Al Final de la Escapada (1960)

La cámara fue casi siempre llevada al hombro por el director de fotografía, Raoul Coutard, quien la escondía de vez en cuando en la caja del trípode que llevaba Godard con objeto de filmar a la gente sin que se diera cuenta

Godard (director) quiso al principio rodar un filme sobre la muerte y la obsesión de los protagonistas por ella. Como no había tenido ganas de escribir un guión antes de iniciar el rodaje, se dejó llevar por la inspiración, fiándose únicamente de algunas líneas directrices. De hecho, este trabajo se halla reducido a unas escasas pero brillantes anotaciones.

La película se grabó utilizando mayormente luz natural y sin sonido, ya que poder grabar en la calle suponía una dificultad muy grande para el presupuesto del que disponían.

El presupuesto de la película fue de 510.000 francos, que era el tercio de lo que costaba producir una película normal francesa a finales de los cincuenta. Un tercio del presupuesto fue destinado a pagar el sueldo de Jean Seberg.

Jean Seberg solía recibir los diálogos escritos en un trozo de papel la misma mañana en la que tenía que rodar la escena e incluso, aprovechando que la filmación fue muda, susurrados por el propio Godard mientras interpretaba la toma. A pesar de lo peculiar de estas circunstancias, todo eso no supuso problema para a Seberg, quien después de tener que soportar unos rodajes muy complicados y tensos con Otto Preminger, cualquier cosa le parecía aceptable.

La experiencia como reportero de guerra de Raoul Coutard fue vital para poder filmar las escenas con rápidez, ya que Coutard estaba acostumbrado a sacar el máximo provecho de una toma en el menor tiempo posible.

El guión de Truffaut ocupaba 4 folios y en realidad fue un esbozo de la trama que Godard utilizó para vender la película al productor. El guión se inspira en la historia de Michel Portail, quien en verano de 1952, después de haberse pegado la vida padre en la Costa Azul acompañado de una novia americana, disparó a un polícia motorizado mientras se dirigía a Bretaña para ver a su madre convaleciente.

La por aquel entonces desconocida Anna Karina estuvo cerca de aparecer en el film. Cuando estaba en pleno proceso de producción, Godard se fijó en ella después de verla en un anuncio de jabones y, cuando consiguió contactar con ella, le dijo podía darle un pequeño papel en la película, pero que para ello debería quitarse la ropa, a lo cual Karina se negó rotundamente, tachó a Godard de loco y seguidamente se marchó dando un portazo.