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Bahía Mágica
Los niños Luciano Nóbile (Quique) y Francisco Corvalán (Raúl) debieron entrenarse junto a los delfines para determinadas escenas: aprendieron a alimentarlos, a indicarles con gestos precisos los movimientos o saltos, a acariciarlos y a dejarse besar por ellos.
Cuando Marina Valentini, la directora, se quedaba sola en el horario del almuerzo planeando encuadres, los delfines asomaban sus cabezas para curiosear: (pertenecientes al oceanario “Mundo Marino”, en San Clemente del Tuyú) ‘¿Quién es esta mujer que camina cerca de nosotros?’. Intentaban llamar su atención tirando fuera de la pileta sus juguetes, para que ella los recogiera y jugara con ellos. Si Valentini no se daba por aludida, la mojaban cuando menos se lo esperaba.
Para el personaje de Lila, la loba de mar, fueron entrenadas tres lobas: Lila, Susana y Tania. Ya que podían cansarse o distraerse durante la filmación, las tres sabían la totalidad de la rutina de las escenas: bajar escaleras, correr por el Parque, entrar a un despacho, simular estar enferma, pararse exactamente en la marca prevista para el foco de la cámara, subir al escenario de una sala con público, hablar con tres delfines, asentir, negar... y lo peor de todo para estas criaturas: hablar “cara a cara” con la orca, su depredador habitual en la Naturaleza. Como las lobas tenían muchísimo miedo de la orca, fue necesario realizar un trabajo de entrenamiento de infinita paciencia e ingenio. Se les fabricó un “motor home”, una cómoda jaula con ruedas -sujeta a un carrito eléctrico y con ducha permanente- para llevarlas todos los días, de a ratos, al predio de la orca, a fin de que se ambientaran con ella. El primer día en que se les abrió la jaula, Lila, asustadísima, se volvió adentro. Hubo que seguir insistiendo, pero dio sus frutos: las tres lograron caminar por el borde de la pileta de la orca, pararse en dos aletas, esperar sin temor la salida de la gran cabeza de Shamenck y “conversar” tranquilamente, como lo vemos en la película. Fue una tarea ardua, pero dio lugar a uno de los momentos más tiernos y emotivos del film.
La cariñosa Lila (Loba de Mar) se convirtió en la mimada del equipo de filmación. Le gustaba dar besos con su gran trompa -contra lo que pueda suponerse, es agradable el contacto con esa especie de gomaespuma- y estaba prendada de la actriz española Liz Lobato (Lola en la ficción) y de los niños Luciano Nóbile (Quique) y Francisco Corvalán (Raúl). Antes de comenzar a actuar les daba un beso a cada uno; era un tiempo ya previsto en el plan de trabajo diario.