Nuestros labios están sellados

Maddy y Abby son dos hermanas que por casualidad se convierten en testigo de un crimen. Aunque al principio están demasiado asustadas para contarle a la policía lo que han visto, los delicuentes prefieren asegurarse de que se mantienen en silencio para siempre. El FBI sabe que el testimomio de las niñas será vital en el juicio, así que las dos hermanas entran a formar parte del Programa de Protección de Testigos. Lo malo es que las niñas tienen serias dificultades para guardar cualquier secreto, por pequeño que sea, lo que lleva al FBI a mantener a las gemelas fuera del país hasta que se celebre el juicio contra la banda de malhechores. Maddy y Abby son enviadas a Sydney, en Australia, donde no sólo disfrutarán del sol y de unas maravillosas playas: además deberán escapar de las garras de la banda de criminales cuando éstos descubran su paradero.