Hace 30 años él era un hombre sin futuro, que trabajaba para un pilluelo de poca monta en el sur de Filadelfia. Cuando un golpe de suerte le brindó la oportunidad de enfrentarse en el cuadrilátero contra el campeón, en ese entonces, Apollo Creed, tuvo la oportunidad de uno en un millón, que se presenta sólo una vez en la vida. Su coraje y perseverancia, tanto en la vida como en el cuadrilátero, brindó esperanza a millones de personas. Ahora, la gloria ya ha llegado y se ha ido y Rocky Balboa, el que una vez fuera el Semental Italiano, se pasa las tardes contando viejas historias a los clientes de su restaurante Adrian´s, que lleva el nombre de su ya fallecida esposa, por quien guarda un silencioso luto. Su hijo no desea pasar tiempo con él; se encuentra demasiado ocupado tratando de vivir su propia vida. El tiempo y los golpes han hecho más humilde a Rocky, le han deformado sus puños, encorvado la espalda y sacado todo lo que tenía exceptuando sus viejas historias, pero en su corazón sigue siendo el mismo hombre. En su corazón, él todavía es un luchador. Su leyenda hará que el manager del actual campeón, el joven Mason Dixon, le ofrezca un combate con él para determinar quién es el mejor boxeador de la historia.
Después de los primeros créditos podemos ver a un joven Rocky (en la primera o segunda parte de la saga) en una panorámica de su sitio de Philadelphia preferido. Según Stallone esta secuencia se rodó sin que él se diera cuenta.