Severine es una joven recién casada con un médico que lleva una existencia envuelta en comodidades y que, a pesar que ama a su marido, no es capaz de tener un contacto verdaderamente íntimo con él. Esta frigidez no se debe a su falta de interés en terrenos sexuales, su mente alberga fantasías eróticas de muchos tipos, a veces retorcidas, que le ponen en contacto con el anhelo de carnalidad. En un giro del azar, entrará en contacto con una madame que lleva un selecto prostíbulo, paradigma del refinamiento parisino, dónde empezará a trabajar, pero solamente por las tardes y sin por ello renunciar a la relación casta que mantiene con su marido.
El vestuario de Catherine Deneuve corrió a cargo del famoso diseñador Yves Saint-Laurent. A partir de esta película Deneuve y Saint-Laurent iniciaron una relación profesional que se extendió en otros trabajos de la actriz.
En el café donde se produce el encuentro entre Severine y el marqués, a la llegada de éste podemos ver a Luis Buñuel sentado en una de las mesas, tomándose tranquilamente una taza de café.