Roma Ciudad Abierta

Andando por la Via Nazionale, Roberto Rossellini se paró delante de un establecimiento llamado "The Funny Face", dónde por tres dólares se hacían retratos, generalmente a los soldados norteamericanos. Ahí vio a Federico Fellini, a quien decidió contratar para así poder luego atraer a Aldo Fabrizi (Fellini fue guionista de Fabrizi antes de la guerra), pues para que su película funcionara, Rossellini sabía que necesitaba que apareciera un actor de renombre, como era el caso de Fabrizi.

Fabrizi solía cobrar un millón de liras por película, pero rebajó su caché a 400.000 después de que Rossellini le explicara la película, firmando sin dudar.

Debido a la escacez de medios y presupuesto, Ubaldo Arata se vio obligado a reutilizar película caducada para poder acabar de filmar.

El cáracter celoso y temperamental de Amidei hizo que a lo primero Fellini y Rossellini se tuvieran que ver a escondidas para no alarmarlo y más tarde, Fellini, como no conseguía avenirse con Amidei, tuvo que limitarse al desarrollo y confección del papel del cura y a sus diálogos, renunciando a trabajar en el resto del guión.