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SEMINCIando '09: La pérdida de la inocencia
José Hernández, 30/10/2009
Cuarto y último día en Valladolid. De hecho, escribo estas líneas ya desde casa, tras varias horas de viaje. Y es una pena. Justo ahora que comenzaba a familiarizarme con la ciudad, con sus calles y plazas, con los restaurantes y supermercados, con los cines (qué cómodo el Roxy, qué infierno para la espalda y las piernas el Zorrilla) e incluso con la gente, justo ahora tengo que irme. Ahora que ya había aprendido a desenvolverme. Tsk...
Precisamente el aprendizaje es una de las constantes de las últimas cuatro películas vistas en la Seminci. Aprender a amar, aprender a cocinar, aprender otras culturas e ideologías, aprender a no fiarse de la gente. Cuatro películas entre las que se encuentran dos aceptables, una magnífica y uno de los mayores bodrios que he visto en mucho tiempo. Alguna oveja negra tenía que haber.
Entre las primeras se encuentra la belga My Queen Karo, que cuenta las experiencias de una niña de 11 años que crece en una comuna hippie en los convulsos años 70. Es una película que parece haber gustado mucho a la gente en el festival, pero que a un servidor le ha dejado completamente indiferente. Y es que la película no da mucho más de lo que cualquiera puede esperar leyendo la sinopsis. Podría profundizar en el despertar a la sexualidad de Karo, en la diferencia entre libertad e irresponsabilidad, en las necesidades afectivas y educativas de los niños para su correcto desarrollo, incluso en la ilusión irrealizable del comunismo, que choca de frente con los instintos humanos más comunes. La cuestión es que sí toca todos esos temas, pero lo hace de forma tan obvia y superficial, tan convencional, que su discurso no tiene apenas calado y el interés decae conforme avanza el metraje. Sólo destaca el diseño de producción y la naturalidad de la niña Anna Franziska Jaeger, que no sería extraño que consiguiese algún premio.

Ahora bien, si de revelaciones se trata, hay que hablar de Diana Gómez, protagonista de la espléndida Eloïse, exhibida en la sección Punto de Encuentro. Como la anterior película, esta también es una crónica de la pérdida de la inocencia, en este caso sexual y sentimental, en donde el personaje encarnado por la joven actriz se enamora de una compañera de universidad. El argumento y su desarrollo son clásicos y previsibles, y podrían haber resultado en una película del montón. Sin embargo, la labor de los jóvenes actores consigue darle una dimensión de autenticidad a la historia que atrapa inmediatamente al espectador y poco a poco le roba el corazón. Y es que, como dijo en la presentación su director, Jesús Garay, "el casting fue lo más importante, porque si fallaba eso, no había película". Tiene razón, pero tampoco hay que quitarle méritos a su trabajo tras la cámara, elegante y con ráfagas sutiles de poesía, una puesta en escena poco dada a exhibicionismos pero de una sensualidad que sublima la interpretación de las actrices. Por su parte, el guión puede jugar con elementos familiares, pero los trata de forma sólida, dotando de cuerpo a los personajes mediante unos diálogos excelentes. Lo dicho, una agradable sorpresa que debería haber competido en la Sección Oficial para poder optar a más premios.
La que tampoco debería estar en Punto de Encuentro, pero porque nunca debería haber sido seleccionada (o, para el caso, rodada) es la india Ritu, de la cual lo difícil sería decir una sola cosa positiva. Una película inepta, aburrida, estúpida, cursi, aburrida, mal rodada, peor interpretada, aburrida, pedante, absurda y francamente muy aburrida, que cuenta la historia de tres amigos que se reencuentran tras muchos años y qué más da. Siguiendo con la tónica del día, se aprenden lecciones, se pierde la inocencia y bla bla bla. En realidad es una telenovela barata con un guión inconsistente y risible que va de profundo, unos diálogos que dan pena, una realización de película directa para televisión y unos actores nefastos que no saben qué hacer con unos personajes paupérrimos. Añádase al despropósito, para torturar más al espectador, unos cuantos monólogos filosóficos tan cargantes como cretinos, escenas idiotas con las que al menos puedes soltar alguna carcajada en medio del sopor -de hecho, el filme tiene el masaje cardíaco más ridículo que he visto y veré en toda mi vida- y varios arrebatos musicales de vergüenza ajena. Y cuando hablo de música no me refiero a Bollywood, porque esta película no tiene nada de ese tipo de cine. De hecho, está diseñada para parecer totalmente occidental. Precisamente por eso, los momentos musicales se enclavan en fiestas o discotecas -solo que en lugar de haber insertos de los cantantes en medio de la trama, hay insertos de trama en medio de un videoclip de Lady GaGa- o son montajes de escenas con música de fondo a toda mecha. Los cuales, por cierto, parecen un vídeo musical de cualquier cantante del Disney Channel, solo que la música que los acompaña es aún peor. Cómo esta basura ha pasado la criba de selección será un misterio que nunca lograré resolver ni aunque viva mil años. Y quizá sea mejor así.

Comparada con tal inmundicia, la otra propuesta india -bueno, en realidad, canadiense- parece casi una obra maestra. Y eso que el primer largometraje de ficción de Dilip Mehta, hermano de Deepa Mehta, está lejos de ser un filme destacable por sí solo. Cocinando con Stella no es más que una entretenida e intrascendente comedia sobre un cocinero canadiense, marido de una diplomática destacada en el país asiático, que aprende la cocina hindú gracias a su criada... la cual, de paso, les estafa de todas las formas posibles. Lo más destacable del filme es la labor tras la cámara de Mehta, puesto que domina muy bien el tempo cómico e incluso se permite recursos cargados de dobles intenciones que enriquecen el resultado -el fervor católico de la timadora, la parodia bollywoodiense de los actos heroicos de Anthony-. Pero la película se va desinflando conforme avanza. Tras una primera mitad muy buena va yéndose por unos derroteros poco estimulantes e incluso aburridos, y da la impresión de que más allá de su planteamiento no había una idea sólida para la cinta.
Mañana tendréis la última entrega de esta crónica, en donde nos acercaremos a los cortometrajes exhibidos en la Sección Oficial y podréis leer un resumen con lo mejor y peor del festival a juicio del aquí firmante. Y, por supuesto, una noticia adicional con el palmarés oficial.
PD: Esperad también críticas completas de cada película a lo largo de las siguientes semanas.
Precisamente el aprendizaje es una de las constantes de las últimas cuatro películas vistas en la Seminci. Aprender a amar, aprender a cocinar, aprender otras culturas e ideologías, aprender a no fiarse de la gente. Cuatro películas entre las que se encuentran dos aceptables, una magnífica y uno de los mayores bodrios que he visto en mucho tiempo. Alguna oveja negra tenía que haber.
Entre las primeras se encuentra la belga My Queen Karo, que cuenta las experiencias de una niña de 11 años que crece en una comuna hippie en los convulsos años 70. Es una película que parece haber gustado mucho a la gente en el festival, pero que a un servidor le ha dejado completamente indiferente. Y es que la película no da mucho más de lo que cualquiera puede esperar leyendo la sinopsis. Podría profundizar en el despertar a la sexualidad de Karo, en la diferencia entre libertad e irresponsabilidad, en las necesidades afectivas y educativas de los niños para su correcto desarrollo, incluso en la ilusión irrealizable del comunismo, que choca de frente con los instintos humanos más comunes. La cuestión es que sí toca todos esos temas, pero lo hace de forma tan obvia y superficial, tan convencional, que su discurso no tiene apenas calado y el interés decae conforme avanza el metraje. Sólo destaca el diseño de producción y la naturalidad de la niña Anna Franziska Jaeger, que no sería extraño que consiguiese algún premio.

Ahora bien, si de revelaciones se trata, hay que hablar de Diana Gómez, protagonista de la espléndida Eloïse, exhibida en la sección Punto de Encuentro. Como la anterior película, esta también es una crónica de la pérdida de la inocencia, en este caso sexual y sentimental, en donde el personaje encarnado por la joven actriz se enamora de una compañera de universidad. El argumento y su desarrollo son clásicos y previsibles, y podrían haber resultado en una película del montón. Sin embargo, la labor de los jóvenes actores consigue darle una dimensión de autenticidad a la historia que atrapa inmediatamente al espectador y poco a poco le roba el corazón. Y es que, como dijo en la presentación su director, Jesús Garay, "el casting fue lo más importante, porque si fallaba eso, no había película". Tiene razón, pero tampoco hay que quitarle méritos a su trabajo tras la cámara, elegante y con ráfagas sutiles de poesía, una puesta en escena poco dada a exhibicionismos pero de una sensualidad que sublima la interpretación de las actrices. Por su parte, el guión puede jugar con elementos familiares, pero los trata de forma sólida, dotando de cuerpo a los personajes mediante unos diálogos excelentes. Lo dicho, una agradable sorpresa que debería haber competido en la Sección Oficial para poder optar a más premios.
La que tampoco debería estar en Punto de Encuentro, pero porque nunca debería haber sido seleccionada (o, para el caso, rodada) es la india Ritu, de la cual lo difícil sería decir una sola cosa positiva. Una película inepta, aburrida, estúpida, cursi, aburrida, mal rodada, peor interpretada, aburrida, pedante, absurda y francamente muy aburrida, que cuenta la historia de tres amigos que se reencuentran tras muchos años y qué más da. Siguiendo con la tónica del día, se aprenden lecciones, se pierde la inocencia y bla bla bla. En realidad es una telenovela barata con un guión inconsistente y risible que va de profundo, unos diálogos que dan pena, una realización de película directa para televisión y unos actores nefastos que no saben qué hacer con unos personajes paupérrimos. Añádase al despropósito, para torturar más al espectador, unos cuantos monólogos filosóficos tan cargantes como cretinos, escenas idiotas con las que al menos puedes soltar alguna carcajada en medio del sopor -de hecho, el filme tiene el masaje cardíaco más ridículo que he visto y veré en toda mi vida- y varios arrebatos musicales de vergüenza ajena. Y cuando hablo de música no me refiero a Bollywood, porque esta película no tiene nada de ese tipo de cine. De hecho, está diseñada para parecer totalmente occidental. Precisamente por eso, los momentos musicales se enclavan en fiestas o discotecas -solo que en lugar de haber insertos de los cantantes en medio de la trama, hay insertos de trama en medio de un videoclip de Lady GaGa- o son montajes de escenas con música de fondo a toda mecha. Los cuales, por cierto, parecen un vídeo musical de cualquier cantante del Disney Channel, solo que la música que los acompaña es aún peor. Cómo esta basura ha pasado la criba de selección será un misterio que nunca lograré resolver ni aunque viva mil años. Y quizá sea mejor así.

Comparada con tal inmundicia, la otra propuesta india -bueno, en realidad, canadiense- parece casi una obra maestra. Y eso que el primer largometraje de ficción de Dilip Mehta, hermano de Deepa Mehta, está lejos de ser un filme destacable por sí solo. Cocinando con Stella no es más que una entretenida e intrascendente comedia sobre un cocinero canadiense, marido de una diplomática destacada en el país asiático, que aprende la cocina hindú gracias a su criada... la cual, de paso, les estafa de todas las formas posibles. Lo más destacable del filme es la labor tras la cámara de Mehta, puesto que domina muy bien el tempo cómico e incluso se permite recursos cargados de dobles intenciones que enriquecen el resultado -el fervor católico de la timadora, la parodia bollywoodiense de los actos heroicos de Anthony-. Pero la película se va desinflando conforme avanza. Tras una primera mitad muy buena va yéndose por unos derroteros poco estimulantes e incluso aburridos, y da la impresión de que más allá de su planteamiento no había una idea sólida para la cinta.
Mañana tendréis la última entrega de esta crónica, en donde nos acercaremos a los cortometrajes exhibidos en la Sección Oficial y podréis leer un resumen con lo mejor y peor del festival a juicio del aquí firmante. Y, por supuesto, una noticia adicional con el palmarés oficial.
PD: Esperad también críticas completas de cada película a lo largo de las siguientes semanas.