El 30 de enero de 1972, activistas a favor de los derechos civiles liderados por el político protestante Ivan Cooper, organizaron una manifestación que transcurriría por las calles de la ciudad de Derry (Londonderry para los ingleses) en Irlanda del Norte. La marcha pacífica, que fue prohibida por el gobierno británico -quien envió tropas de asalto que cargaron contra los manifestantes-, concluyó con la muerte de trece personas y catorce heridos graves, en lo que se recuerda desde entonces como "domingo sangriento".