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ZINEMALDIA 2021 (IX). Historias de vejez.
Carlos Fernández, 25/09/2021
A veces la programación de las películas en el festival provoca unas curiosas parejas de baile, como la que se ha formado con dos visiones sobre la vejez un día después del excelente retrato de juventud de Quién lo impide.
La última película de Paco Plaza, La Abuela (), traslada a la pantalla un guión de Carlos Vermut en el que Susana se ve obligada a dejar su vida en París, donde trabaja como modelo para regresar a Madrid a hacerse cargo de su abuela, Pilar, que acaba de sufrir un derrame cerebral mientras busca a alguien que cuide de ella.
En un inicio algo renqueante, Vermut, utiliza el mundo de la moda y de los cuidados de Susana, interpretada por Almudena Amor (actriz revelación de este Zinemaldia en el que la hemos visto sus dos primeros papeles en cine como secundaria en El buen patrón y como protagonista aquí, papeles que la colocan como un talento joven a seguir en los próximos años) a su abuela para criticar el exceso de culto a la imagen, la belleza y el miedo a envejecer (esa imagen de los relojes parados) existente en la sociedad actual y que Paco Plaza pone en imágenes jugando con el uso de redes sociales, la importancia de los espejos, el uso de maquillajes que se contraponen con las arrugas, marcas del paso del tiempo en la piel de la abuela.
Con el paso de los días en casa de la abuela empezarán a suceder cosas extrañas y es donde la película gana interés y ritmo convirtiéndose en un producto mucho más disfrutable. Con elementos propios del Giallo, Vermut, imagina una pesadilla en la que vuelve a cobrar fuerza la idea de buscar la fuente de la eterna juventud. Una búsqueda que Paco Plaza viste con recursos visuales y un acabado formal de alta categoría, en el que podría ser su trabajo más completo tras las cámaras pero que paradójicamente a un servidor le desentona con lo que nos está contando el guión llegando a pensar, en varios momentos de la cinta, que me hubiese gustado ver el resultado final de la película dirigida por el propio Carlos Vermut, quien probablemente le hubiese dado un tono más austero y cercano a los giallos de los que bebe. Pero dejando de lado la curiosidad por cómo habría sido y centrándonos en lo que realmente es nos encontramos con una cinta que cumplirá las expectativas de los amantes de ese cine de terror donde los sustos (que los hay) no son lo más importante en la historia.
Totalmente alejado del tono de La Abuela, pero contando otra historia de terror sobre la vejez ha llegado a San Sebastián para competir en la Sección Zabaltegi Tabakalera, el enfant terrible del cine francés, Gaspar Noé, con su última película, Vortex () donde se relatan los últimos días de una pareja de ancianos interpretados por el director italiano Dario Argento y la actriz francesa Françoise Lebrun quien ofrece un auténtico recital de interpretación reflejando casi únicamente con la mirada la situación de desconcierto que sufre ante la perdida de memoria progresiva de su personaje.
El director argentino, francés de adopción, sorprende con una película alejada en tono y temática a lo que nos tenía acostumbrados a ver en su cine. En Vortex, los movimientos de cámara imposibles, característicos de sus trabajos más lisérgicos, dejan aquí paso a un estilo mucho más sosegado en el que casi en tono documental la cámara se introduce en el día a día de los protagonistas. Noé opta por no forzar el dramatismo simplemente dejando fluir el tiempo evitando realizar casi ningún tipo de montaje en unas acciones que se alargan generando una sensación de tedio totalmente buscado a propósito. Un aburrimiento y rutina propios del final de unas vidas en las que la enfermedad empieza a aparecer. Esas escenas las observamos con un elemento que ya propio del estilo del director, una pantalla partida en dos durante toda la película (como vimos en Lux Æterna) en la que veremos las acciones que realizan en paralelo cada uno de los protagonistas, y en las que se demuestra un excelente trabajo de planificación y dirección.
Un acercamiento tan natural y real a los días previos a la muerte que es imposible que el espectador no salga totalmente noqueado de la proyección, una sensación que sentirá cada vez que vuelva a su mente las imágenes de Vortex.
Faltan pocas horas para conocer el Palmarés Oficial de esta 69 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián que nos ha dejado un puñado de buenas películas, pero todavía hay tiempo para recuperar alguna más. Así que, hasta que llegue la gala de clausura, nos vemos en los cines.
Twitter Carlos Fernández
La última película de Paco Plaza, La Abuela (), traslada a la pantalla un guión de Carlos Vermut en el que Susana se ve obligada a dejar su vida en París, donde trabaja como modelo para regresar a Madrid a hacerse cargo de su abuela, Pilar, que acaba de sufrir un derrame cerebral mientras busca a alguien que cuide de ella.
En un inicio algo renqueante, Vermut, utiliza el mundo de la moda y de los cuidados de Susana, interpretada por Almudena Amor (actriz revelación de este Zinemaldia en el que la hemos visto sus dos primeros papeles en cine como secundaria en El buen patrón y como protagonista aquí, papeles que la colocan como un talento joven a seguir en los próximos años) a su abuela para criticar el exceso de culto a la imagen, la belleza y el miedo a envejecer (esa imagen de los relojes parados) existente en la sociedad actual y que Paco Plaza pone en imágenes jugando con el uso de redes sociales, la importancia de los espejos, el uso de maquillajes que se contraponen con las arrugas, marcas del paso del tiempo en la piel de la abuela.
Con el paso de los días en casa de la abuela empezarán a suceder cosas extrañas y es donde la película gana interés y ritmo convirtiéndose en un producto mucho más disfrutable. Con elementos propios del Giallo, Vermut, imagina una pesadilla en la que vuelve a cobrar fuerza la idea de buscar la fuente de la eterna juventud. Una búsqueda que Paco Plaza viste con recursos visuales y un acabado formal de alta categoría, en el que podría ser su trabajo más completo tras las cámaras pero que paradójicamente a un servidor le desentona con lo que nos está contando el guión llegando a pensar, en varios momentos de la cinta, que me hubiese gustado ver el resultado final de la película dirigida por el propio Carlos Vermut, quien probablemente le hubiese dado un tono más austero y cercano a los giallos de los que bebe. Pero dejando de lado la curiosidad por cómo habría sido y centrándonos en lo que realmente es nos encontramos con una cinta que cumplirá las expectativas de los amantes de ese cine de terror donde los sustos (que los hay) no son lo más importante en la historia.
Totalmente alejado del tono de La Abuela, pero contando otra historia de terror sobre la vejez ha llegado a San Sebastián para competir en la Sección Zabaltegi Tabakalera, el enfant terrible del cine francés, Gaspar Noé, con su última película, Vortex () donde se relatan los últimos días de una pareja de ancianos interpretados por el director italiano Dario Argento y la actriz francesa Françoise Lebrun quien ofrece un auténtico recital de interpretación reflejando casi únicamente con la mirada la situación de desconcierto que sufre ante la perdida de memoria progresiva de su personaje.
El director argentino, francés de adopción, sorprende con una película alejada en tono y temática a lo que nos tenía acostumbrados a ver en su cine. En Vortex, los movimientos de cámara imposibles, característicos de sus trabajos más lisérgicos, dejan aquí paso a un estilo mucho más sosegado en el que casi en tono documental la cámara se introduce en el día a día de los protagonistas. Noé opta por no forzar el dramatismo simplemente dejando fluir el tiempo evitando realizar casi ningún tipo de montaje en unas acciones que se alargan generando una sensación de tedio totalmente buscado a propósito. Un aburrimiento y rutina propios del final de unas vidas en las que la enfermedad empieza a aparecer. Esas escenas las observamos con un elemento que ya propio del estilo del director, una pantalla partida en dos durante toda la película (como vimos en Lux Æterna) en la que veremos las acciones que realizan en paralelo cada uno de los protagonistas, y en las que se demuestra un excelente trabajo de planificación y dirección.
Un acercamiento tan natural y real a los días previos a la muerte que es imposible que el espectador no salga totalmente noqueado de la proyección, una sensación que sentirá cada vez que vuelva a su mente las imágenes de Vortex.
Faltan pocas horas para conocer el Palmarés Oficial de esta 69 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián que nos ha dejado un puñado de buenas películas, pero todavía hay tiempo para recuperar alguna más. Así que, hasta que llegue la gala de clausura, nos vemos en los cines.
Twitter Carlos Fernández