A Madrid llegan el director Edward S. Carawa y su estrella, Lía de Golfi con intención de rodar una película cuyo coprotagonista español será cogido entre dos jóvenes españoles, que esperan turno para mostrar su talento ante la cámara. Mientras Pompeyo trata de conquistar a la estrella femenina, Rodolfo se queda dormido y tiene un sueño en el que imagina que por no ser famosos no los contratarán en la película. La mejor forma para alcanzar la notoriedad es hacer creer a la prensa que ha asesinado a Pompeyo y en el momento de ser ajusticiado éste deje su escondite y aparezca vivo.