los ladrones de cuerpos que no solo es la más divertida de las tres (que ya es decir), sino que tiene el guion más completo en términos de historia, emoción y complejidad temática, y el trabajo de dirección más pulido y sorprendente de toda la saga. La trama sigue a cinco amigos de la infancia que se reúnen de nuevo (aunque cuatro de ellos de forma reticente) para volver a intentar un hito que no consiguieron completar cuando eran adolescentes: recorrer la Milla de Oro de su pueblo natal, tomándose una pinta de cerveza en cada uno de los 12 bares de esta localidad. En el trayecto irán surgiendo viejas rencillas y antiguas anécdotas. Oh, y también unos alienígenas robóticos que quieren conquistar el mundo, a no ser que ellos los detengan. La película es un no parar: ni una frase sobra, ni una escena estorba, ni por un momento da un paso en falso. Y por el camino, quedan cinco personajes entrañables y matizados de forma excepcional, perfectamente compenetrados; unas escenas de acción rodadas con una vitalidad y una creatividad que dan buena cuenta del dominio que ha adquirido Wright tras la cámara; unos diálogos sublimes y llenos de garra, con chistes para todos los gustos y una sensibilidad especial que hace que el enorme corazón que suelen tener estas películas se convierta en uno de los cantos más sinceros a la amistad y a la necesidad de encontrar un camino que uno sienta como propio para poder madurar; y una trama de ciencia ficción que supone una respuesta llena de sarcasmo y malicia a esta trama clásica del género. Pero es que, por si fuera poco este vendaval de ideas, esta montaña rusa de diversión, este espectáculo tan hilarante como emotivo, el delirante epílogo pone una guinda inmejorable al filme tomando una dirección tan inesperada como sugerente. Es preciso una cuarta entrega, señores. O al menos, una nueva reunión de este equipo que tan buen cine nos ha dado hasta ahora, y que si sigue esta senda ascendente, un día va a conseguir que nos explote la cabeza de puro placer.
Eso es todo por esta segunda jornada. Escribo esto mientras casi todo el mundo está viendo Machete Kills, así que no esperéis crónica de la (a priori, según las críticas, floja) nueva película de Robert Rodríguez. Lo que sí podéis esperar es que mañana tendréis otro artículo con, esperemos, tan buen cine como el de este segundo día.
@DamnedMartian

Pero antes de comenzar con las críticas, hay que seguir con el tema de las proyecciones, porque lo que le ocurrió ayer al equipo de la excelente AMERICAN JESUS (

Y es que la obra en cuestión es un magnífico y muy divertido documental sobre la religión como subcultura consumista en Estados Unidos. En solo 80 minutos, el filme recorre una veintena de iglesias evangelistas a cada cual más extraña y delirante, desde la parroquia de los cowboys hasta la iglesia del porno, pasando por una parroquia de culturistas, una de surfistas o mi favorita, una de encantadores de serpientes con una entrañable ancianita con mantilla que cuando no aporrea con pasión un jitterbug cristiano en un órgano, toca la batería en un rock para curar pecados. Esos son solo algunos de los demenciales ejemplos que se plasman en el filme, pero la obra no se queda ahí, en la mera contemplación irónica de los extremos de la locura fundamentalista, sino que también analiza a través de una gran diversidad de expertos los aspectos que ligan esta subcultura al corazón del 'American Way of Life', de la filosofía yanqui profundamente capitalista y mesiánica, subrayando sus incoherencias, hipocresías e ídolos falsos. Es una obra muy completa, tremendamente divertida y un poco perturbadora, una especie de Campamento Jesús más disperso y menos terrorífico, pero de indudable calidad. El único pero es que durante cierto tramo de la cinta, el montaje es algo caótico, saltando entre dos historias de forma incomprensible, aunque quizás sea otro más de los problemas de proyección que tuvo el filme.

Si el documental de origen catalán es una muestra de la locura que impregna la cultura popular americana y la corrupción de almas que se asocia a ella, MONSOON SHOOTOUT (


También es cierto que puede que esté minusvalorando a este filme por la mera comparación con la brutal y genial UGLY (


La perversión de los sistemas de valores también se explora en la decepcionante PROXY (


Y lo mejor para el final. Como ya anuncié ayer, hubo una película que conquistó a todo el mundo y por sí sola justificó el haber venido al festival. Como muchos ya divinaríais, se trata de BIENVENIDOS AL FIN DEL MUNDO (

Eso es todo por esta segunda jornada. Escribo esto mientras casi todo el mundo está viendo Machete Kills, así que no esperéis crónica de la (a priori, según las críticas, floja) nueva película de Robert Rodríguez. Lo que sí podéis esperar es que mañana tendréis otro artículo con, esperemos, tan buen cine como el de este segundo día.
@DamnedMartian