Lola Montès

Es el último largometraje de Max Ophüls (Max Oppenheimer) y único que realiza en color.

El guión incorpora al personaje de Lola algunos hechos inspirados en el mundo Hollywood contemporáneo de la película (allá en el 1955), tales como los amores tumultuosos de Zsa Zsa Gabor, los romances efímeros de Elizabeth Taylor o las depresiones de Judy Garland.

En su estreno la película fue un estrepitoso fracaso que, por parte de la crítica, fue defendida y atacada con igual fervor, si bien los detractores fueron más numerosos. Parte de este fracaso se debe a que para su estreno la obra fue mutiliada por los productores y en vez de la narración a base de flash-backs que estaba planeada se hizo un montaje lineal y se redujo la duración de la película, pasando de 110 minutos a 90 en su estreno europeo y 75 en el norteamericano.

En la pintura del desnudo de Lola que el rey Ludwig financia, ella adopta la misma posición que la modelo del famoso cuadro de 1814 "La gran odalisca" de Dominique Ingres.