Érase una derrama

Concha ha vendido su piso y llegan nuevos vecinos al 2º B: la familia Guerra, formada por Andrés, empresario de dudosa reputación; su mujer Isabel y sus hijos Álex y Pablo. Los vecinos les han preparado un recibimiento especial. Juan Cuesta convoca una junta extraordinaria. Es necesario pintar la fachada y cada vecino tiene que pagar una derrama. Andrés se niega y los pintores dejan la fachada a medias, por lo que el nuevo inquilino intenta buscar una solución.
Paralelamente, después de quedarse sin trabajo por confesar su homosexualidad, a Fernando le han ofrecido un buen trabajo en Londres. El abogado intentará convencer a Mauri para que le acompañe. Por otro lado, Lucía quiere demostrar a Roberto que no es pasiva en la cama, pero la abuela del joven pasará unos días con la pareja y no logran un momento de intimidad.
Mientras tanto, Carlos soborna a Emilio para que deje de ver a Belén.